Disco destacado

PJ Harvey

Stories From The City, Stories From The SeaIsland-Universal, 2000

Nosotros –y vosotros– vamos tirando semana tras semana, mes tras mes, año tras año. Pero cada dos temporadas llega un día en que nos reconciliamos con nuestro oficio y/o vocación y agradecemos haber entregado nuestros cinco sentidos a la música. Pues bien, ha llegado el momento, porque PJ Harvey es al melómano lo que un eclipse a los astrónomos, la razón que justifica meses y meses de inopia laboral, noches y noches hurgando entre cubos de nada, elevando espejismos a la categoría de fenómenos insólitos, imaginando estrellas donde solo hay chispazos que se extinguirán antes de que les hagamos albarán de entrada. (Suspiro de desahogo).

El tiempo ha situado “Is This Desire?” (1998) en un lugar incierto dentro de su discografía. Indudablemente, poseía algunos de los mejores versos de Harvey –quizá fue su cumbre poética–, pero en lo musical faltaban piezas por encajar y ella, pendiente de tantos elementos, no acababa de soltarse. “Stories From The City, Stories From The Sea” es algo así como un paso atrás para resituarse, tomar impulso y regresar con la espléndida mesura y grandeza de “To Bring You My Love” (1995) y la crudeza sobrecogedora de “Rid Of Me” (1993).

Su sexto disco –ni se te ocurra considerar “4 Tracks Demos” (1993) como un álbum menor –parte muy cerca de “Hook” –más suelta, más despejada–, pero mientras que hasta la fecha las canciones de PJ solo se podían cantar impostando su agonía y su rabia, “Big Exit” permite acercarse a ella desde una prudente distancia. “Cariño, ¿no es cierto que soy inmoral cuando estoy contigo? Pero quiero una pistola en mi mano, quiero irme a otro lugar”, canta. Y lo hace con el desgarro que la distingue del resto del planeta, pero también en un estribillo casi tarareable. Pura perversión.

En el centro de las cosas que importan.
En el centro de las cosas que importan.

En “Good Fortune” su voz suena más Patti Smith que nunca; a la de “Dream Of Life”, para ser más exactos. Y en “A Place Called Home” –tropiezo, tropiezo”– se muestra ya ansiosa por encontrar un lugar donde asentar su amor, “un lugar llamado nosotros”. Otra pieza cuya serenidad melódica marca el avance que significa este disco respecto a cualquier grabación anterior. Esta vez no se trataba de trabajar el aspecto de las canciones, sino de centrarse en la esencia de estas y buscar otra forma de construirlas. PJ Harvey vuelve a ser un trío: Rob Ellis y Mick Harvey triplican instrumentaciones y unifican criterio hasta convertir este disco en una roca.

“One Line”, “Beautiful Feeling” y “The Whores Hustle And The Hustlers Whore” se ajustan al pálpito interior, al tono tenebroso y a la nerviosa crudeza de “Rid Of Me”. Entonces llega “This Mess We’re In”, con Thom Yorke. Y no es este un dúo de postal, sino el corazón de un disco de hogares y distancias, aquís y allís, ciudades y mares, Dorset y Nueva York. PJ le ha escrito la canción para que diga: “Noche y día sueño con hacer el amor contigo”. Y luego dictarle: “¿Qué es lo que esperabas? Solo quiero decirte que no cambies nunca. Y gracias. No creo que volvamos a vernos”. Cima.

Entre los arreglos más accesibles –“You Said Something”–, los más frenéticos –“Kamikaze”–, los que más fácilmente se instalan en la memoria –“This Is Love”– y los que se quedan en poesía musicada –el piano meciendo sus delirios en “Horses In My Dreams”–, Harvey sigue aportando argumentos para convencernos de que ha vuelto a tomar las riendas de su estilo. Y en “We Float” destapa la carta final: un ritmo pregrabado, cuatro notas y otro estribillo de lirismo estremecedor. Aparta todos los discos de la mesa y sienta a PJ Harvey. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados