El clan de los Skelly. El entorno que se forjó entre las paredes del pub familiar en los aledaños de Mersey dio vida a una banda cuyos lazos van más allá de lo estrictamente profesional, y que se extienden a parientes como el primo Miles Kane. Y desde tal perspectiva se puede entender mejor este doble álbum conceptual acerca de un destino turístico imaginario, con la trama de las piezas engarzada mediante interludios narrados por el abuelo de 85 años –The Great Muriarty– de Ian y James.
El primer disco de “Coral Island” trabaja la temporada alta. Ambiente estival cuyo arranque en “Love Undiscovered” dispone de un tono de voz nasal de Liverpool no muy lejano al de Ian McCulloch en clave pop, para que después asome el jangle de “Change Your Mind” –quienes renieguen del nuevo de Teenage Fanclub la pondrían en un altar– y la cadencia cimbreante de “Mist On The River” sirva de preámbulo al pop vibrante sixties de “Vacancy”, el cambio de rasante. A partir de allí se disfruta de la brisa de “The Game She Plays” como The Clientele con el codo en la barra del bar mientras se preguntan si el cóctel tiene más agua de coco o ron, poco antes de que “Autumn Has Come” –con el trote Morricone típico de The Coral– apure el romanticismo de fin de verano.
El segundo álbum se centra en lo que acontece en la villa cuando termina el bullicio y llega el invierno, deteniéndose en los personajes que permanecen allí. Podría ser un disco muy triste, pero se contrapone el sonido de la banda, más rugoso y cercano a la habitual influencia spaghetti western en “Golden Age”, “Faceless Angel”, “Telepathic Waltz” y “Land Of The Lost”, salpicado con algunas composiciones como “Take Me Back To Summertime” –en plan ramplón “Ob-La-Di, Ob-La-Da”–, una muy sentida “Old Photographs” –entre la acústica y el título no puede evitar las comparaciones con “Photographs And Memories” de Jim Croce– y la puntilla camp de “The Calico Girl” que le aportan el plus de variedad. ∎