¿De verdad fueron The Dream Syndicate representantes de aquel nuevo rock americano de los años ochenta que hasta algunos de sus oficiantes han puesto en tela de juicio como movimiento? Sin despreciar en absoluto la obra de Green On Red, The Long Ryders o The Del-Fuegos, y de otras bandas a las que también se ha incluido un tanto libérrimamente en aquella nueva ola, caso de R.E.M. y Violent Femmes, que ya son ganas de incluir, The Dream Syndicate fueron otra cosa. Al menos en sus tres o cuatro primeros años de vida. “The Days Of Wine And Roses” (1982), su primer –y mejor– álbum poseía –posee– una existencia distinta, unas guitarras, sonidos, texturas y melodías divergentes con buena parte de aquel rock estadounidense que en el fondo pretendía cambiar muchas cosas para que todo siguiera igual. Quizá es una puntualización muy subjetiva, lo reconozco, la de alguien que no comulgó demasiado con el NRA y en cambio disfruta de lo lindo con la banda de Steve Wynn, The Feelies, The Cramps o The Gun Club.
El título podría evocar el tema clásico de Henry Mancini para la película homónima de Blake Edwards sobre el alcoholismo y cómo combatirlo, “Días de vino y rosas” (1962), pero el discurso va por otro lado. El disco de debut de The Dream Syndicante, publicado por Rough Trade y Slash, arrastraba las formas del rock americano de costa a costa, con la mirada puesta tanto en el Nueva York de The Velvet Underground como en la California de The Grateful Dead, con la electricidad turbia o turbulenta y lo que podía quedar de la gran era de la sicodelia estadounidense. Nada mejor para comprobarlo que “Sure Thing”, el corte que abría el EP previo de la banda publicado en el mismo 1982, alumbrado por Reed, Cale y compañía tanto en la forma de cantar de Wynn como en el tratamiento de las guitarras. El siguiente tema del mismo EP, de registro aún crudo, “That’s What You Always Say”, era algo distinto, ya definía mejor lo que nos iba a deparar la singladura del grupo entonces formado por Wynn (voz, guitarra), Karl Precoda (guitarra solista), Kendra Smith (bajo, voces) y Dennis Duck (batería).
Ambas canciones, y las otras dos que conformaron la tarjeta de presentación en forma de 12”, “When You Smile” y “Some Kinda Icht”, están presentes en este cuádruple CD y vinilo que conmemora el cuarenta aniversario de la publicación de “The Days Of Wine And Roses”. Su título quiere abarcar mucho más que una simple reedición con un puñado de añadidos: “History Kinda Pales When It And You Are Aligned. The Days Of Wine And Roses. 40th Anniversary Edition”. Pero la historia no palidece, todo lo contrario, se engrandece y resplandece. El segundo álbum del grupo, “Medicine Show” (1984), con otro clásico de la envergadura de “John Coltrane Stereo Blues”, ya sin Smith pero aún con Precoda, es espléndido, así como algunos de los posteriores trabajos con Paul B. Cutlter como guitarra y Mark Walton al bajo, pero no alcanzaron las cotas álgidas de insurrección de “The Days Of Wine And Roses”.
Qué decir de “When You Smile” y su cálida melodía después inflamada. Y de “Some Kinda Icht", otra trepanación velvetiana. Solo dos de los cuatro temas del EP, “When You Smile” y “That’s What You Always Say”, fueron reformulados en el álbum. Son dos piezas incuestionables que unos meses después, en formato largo, batallaban por ser las mejores con “Halloween”, “Then She Remenbers” y, ahí es nada, la delicada “Too Little, Too Late” cantada por Smith y “The Days Of Wine And Roses” con su improvisación de guitarras en abismo.
La onomástica merece la inclusión de todo tipo de descartes de la época, tomas alternativas, premaquetas, improvisaciones, versiones para 7”, covers, tomas en directo sin pulir y fragmentos de conciertos un poco mejor grabados. “That’s What You Always Say” es el más solicitado con seis lecturas distintas, del esbozo a la realidad pasando por la probatura y el live descarnado (sobresaliente la toma en el backstage de un concierto en Tucson). Del baúl emergen un tema muy post-punk, “Last Chance For You”, con una sección rítmica desconocida, Carolyn O’Rourke al bajo y Erik Landers a la batería. Una versión bastante respetuosa en directo del “Folsom Prison Blues” de Johnny Cash, seguida de una visión muy ominosa de “Until Lately”. Otra deuda saldada con la Velvet, “Open Hour”, y otro viaje al pasado con el “Road Runner” de Bob Diddley prolongado por un manifiesto emocional al rockabilly, “Instrumental”. Dos largos temas en forma de jam y rhythm’n’blues monolítico que suman casi veinte minutos, “Like Mary” y “Outside The Dream Syndicate”, que ya habían sido incluidos en la reedición del disco en 2015 a cargo de Omnivore Recordings. Y una toma desnuda de “Too Little, Too Late” en la que Smith se transforma en Nico al cantarla. El último de los 54 temas es una apropiación sucia del “Piece Of My Heart” de Janis Joplin. ∎