Álbum

Rick Treffers

LevensdriftSkipping, 2022

El holandés Rick Treffers se había distinguido en los últimos tiempos (casi siempre, en esencia) por un exquisito pop de cámara, delicado y artesanal, con leves guiños a la bossa nova o al legado de Burt Bacharach, Nick Drake o Fairport Convention, pero poco de eso hay en este “Levensdrift”, primer disco que publica en neerlandés –habitualmente emplea el inglés, puntualmente lo ha hecho en castellano– en los últimos once años. Quizá el asumido cariz confesional de sus textos justifique el recurso a la lengua materna, a la expresión sin filtro alguno, porque es este un disco muy pandémico y muy de mediana edad. Nos explicamos: nace de la implacable certeza del paso del tiempo tras una visita a su madre en Heemstede (Holanda) en 2020, se acentúa con el transcurso de los sucesivos confinamientos y tiene también mucho del rubicón superado de los cincuenta, aunque eso es algo que Rick ya rebasó hace cuatro años y bien podría haber sido extensible al anterior. Pero se hace difícil imaginarlo así hace diez, por ejemplo.

Seguramente porque el contenido condiciona la forma, es también un trabajo más austero, menos expansivo, quizá más incómodo y seguro que más intimista de lo que acostumbra, apenas sin baterías, con el multinstrumentalista holandés Theo Sieben proveyendo guitarras slide, banjo, mandolinas, organillos varios, efectos de guitarra y samples. Más confidencia crepuscular que el melodrama pop al que nos tenía acostumbrados, para entendernos. Más lluvioso que soleado. Aunque sin regodearse en la aflicción, porque el título ya de por sí es explícito (significa “ganas de vivir”), pero exudando una melancolía que aquí discurre en tonos sepia, y no en el florido Pantone que frecuentaba.

Quien fuera líder de Girlfriend Misery, Miss Universe y Mist, ciudadano de nuestro país de forma intermitente (actuó por primera vez en Valencia en 1995, y durante la última década ha vivido a esta orilla del Mediterráneo), se explaya aquí en una suerte de folk húmedo y tenue, algo coral, que en algún momento recuerda al Matt Elliott de “Drinking Songs” (2005), como ocurre en “Het moment”, con esos coros tabernarios ornamentando una letra que empieza haciendo referencia a la espada de Damocles: de lo poco que nuestra paupérrima noción de neerlandés llega a captar, aunque Rick envió poco después a los medios una traducción de sus textos al castellano y pudimos confirmar que el amor como necesidad, la muerte, los miedos más íntimos y el segundo acto de la vida son los temas dominantes.

Y que tiene también la virtud de recordarnos, por la vía de las colaboraciones, exquisitas bandas paisanas suyas –a las que siempre da gusto reivindicar – como Daryll-Ann (su líder Jelle Paulusma pone voz y guitarra en “Waslijst”) o The Nits, cuyo vocalista, Henk Hofstede, se encargó del videoclip de “In de stad”. ∎

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