“Immaterial girls, immaterial boys; I could be anything I want: anyhow, anyplace, anywhere, anyone, any form, any shape, anyway, anything, anything I want”, escuchamos en la eufórica
“Immaterial”, todo estribillo, penúltimo corte de
“Oil Of Every Pearl’s Un-Insides”, el primer álbum propiamente dicho de
SOPHIE. Desde su irrupción, la productora siempre ha jugado al despiste haciendo bandera de lo ambiguo, de lo informe, de lo virtual, pero su figura toma forma explícita en la portada del disco. Incluso, y esto es novedad en su carrera, pone su propia voz al servicio de un tema, la balada
“It’s Okay To Cry”.
La utópica propuesta de SOPHIE establece conexiones con la realidad como nunca antes hasta ahora, pero su concepción de la música sigue sin plegarse demasiado a convenciones pop, pese a haber producido últimamente a nombres del
mainstream (Madonna) y aledaños (MØ, Charlie XCX, Vince Staples). De hecho, es el pop el que, de un tiempo a esta parte, parece querer acercarse a su trabajo y al de sus colegas del colectivo PC Music.
Este “Oil Of Every Pearl’s Un-Insides” funciona perfectamente como manual de instrucciones para comprender el excesivo y delirante ADN musical de la artista escocesa, colisión impensable entre J-pop y Aphex Twin, entre Madonna y Autechre. O, al menos, para disfrutarlo: descifrar semejante chaparrón de estímulos es casi imposible. ∎