Álbum

The Hold Steady

The Price Of ProgressPositive Jams-Thirty Tigers- Popstock!, 2023

A la altura de “Boys And Girls In America” (2006) y “Stay Positive” (2008), The Hold Steady era la banda mejor posicionada para convertirse en el próximo gran bastión del rock clásico norteamericano. Pero, entonces, algo se truncó. Tal vez fuese la marcha del teclista Franz Nicolay –con una igualmente interesante carrera en solitario-, tal vez el propio agotamiento creativo del grupo formado en Minneapolis y afincado en Brooklyn. En la década de los 2010, se vieron relegados a un segundo plano y la atención sobre ellos decayó. Pero se atisbaron aromas de resurrección en 2016, cuando el teclista pródigo volvió a la banda, esta se amplió a sexteto y añadió como productor de cabecera a Josh Kaufman. Con esas premisas, iniciaron la que se puede considerar una nueva trilogía conformada por “Thrashing Thru The Passion” (2019), “Open Door Policy” (2021) y el presente álbum.

“The Price Of Progress”, en realidad, funcionaría mejor como un libro de relatos que como disco. El mejor arma de The Hold Steady siguen siendo los textos de Craig Finn, un narrador clásico en la onda de Willy Vlautin y John Darnielle. Aquí aporta diez historias, puestas en boca de otros tantos personajes que se buscan la vida entre los despojos del sueño americano, defraudados por un mundo que no entienden y que confrontan con un pasado idealizado. Hay referencias a la propia vida del rock’n’roll, al fútbol americano y a las apuestas, a las relaciones sentimentales que se diluyen y, sobre todo, al dinero. O más bien, a la falta del mismo.

Finn lo defiende vocalmente con su vigoroso estilo, medio cantando, medio lanzando palabras como una ametralladora en un tono casi de spoken word. Pero la música va por otro lado, y no siempre consigue atraer más atención sobre el relato. Acompañada por varios músicos de cuerdas y metales y por dos vocalistas adicionales, la banda tira por un desarrollo más de ópera-rock, renunciando a la épica de sus primeros trabajos y retorciéndose en continuos quiebros que se van hacia lo excéntrico o, directamente, hacia lo rancio. Digamos que me gustan varios fragmentos de canciones, pero ninguna canción entera. En cierto modo, es como si el sonido de “The Price Of Progress” estuviese alineado con la mente de los personajes que lo protagonizan: buscando en anclaje en un pasado que imaginan glorioso, pero que, en la realidad presente, no funciona. ∎

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