El songwriter estadounidense Steve Gunn atesora una carrera prodigiosa, sin grandes aspavientos, sin hacer demasiado ruido pero erigiéndose en uno de los grandes compositores a seguir de cerca al que habría que otorgar mayor relevancia universal.
Lleva más de una veintena de trabajos discográficos, entre ellos proyectos con grandes como Cass McCombs, Kurt Vile o Kim Gordon y con otros músicos como Mike Cooper, Truscinski Duo o Mike Gangloff. Ha publicado en sellos como Thrill Jockey –“Seasonal Hire” (2015)– o Matador –con tres álbumes magistrales: “Eyes On The Lines” (2016), “The Unseen In Between” (2019) y “Other You” (2021)–.
Desde “Let The Moon Be A Planet” (2023), ha desarrollado una tendencia en su música hacia lo instrumental. Y con “Daylight Daylight” no iba a ser menos. Sigue explorando en lo vocal también, claro, pero sus deseos se decantan por crear texturas, paisajes y ambientes que buscan cierta pureza, o al menos aires de determinada claridad. Encuentro muchos ecos de Nick Drake (especialmente en ciertas partes de “Morning On K Road”, “Loon” y “A Walk”), pero también trazas de Damien Jurado, David Sylvian o Ry Cooder, entre muchos otros grandes compositores. Parece que aquí Gunn se embarca en una búsqueda del autoconocimiento y el descubrimiento de nuevos lugares, de diferentes tránsitos vitales. Parece haber una pretendida sensación de encuentro con la tierra, con el espacio y el universo. Poca broma con el espectro catártico que consigue Gunn.
La escucha de la música del músico de Pensilvania apacigua y, más allá de esa proyección hacia lo externo, crea conexiones con el universo interior. En estas siete canciones sobrevuela una sensación de inmensidad, de que su música amplía horizontes (y los recrea). Multitud de arreglos de cuerda, de viento, sintetizadores, percusiones y guitarras buscando su cadencia. Nada sobra, nada falta. Ya la portada –una imagen del reflejo de la luz solar en un estanque o charca, con restos de hojas y de vegetación– nos anuncia lo que puede contener este álbum.
Desde que emprendemos viaje con “Nearly There”, la sensación es de adentrarnos en un trip fascinante. En “Another Fade”, la evocación es contemplativa. Pocos artistas logran esa comunión. Creo que Gunn atraviesa un momento de gracia. Me gustaría que esta fuese la banda sonora de un mundo en proceso de paz, en diálogo constructivo con el ser, en la búsqueda de un orden y equilibrio con la naturaleza y el universo. Espero que encuentren el regocijo y el bálsamo que yo he hallado con cada nueva escucha. “Daylight Daylight” es un tesoro que parece escondido, pero no: está ahí, al alcance de todos. ∎