En su primer disco para Merge, Mackenzie Scott parece decidida a vengarse de 4AD por echarla de su
roster. Es decir, es como si se hubiera planteado conscientemente componer sus mejores partituras, refinar su sonido al extremo y recuperar el pulso emocional que podía faltar al material de
“Three Futures” (2017). O quizá, simplemente, como ella misma ha confesado, es que está enamorada, y eso puede ser más inspirador que cualquier
vendetta.
“Silver Tongue” comparte con su antecesor el tacto sintético, pero es un álbum mucho menos cerebral y teórico, más expresivo y romántico; vuelven los influjos de PJ Harvey que resonaban en
“Torres” (2013). Básicamente, se trata de su primer disco sobre el amor, un sentimiento que a
Torres puede darle más ansiedad que bienestar. El álbum arranca con
“Good Scare”, una (gran) canción sobre una relación que no parece asentada en una base sólida de confianza. Como viene siendo habitual, la artista juega con los géneros: dice a su enamorada que le cantará una canción country sobre
“embarazarte bajo las estrellas de Tennessee / en la cama de mi camioneta Chevrolet roja”. Torres ha llegado a hablar de “Silver Tongue” como su “disco country”, pero esa idea solo se percibe realmente en la bastante eléctrica
“Good Grief”.
Estamos ante una suma muy equilibrada de todo lo que la cantautora indie ha hecho hasta la fecha: casa el alt rock con un tacto sintético bien llevado y de marcada atemporalidad. Pero, a la vez, no se parece a nada que Mackenzie Scott haya hecho antes. La culpa, como decíamos, debe ser del amor: donde antes podía ser críptica, ahora quiere ser meridianamente clara. Raramente ha entregado canciones tan breves como
“Gracious Day”, el mejor ejemplo, probablemente, de su nueva, emotiva sinceridad:
“Cuando miro en el horizonte hacia el final / Es a ti a quien veo a mi lado”. ∎