La intuición, las probaturas mediante permutas instrumentales, la búsqueda de nuevas texturas y la carencia de ataduras de ninguna clase siguen guiando la carrera de Animal Collective, aunque hayan pasado dos décadas desde su irrupción y no sean ya ese proyecto de vocación rupturista, casi adelantado a su tiempo, que brillaba con fuerza a finales de la primera década de este siglo. “Isn’t It Now?” (Dominio-Music As Usual, 2023) es el segundo álbum que extraen de las mismas sesiones, las que también dieron luz a “Time Skiffs” (Domino, 2022), diferenciado de aquel porque aquí ya pudieron trabajar juntos en el mismo estudio tras el parón de la pandemia que los obligó a operar en remoto, y con un productor al uso, Russell Elevado (The Roots, D’Angelo, Kamashi Washington).
Hablo de todo esto con Geologist. Es el teclista, programador, percusionista, sampleador y ahora zanfonista del cuarteto que completan Panda Bear (Noah Lennox; voces, guitarra, percusión), Avey Tare (Dave Portner; voces, bajo, guitarra, sintetizadores) y Deakin (Josh Dibb; voces, guitarra, sintetizadores, piano). Aunque el reparto de funciones que indican estos paréntesis cada vez tenga menos sentido en su caso, porque todos tocan ya un poco de todo. Geologist me atiende por Zoom desde su casa en Washington D.C.
Estas canciones proceden de las mismas sesiones que “Time Skiffs”. ¿Dirías que la principal diferencia es que fueron grabadas con toda la banda en el estudio, no como aquellas?
Creo que sí, que esa es la principal diferencia. Aunque si algunas de las canciones de “Time Skiffs” se hubieran grabado con Russell Elevado y en el mismo estudio, habrían sonado de un modo similar. Cosas como “Broke Zodiac” o “Gem & I” son las que más cerca están de las de “Time Skiffs”. De hecho intentamos incluirlas en aquel disco, pero la energía que desprendían no funcionaba igual, pese a que la grabación y la mezcla estuvieron bien. Las canciones de ambos discos se escribieron durante el mismo período de tiempo, en el mismo año. En un principio no les veíamos una gran diferencia, pero la pandemia y el confinamiento fue lo que nos permitió separarlas en dos álbumes distintos.
Entrevisté a tu compañero Deakin el año pasado, cuando salió “Time Skiffs”, y me decía que “Isn’t It Now?”, por entonces sin título, tendría una vibración distinta. Yo tengo la impresión de que es más experimental y menos cohesionado que aquel. ¿Lo ves así?
Puede dar esa impresión por la elección de las canciones, pero no teníamos en mente colocar las más directas en uno de los discos y las más experimentales en el otro. Tenía más que ver con lo que éramos capaces de hacer trabajando en remoto durante el confinamiento. Algunas de las canciones de “Isn’t It Now?” empiezan de una manera hasta que el estribillo las cambia por completo. Pero cada canción dictaba cómo íbamos a usarlas: si se quedaban así o requerían el contacto humano en el mismo estudio, el mirarnos a los ojos. Las canciones que requieren eso tienden a ser algo más libres en sus formas, y puede que esa sea la razón por la que este disco parezca algo más experimental. Pero te diría que, irónicamente, había más oportunidades de experimentar con “Time Skiffs”, sobre todo en las intros y los outros de las canciones. En “Cherokee”, por ejemplo, hubo mucha interacción hasta que los beats entraban, fue algo que pudimos perfeccionar en un par de semanas. A veces uno o dos integrantes del grupo trabajaban en ellas como si fuera un collage de cintas, uniendo piezas. Pero sí que es verdad que canciones de formas tan libres como “Magicians From Baltimore” requieren del trabajo compartido en el mismo estudio.
¿Qué buscabais en la producción de Russell Elevado, conocido sobre todo por sus trabajos para D’Angelo, The Roots o Kamasi Washington? En principio no se aprecia ninguna huella de la música negra en este disco.
Contactamos con él en un primer momento antes del COVID, cuando pensábamos grabar todas las canciones juntas. Y esto vuelve a ser irónico, porque con una canción como “Defeat” no podíamos pensar, ni de lejos, en Russ. Ni con el inicio de “Genius Open” ni con “Magicians From Baltimore”. De hecho le pegarían más canciones de “Time Skiffs” como “Car Keys”, “Dragon Slayer” o “Prester John”. Esas son las canciones que nos hicieron pensar en Russ, ya que tienen mucha interacción entre la batería y el bajo, que actúan como cálidas fuerzas motoras. Pero él es fantástico, siempre sabe muy bien lo que está haciendo, capta muy bien cómo queremos sonar. Ya te digo que resulta chocante que acabara produciendo precisamente las canciones para las que no le teníamos en mente. Hay pocas de esas en este disco. “Gem & I” es una de ellas. Y “All The Clubs Are Broken” también. Pensamos en él cuando todas las canciones aún formaban parte de la misma remesa.
¿Hay alguna influencia en este disco de las bandas sonoras que habéis compuesto? Me refiero a la del documental de 2021 “Crestone”, dirigido por Marnie Ellen Hertzler, que hiciste tú junto a Deakin. Y a la de la película “The Inspection”, de Elegance Bratton, que sí que fue compuesta por los cuatro y se estrenó el año pasado.
La de “The Inspection” la compusimos después de grabar estos dos discos. Con la de “Crestone”, que es anterior, te diría que sí que nos influyó, pero de un modo que me es complicado determinar. Deakin tocó mucho el piano y los teclados en ella, al igual que hace aquí, pero no sé si “Crestone” tuvo la culpa: yo diría que él ya estaba muy metido en eso por su cuenta durante el tiempo que estuvo fuera de Animal Collective. Recuerda que no estuvo en “Painting With” (Domino, 2016). Diría que mi uso de sintetizadores modulares entre aquel disco y estos dos cobró más matices, más sabores. Algunos de los sonidos en los que trabajé para “Crestone” me llevaron a la zanfona en este nuevo disco. A eso sonaban algunos de los fragmentos de sintetizador modular que trabajé para la banda sonora. La evolución natural fue traerlos a lo nuevo de Animal Collective e interpretarlos con un instrumento real.
Justo te iba a preguntar por eso. Por el uso de la zanfona y la influencia de la música del Renacimiento, que se menciona en la nota de prensa del disco y que creo que se nota en “Genies Open” y “King’s Walk”, y era inédita en vosotros.
En términos de composición, melodías y armonías del Renacimiento, influyó en Avey Tare. Escribió la parte central de “Genies Open” y creo que también se nota en “King’s Walk”, pero también en “Defeat” y “All The Clubs Are Broken”. Le influyó mucho a nivel de armonías e intervalos. Creo que la zanfona es la única conexión que tengo yo con esa música. Es un instrumento que me ha interesado desde hace décadas, sobre todo desde que vi al japonés Keiji Haino tocarla en un concierto en Nueva York, en un set muy experimental, disonante y drónico. Nos impactó. La simple idea de que ese instrumento pueda emitir sonidos tan diferentes me intrigó hasta acabar en este disco. También influyó, además de mi trabajo en “Crestone”, mi papel en directo junto a John Cale en algunos de los conciertos en los que celebraba el aniversario de The Velvet Underground y toda su carrera en solitario, en los que me pedía que con el sintetizador modular sacara un sonido lo más parecido posible a su viola. Creo que ha sido como un camino evolutivo de veinte años el que me ha llevado a este instrumento.
Está claro que os seguís alimentando de influjos externos e internos. ¿Os sigue resultando fácil hacer del estudio, e incluso del escenario, una especie de patio de juegos tras más de veinte años de carrera?
Es lo que nos divierte. Incluso las cosas que al resto de la gente le puede parecer no tan nuevas. Y el hecho de darnos libertad para emprender proyectos en solitario por nuestra cuenta nos obliga a explorar más cosas. Nos hace responsabilizarnos más de lo nuestro cuando nos juntamos de nuevo. Especializarnos en instrumentos que nos resultan nuevos. Igual a un músico tradicional no le parece tan nuevo ni excitante, pero para nosotros lo es. Deakin tradicionalmente tocaba la guitarra en nuestros discos hasta que se pasó al piano, por ejemplo. Yo he alternado los sintetizadores con la batería, que me fue interesando cada vez más. Dicho así, puede que no suene a exploraciones musicales fuera de lo común, pero cuando abordas un instrumento nuevo con cuarenta años, ya al borde de los cincuenta, y desde una perspectiva de lo más naíf, tienes esa sensación de descubrimiento al tocarlos. No estás atrapado por patrones prestablecidos, creo.
Siempre me ha maravillado cómo mantenéis el equilibrio interno entre los cuatro, incluso viviendo desde hace años en ciudades distintas, separadas por miles de kilómetros, repartidos entre Washington D.C., Baltimore, Carolina del Norte y Lisboa. Se parece bastante a una democracia, algo complicado en una banda.
No diría que es una democracia real. Más bien una democracia modificada, en la que la gestión de las emociones juega un papel esencial. Tener proyectos paralelos nos da la oportunidad de explorar ideas que requieren un enorme rango de sonidos. Ideas vocales, de ritmo, de bajo, que a lo mejor no pueden llevarse a cabo en la banda porque no puedes decirle al otro lo que debe o no debe tocar. Y cuando nos juntamos de nuevo no es que vaya como la seda ni que estemos de acuerdo en todo. Tenemos nuestras diferencias, y debe haberlas. No puede ser perfecto. Aunque tampoco sé lo que significa aquí la perfección. Pero si una banda no pasa de página, no te sorprende. Los desacuerdos generan sorpresas y me alegro de que existan. Siempre y cuando no nos odiemos, que es algo que hasta ahora hemos logrado evitar.
Siempre estamos resaltando con vosotros influencias del pasado: Brian Wilson, la psicodelia, el rock protoelectrónico, el indie rock de los noventa, ahora la música del Renacimiento… Como si vivierais en una burbuja inmune al presente. Por eso te quiero preguntar si no hay nada reciente que os haya maravillado y se filtre en vuestra música.
Me encantan los dos últimos discos de Moor Mother. Ese collage de sonidos, sus colaboraciones… Logra algo asombroso, que es ser lineal y no lineal al mismo tiempo. Como un cuadro o una película que te induce a mirar en diferentes direcciones a la vez. Tiene una profundidad tridimensional. En su último disco se presenta a la vez como una MC, una productora y una creadora de collages. Sus letras te llevan linealmente, en apariencia, por una historia, porque tienen un comienzo y un final. Pero te hipnotizan de forma que ya no sabes qué fragmento viene de antes y cuál viene de después, y tampoco importa. No sé cómo lo hace. Es una de esas personas que sientes que están ahí presentes antes de entablar contacto visual con ellas. Me ha pasado. Emite una energía especial. Es quien más me inspira ahora mismo. ∎