Algún día habría que preguntarle a Andy Weatherall cuántas horas extras hizo en
“Screamadelica” (1991). Porque el mejor disco de la década de los noventa según ‘The Select’ no puede ser obra de un personaje tan mediocre y destalentado como Bobby Gillespie.
“Vanishing Point”, señales de vida después de la defenestración merecida del abominable
“Give Out But Don’t Give Up” (1994) –para unos Black Crowes no estaba mal, pero para alguien que firma “Higher Than The Sun”...–, tampoco es el disco de la resurrección que muchos esperaban de
Primal Scream.
La miel en la boca nos la puso el propio Gillespie. Un himno dub mano a mano con Adrian Sherwood, “The Big Man & The Scream Team Meet The Barmy Army Uptown”, para la selección escocesa de fútbol de la pasada Eurocopa, una vuelta al regazo de Weatherall en
“Trainspotting”, la estimable sustancia lisérgica que cedió a la banda sonora de la película sobre el libro de su amigo Irvine Welsh, y, sobre todo, el single
“Kowalski”.
Inspirado en el personaje central de la
road movie de culto (cinta preferida de Andy García) de Richard Safarian “Vanishing Point” (“Punto límite cero”, en España), “Kowalski” era un adelanto veloz, sucio y animal. Una línea de bajo musculosa,
samples de diálogos del filme, motores rugientes, estribillos tan solo insinuados... Una de las canciones del año.
Lástima que el resto de
“Vanishing Point” patine demasiado y no se acerque, ni de casualidad, al fulgor de “Kowalski” o “Trainspotting”, ambas incluidas en el álbum. De acuerdo,
“Burning Wheel” y
“Out Of The Void” le harían un favor a Kula Shaker y la intoxicación dub de
“Stuka” o
“Star”, junto al coloso de la melódica Augustus Pablo –hay amistades que no se merecen–, pasan el aprobado. Pero la ridícula versión de
“Motörhead”,
“Medication” (Black Crowes
again) o
“Get Duffy”, que Money Mark no querría ni regalada, siguen poniendo en evidencia a Bobby Gillespie. Habrá que esperar al
reworking dub del álbum que prepara Adrian Sherwood. ∎