Álbum

Tujiko Noriko

Crépuscule I & IIEditions Mego, 2023

Durante un tiempo a Tujiko Noriko se le colgó absurdamente la etiqueta de “la Björk nipona”. La comparación, además de perezosa, podía llevar a engaño y probablemente provocara más de una decepción a quien esperara piruetas de pop vocal sobre beats precisos. Lo de Noriko siempre fue bastante experimental y abstracto, aunque, como se advierte en la nota de prensa de este nuevo trabajo, introdujo de alguna manera algo parecido a la melodía en el universo hasta entonces tremendamente hermético de Mego. Estamos hablando de principios de los 2000s, de discos como “Shojo Toshi” (2001) y especialmente “Make Me Hard” (2002), ambos publicados en el sello de Peter Rehberg y aclamados en su momento. Desde entonces Nuriko no ha dejado de producir, componer y sacar material (en plataformas del prestigio de Tomlab, FatCat o Room40), aunque la atención y el interés general por su trabajo se ha ido diluyendo con el tiempo. Paralelamente, la artista de Osaka ha ido combinando sin problemas su trayectoria sonora con una carrera en el cine, ejerciendo tanto de actriz como de realizadora. Añadamos también, para perfilar aún más su currículum, colaboraciones con Lawrence English, Saâdane Afif, Nobukazu Takemura o Aoki Takamasa, entre muchos otros.

Así que, aunque lo pueda parecer, “Crépuscule” no significa ningún retorno, sino la continuación de un recorrido en permanente movimiento y evolución. Los elementos de este nuevo disco, doble y bastante inabarcable (1 hora y 46 minutos de ambient de otro mundo), son los mismos de siempre: computadora, voz y texturas. Tres ingredientes que le ofrecen posibilidades infinitas a Noriko, y más teniendo en cuenta el añadido de otro input, otro enfoque, que no se sabe si es causa o consecuencia (y tampoco importa mucho): el score cinematográfico. Lógicamente su relación con el cine y su experiencia previa en títulos como “Surge” o “Kuro” tiene que ver con ello, y se percibe en muchos momentos del álbum. En “Opening Night”, por ejemplo, la amplitud sónica que aportan unos vientos majestuosos pero muy medidos evocan escenas de misterio onírico, muy cinemático. También la duración de varias de las piezas tiene que ver con esa lectura, especialmente las dos últimas: “Roaming Over Land, Sea And Air”, de casi 24 minutos, y “Don’t Worry, I'll Be Here”, de casi 19, suites entre el ambient aislacionista y el score experimental, algo así como una traslación sonora de los lenguajes parsimoniosos y sensoriales de Béla Tarr o Theo Angelopoulos.

“Crépuscule” (buen título) es un disco humano, pero también un poco irreal, sonámbulo y meditativo como pueden ser algunos de los primeros trabajos de Grouper, nombre que casi inevitablemente viene a la cabeza a los pocos minutos de haberse zambullido en el universo que propone aquí Noriko. Una obra a la que conviene entrar con mucha calma y predisposición si se quiere practicar la escucha activa, pero que también puede “funcionar” (perdón por el verbo) como banda sonora de una noche larga, sin fin, en la que las situaciones se van sucediendo lentamente, o como un ritual espiritual que elimina agarres y abandona el suelo firme para llenarse de sentido. ∎

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