Avanza “The Candle And The Flame”, se precipitan al vacío acordes y melodías y asoma por el rabillo del ojo otro álbum grabado en circunstancias parecidas. Diferentes protagonistas, los mismos ingredientes. Amor y enfermedad. Sobre todo amor. El disco, en efecto, es “Sukierae” (2014), bálsamo sanador que Jeff Tweedy y su hijo Spencer grabaron mientras Sue Miller, esposa del primero y madre del segundo, batallaba con un cáncer.
Fast forward veloz y nos plantamos en julio de 2021. A Karin Bãumler, mujer de Robert Forster, le acaban de diagnosticar un cáncer de ovarios. Empiezan las sesiones de quimioterapia y de la conmoción y el desconcierto nace “She’s A Fighter”, la chispa que prende la mecha. La canción con la que todo empieza a rodar. A Forster lo acompaña su hijo Louis y su hija Loretta. También la ex The Go-Betweens Adele Pickvance. Incluso Karin se lanza a tocar el xilófono mientras su marido canturrea sobre una melodía espartana eso de “she’s a fighter / fighting for good”. “It’s a family affair”, que diría Sly Stone. “Enamorado de la vida aunque a veces duela”, añadirían entre palmas Camarón y Kiko Veneno.
Porque si algo es “The Candle And The Flame” es el amor hecho disco. Una terapia de grupo y un primoroso vistazo a la propia vida con el que Forster, especialista en mirar y escribir desde ángulos inesperados, le canta a la intimidad y al encanto de las pequeñas victorias cotidianas. “Walking through salt and water, I see how far we’ve come”, recita al trote en “Tender Years”, delicada revisión de toda una vida en pareja y fabuloso folk-rock vestido con lo justo. Un arpegio marca de la casa, unos coros delicados, y a volar. El vídeo, con el espigado cantante de Brisbane bailando mientras prepara el desayuno en un plano fijo, es para troncharse.
Con “The Evangelist” (2008), Forster ya se vacío para despedir a su exsocio y amigo Grant McLennan, pero si aquel disco acabó siendo una celebración del gozo pop que los unió, un ochomil coronado por joyas como “Let Your Light In, Babe” o “It Ain’t Easy”, “The Candle And The Flame” rebaja las revoluciones para festejar la vida desde una dimensión mucho más íntima y doméstica. Canciones minúsculas para emociones a flor de piel. Folk de autor y rock con las aristas bien marcadas para lidiar con la quimioterapia, sacar el ingenio a pasear (brillante “I Don’t Do Drugs, I Do Time”) y batallar con una nostalgia que se traduce aquí en delicias narrativas como “When I Was A Young Man” o la estupenda “Go Free”. Canciones de amor sencillas y tiernas con las que Forster arropa y reconforta. Lo dicho: el amor hecho disco y un disco que es un auténtico amor. ∎