Álbum

The Cure

WishFiction-Polydor-Polygram, 1992
Es extraña la capacidad que Robert Smith tiene para reinventarse a sí mismo, ofreciendo nuevas apariencias para su música, pero acudiendo, al fin y al cabo, a lo que siempre ha hecho. Superó totalmente su llamada etapa “siniestra”, pero recurre sin reparos a los ambientes más lúgubres y deprimentes. Sofisticó hasta el delirio los arreglos, pero no descarta las sencillas melodías pop que han constituido lo mejor de su repertorio en muchas ocasiones. Con “Disintegraton” (1989) tuvo un muy sólido destello de inspiración que superaba ampliamente la flojera de los dos o tres discos anteriores. Aunque ofrecía lo mismo de siempre. “Wish” no es tan contundente y homogéneo como ese álbum, pero tiene de nuevo una extraña capacidad de convencer a quienes no tengan, eso sí, prejuicios ante todos los clichés acumulados por Robert.

Y hablo del chico de los labios mal pintados, porque aunque The Cure tengan apariencia de banda bien avenida y democrática, todo parece formar parte de la pulcra y controlada casa de muñecas de míster Smith. Tres líneas coexisten en el conjunto del nuevo repertorio, una docena de canciones en doble LP y sencillo CD: las limpias y frescas melodías pop destinadas al single, las avalanchas de rock envolvente y guitarrero, y las tristes, largas y bellas secuencias que constituyen el lado más emotivo del grupo. En cada uno de los apartados hay canciones que no van más allá de lo ya conocido, pero se hacen irresistibles: el carácter naíf de “High” y el clásico dúo de voces; el impresionante rugido de guitarras con wah-wah, buena aplicación de Jimi Hendrix al universo Cure en “Cut”; la entrega conseguida con las melodías de cuatro notas que alimentan los estudiados y arrastrados desarrollos de “Apart” y “Trust”, con certeros sonidos de piano y mellotron.

El resto del repertorio mantiene el equilibrio entre la moderada inspiración, la fidelidad a las raíces y una inteligente mezcla de ingredientes que satisfaga a viejos y nuevos fans. Entre el infantilismo y el misterio, el diseño de portada ya adelanta las convicciones de un Robert Smith solo dispuesto a cambiar con moderación. Pero aún con algo que decir. ∎

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