Stuart Murdoch y Sarah Martin en Madrid.
Stuart Murdoch y Sarah Martin en Madrid.

En portada

Belle And Sebastian

Siendo ellos mismos

Fotos: Alfredo Arias

06.05.2022

Hacerse mayor es un estado mental y Belle And Sebastian lo demuestra con cada nuevo trabajo, manteniéndose fiel a su sonido, pero sin cerrarse a los cambios. “A Bit Of Previous” –su undécimo álbum en estudio, que se ha publicado hoy– supone tanto una vuelta a sus orígenes como un repaso a cada alto en el camino. Estático pero, a la vez, en constante movimiento.

E

n algún momento de la entrevista, Stuart Murdoch dice que nunca ha tenido miedo de apoltronarse con Belle And Sebastian porque nunca llegaron a conseguir un gran hit. Sorprende la humildad del cantante y guitarrista del grupo, que comparte esta incursión promocional en Madrid junto a la violinista Sarah Martin: quizá “gran hit” no sea la mejor definición, pero Belle And Sebastian desde luego que han tenido su momento. Muchas bandas que atravesaron por una popularidad semejante prefirieron hacer marca en el sillón. Ellos no. Ellos siempre han sabido ir en busca de su mejor versión.

Después de la trilogía apabullante y definitoria –no solo del grupo, también de cierto sonido pop independiente en la transición de los 90 a los 2000– formada por “If You’re Feeling Sinister” (Jeepster, 1996), “The Boy With The Arab Strap” (Jeepster, 1998) y “Fold Your Hands Child, You Walk Like A Peasant” (Jeepster, 2000), Belle And Sebastian todavía tuvieron tiempo y ganas de volver a sus orígenes mientras seguían cultivando su faceta más comercial. Fueron años de presencia permanente en la lista de ventas británica, entre sonadas idas y venidas con un medio como ‘Pitchfork’ –que en su momento borró las críticas negativas al grupo y las sustituyó por alabanzas– o aquella humorística mención en la película “Alta fidelidad” (Stephen Frears, 2000). Su fortísima identidad se asociaba fácilmente al indie tontorrón de la época: canciones que podían pecar de naíf, pero que escondían acidez, organicidad y espíritu festivo en lo instrumental –violín y trompeta obligatorios–, con vocación de big band popular. A su rebufo llegarían Broken Social Scene o Arcade Fire. Y todavía hoy se escuchan en algún garito las canciones de I’m From Barcelona.

Cuando todos los situaban lejos de su mejor forma, publicaron su mayor éxito hasta el momento, “The Life Pursuit” (Rough Trade, 2006), disco precioso, expansivo, prístino y muchas veces injustamente infravalorado que supuso su adaptación a la fórmula americana. Que “Write About Love” (Rough Trade, 2010) no estuviera a la altura –aunque funcionó bien en cuanto a ventas– no es argumento suficiente para ensuciar una carrera inmaculada. Cuando llegó el revival folk de principios de la década pasada –ya sabéis: Mumford & Sons, Fleet Foxes, The Lumineers, Laura Marling, Noah And The Whale, Of Monsters And Men e incluso Sturgill Simpson o Jason Isbell, que se beneficiaron de ello– ya nadie parecía acordarse de Belle And Sebastian. Pero siempre estuvieron ahí. Y siguen haciendo buenos discos. “Girls In Peacetime Want To Dance” (Matador, 2015) lo fue, y también lo es “A Bit Of Previous” (Matador-Popstock!, 2022), que ha visto la luz hoy. Nos muestra a una banda juguetona y ecléctica que ha sabido poner un poquito de todas sus versiones en un esfuerzo común cuyos hilos conductores son, como de costumbre, las melodías infecciosas y las buenas canciones.

El efecto de una amistad: afecto.
El efecto de una amistad: afecto.


Enhorabuena por el disco. La verdad es que me ha sorprendido gratamente, no me lo esperaba. ¿Cómo habéis conseguido llegar hasta aquí en tan buena forma?

Stuart: Como banda, creo que todos los miembros encajamos a la perfección, nos llevamos muy bien entre nosotros, disfrutamos del tiempo juntos y tenemos el mismo interés y el mismo amor por hacer música. Quizá si hubiéramos conseguido algún superéxito masivo hace diez años hubiera estado bien por un momento, pero quizá también hubiera supuesto una disrupción mayor para nosotros como banda… Podríamos habernos apoltronado. Pero hemos tenido que mantenernos siempre en ese perfil medio que hace que tengas que seguir ofreciendo algo.

Sarah: Además, la banda para nosotros es algo sanador. Cuando alguien está pasando por momentos más difíciles en su vida personal siempre encuentra en la banda un apoyo, algo que le levante el ánimo y que le dé razones para ponerse en pie y continuar. Han pasado muchos años desde que empezamos y siempre ha habido muy buenas vibraciones en el entorno de la banda. Belle And Sebastian ha sido y es un gran sitio en el que estar.

Vamos, que nunca os vais a cansar del grupo…

Sarah: De la banda en sí, no. Quizá sí se van haciendo más tediosas otras cosas que tienen que ver ella. Grabar es muy diferente a girar, por ejemplo, igual que lo es rodar los videoclips con respecto a escribir las canciones. Disfrutas unas cosas más que otras, está claro, y más con los años. Pero también acabas asumiendo que es lo que marca ese trabajo y que al menos resulta dinámico. No estás metido en una rutina haciendo siempre lo mismo, nuestra rutina es de alguna manera sorprendente, impredecible.

La pandemia obligó a cancelar los planes de grabar en California para volver a hacerlo en Glasgow, que era algo que no pasaba hacía muchísimo tiempo. ¿Cómo vivisteis ese cambio?

Sarah: Los primeros cuatro discos los grabamos en Glasgow. Hacía como veinte años que no grabábamos allí.

Stuart: De algún modo fue divertido tener que cancelarlo todo y readaptarse. Tuvimos que hacerlo todo de una manera menos formal. Cuando hacíamos un disco antes –en la “normalidad”, digamos–, trabajábamos de una manera mucho más organizada. Tenemos horarios, el estudio cogido unos días y unas horas concretas, las canciones escritas y listas para ser grabadas, ¿sabes? Haciendo este disco, tuve la sensación de estar empezando un poco de cero, más abierto a la improvisación y teniendo que encontrar soluciones sobre la marcha. No teníamos un productor encima, ni alguien llevando la cuenta del tiempo y del dinero, así que me permitía llevar un par de canciones más en crudo, simplemente esbozadas, e ir trabajándolas colectivamente en el estudio, sin prisa. Creo que hace que las cosas surjan de una manera mucho más progresiva y mucho más natural.


“Quizá si hubiéramos conseguido algún superéxito masivo hace diez años hubiera estado bien por un momento, pero quizá también hubiera supuesto una disrupción mayor para nosotros como banda… Podríamos habernos apoltronado”

Stuart Murdoch



Es un disco muy ecléctico. Por un lado creo que podría ser vuestro trabajo más rock, pero por otro también pienso que puede ser vuestro disco más soul. También hay destellos de pop electrónico, de country… ¿Por qué creéis que os ha salido así?

Stuart: Creo que eso tiene que ver con lo que hablábamos antes. Cada canción se afrontó de una manera muy individual: simplemente íbamos al estudio e intentábamos hacer buenas canciones. Intentábamos siempre dar lo mejor de nosotros en cada una y tratar de poner lo que creíamos que era mejor para ella, así que nunca hubo corsés estéticos pensando en un disco a la larga o cosas por el estilo.

Sarah: De hecho, es uno de los discos para los que más canciones hemos descartado finalmente. Teníamos muchísimas más canciones compuestas que las que están en el disco.

También veo en él un amor por lo cotidiano, por cosas como “ver la hierba crecer”. ¿Creéis que tiene que ver con la pandemia o va más allá?

Stuart: A nuestra edad (lo dice entre risas: a sus 53 años y habiendo superado el síndrome de fatiga crónica a base de no parar nunca, puede bromear sobre ello, mientras le da vueltas a su copa de whisky escocés sin hielo y le entrevista alguien que aún no ha llegado a los 30) muchos de nosotros llevamos un ritmo de vida, vamos a decir, lento. Es un buen momento para observar el mundo a tu alrededor, recrearte en las pequeñas cosas. No es un disco que hayamos hecho inspirados por la pandemia o afectados por ella. Quizá sí hay canciones que yo personalmente no hubiera escrito si la pandemia no me hubiera puesto en ciertos estados de añoranza. Por ejemplo para “Prophets On Hold”, que la escribí durante la grabación pensando en alguien del pasado y que es una canción bastante reflexiva y quizá hasta un poco espiritual, sí ayudó esa sensación de aislamiento provocada por los momentos más duros de la pandemia.

A la hora de escribir siempre has demostrado una gran habilidad para ponerte en el lugar de la juventud. ¿Por qué?

Stuart: Gracias por decirlo. Simplemente creo que es parte del trabajo o de la habilidad del escritor usar la imaginación, la memoria y la empatía para entender otros puntos de vista, aprender a ponerse en el lugar del otro. Incluso en el budismo hay una meditación que consiste en imaginar que eres cualquier otra persona para tratar de entender por qué tipo de situación puede estar pasando. “Unnecessary Drama” y especialmente “Talk To Me, Talk To Me”, que fue escrita desde la perspectiva de otra persona y de su situación, creo que lo reflejan muy bien.

La alegría del cantante y guitarrista de una banda inmarchitable.
La alegría del cantante y guitarrista de una banda inmarchitable.


El disco suena para mí como una especie de reinvención, que es un concepto de alguna manera relacionado con tus creencias budistas. También veo esa relación con el budismo en “Do It For Your Country”, en la que venís a decir que somos los propios creadores de nuestra realidad. ¿Cómo lo relacionáis vosotros?

Stuart: Vaya, me alegra que lo hayas detectado. Esa canción es muy, muy budista. De hecho estuve cerca de descartarla para el disco porque en el fondo va sobre una persona tratando de advertir o aconsejar a otra, y tampoco me siento con ese poder. A veces lo intento con mi mujer, contarle acerca del budismo, intentar que se abra un poco más…

Sarah: Yo sé lo que ella le responde. Le dice: “No me vendas el Buda”. De hecho, recuerdo que es uno de los dos nombres que yo le puse a “Talk To Me, Talk To Me” (todo son risas mientras canta la melodía de la canción usando solo la frase “don’t get me the Buddha”). Y tú estabas como: “No, voy a venderle el Buda, todo el mundo va a tener su Buda”.

Stuart: Bueno, queda claro que mi mujer no está muy dentro de esto (vuelve a reír y, progresivamente, entre el cansancio, el alcohol y el poquito de pudor, sus facciones se ruborizan). Así que a veces me imagino, como es el caso de esa canción, “Do It For Your Country”, que puedo explicarle a esa persona, que en este caso conceptualmente es mi mujer pero que puede ser cualquiera, eso que quiero explicarle. Algo así como: “Esto es lo que pienso, ahora puedes coger esa información u olvidarla completamente”.

Me gusta también cómo relacionas esa idea con el compromiso político. Trasciende significativamente la idea de la regla de oro del cristianismo, por ejemplo. Le aporta un valor más activo: haz en el mundo lo que quieras ver en el mundo; haz a los demás lo que quieras ver hacer a los demás.

Stuart: Es una interpretación genial, la verdad. Me gusta mucho el sentido que tú le has dado. Para ser sincero contigo, el título y la propia frase representan más una broma. No está directamente relacionado con el ser político, con esa idea del discurso de JFK de no preguntarse qué puede hacer por uno su país, sino preguntarse qué puede hacer uno por su país. Le está diciendo a una persona que mire por su propio interés, que haga las cosas por sí mismo, por su propio bien y en consecuencia con su forma de ver el mundo. Pero me encanta tu interpretación. Creo que es mejor que la nuestra (risas).


“El arte es siempre un reflejo de algo, y no tiene por qué ser un reflejo de ti mismo ni de tu estado real de ánimo ni de tu momento actual. Muchas veces es un reflejo de lo que te gustaría ser, de cómo te gustaría ser, de cómo te gustaría vivir. Es el reflejo de una idealización”

Sarah Martin



En “Sea Of Sorrow” planteáis una dicotomía que me encanta. Creo que cuando cantáis “nadando en un mar de comodidad en busca de un mar de pena” os referís a los problemas del primer mundo que a menudo nos imponemos, un poco cansados de tenerlo todo y no tener nada. Pero luego escuchamos “nadando en un mar de dolor en busca de la tierra prometida”, algo que creo que se ajusta más a lo que estamos viviendo en el mundo ahora mismo, con la guerra en Ucrania y esa sensación de peligro inminente. ¿Qué pensáis de esto?

Stuart: Yo lo entiendo como un tema más espiritual. En el cristianismo sucede una cosa misteriosa: Jesucristo dice que los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros. Lo que significa básicamente que todos estamos jodidos. ¿O qué significa? Pero en el budismo esa idea está más descompuesta: “Este es el mar de dolor en el que todos estamos ahora, la vida humana es por naturaleza insatisfactoria”. Pero hay una vida ideal más allá por la que tú puedes elegir luchar.

¿Y la idea de “cielo”?

Stuart: El cielo existe solo como una oposición al infierno que podrás disfrutar si has sufrido en vida, pero si no has sufrido en vida –si eso es acaso posible– te espera una eternidad de sufrimiento. En el budismo partes siempre de que esta vida es algo con lo que hay que lidiar y cada uno puede “invertir” en lo que espera de su vida futura. Me parece una manera mucho más esperanzadora de verlo.

Musicalmente, siempre tendéis a afrontar la vida con bastante optimismo. Y el disco apunta también a ideas como la esperanza, precisamente, o la empatía. ¿Cómo lo hacéis?

Sarah: Creo que al final cuando haces canciones siempre intentas poner en ellas la mejor versión de ti mismo. Al menos yo lo veo así. Puedes sentirte miserable y estar amargado la mayor parte del tiempo, pero cuando te sientas a escribir creo que intentas por naturaleza situarte en un lugar mejor, por encima de eso.

Stuart: Es cierto. Creo que el arte en general da una oportunidad para consolarte. Partiendo de la insatisfacción te da la posibilidad de crear, si no perfección, al menos algo de placer, algo de alegría.

Sarah: El arte es siempre un reflejo de algo, y no tiene por qué ser un reflejo de ti mismo ni de tu estado real de ánimo ni de tu momento actual. Muchas veces es un reflejo de lo que te gustaría ser, de cómo te gustaría ser, de cómo te gustaría vivir. Es el reflejo de una idealización.

Belle And Sebastian 2022. Foto: Hollie Fernand
Belle And Sebastian 2022. Foto: Hollie Fernand


En “Young And Stupid” decís: “Todo es genial cuando eres joven y estúpido”.

Stuart: Escribimos “Young And Stupid” muy rápido, como en 20 minutos. Por entonces lo estaba pasando mal por algo, como se ve en el primer par de líneas –“I was yelling in my sleep / I was crying feeling weak”–, y en esos momentos siempre me ayuda mucho volver a mis días dorados.

Sarah: Y luego pensar: “¿Cuándo se fue todo a la mierda?” (ríe acaloradamente).

Stuart: Es cierto (se ríe, también). Más allá de bromas, el caso es que te agarras a esos días de juventud a modo de consuelo. Y son años en los que no eres plenamente consciente de todo, en los que eres todavía una persona a medias, estás solo despierto a medias. Es más, a los 17 estás un poco loco y piensas que eres indestructible y capaz de todo.

Sarah: Me encanta esa edad. Los chavales parecen hechos a prueba de balas, son brillantes, todavía tienen el brillo de la inocencia, las ganas… sabes que en algún momento se va a ir todo a la mierda porque la vida es así, pero en ese período casi da la sensación de que puede durar para siempre.

Stuart: Gracias a Dios que tenemos ese espíritu, porque creo que ese optimismo loco es lo que mantiene el mundo en marcha.

Sarah: Hace un par de años recuerdo estar una noche en casa del que era dueño del sello en el que sacamos nuestro primer disco (seguramente, Alan Rankine, de Electric Honey, muy asociado a los primeros pasos de Belle And Sebastian en Glasgow). Salimos un rato a pasear a su perro, y sus hijos también estaban por allí. El mayor estará en la treintena y los pequeños son todos mayores de 20. Y hablando y tal, él me dijo: “Las estadísticas no mienten: los hombres jóvenes, hasta los 26, son unos malditos imbéciles. No entiendo ni siquiera cómo les dejan conducir un coche porque son absolutamente ajenos a las consecuencias de las cosas”.

Stuart: Es gracioso porque entonces podemos asumir que los artistas del “club de los 27” nunca dejaron de ser unos completos imbéciles. A la vez es triste.

Sarah: Richard Colburn, nuestro batería, cuando estábamos empezando no pasaba por su mejor momento. Me acuerdo que cuando cumplió 27 años le regalamos un libro que se llamaba “They Die Too Young. The Brief Lives And Tragic Deaths Of The Mega-Star Legends Of Our Times” (Tony Hall, 1996), que iba básicamente de personas que habían muerto a los 27 años (risas). Fue como una intervención, en plan “quizá tienes que parar un poco, tomarte un respiro, dejar de comer mierda, de fumar y de beber”. Justo ese fin de semana dábamos nuestro primer concierto en Barcelona. Y Richard siempre ha sido muy especialito con la comida: acabábamos de sugerir que dejara de comer comida basura, pero comida basura es lo único que Richard podría comer en Barcelona (risas). Así que no comió nada en todo el fin de semana, lo que tampoco fue una buena idea.

Stuart: Beber, sí bebió.


“Los chavales parecen hechos a prueba de balas, son brillantes, todavía tienen el brillo de la inocencia, las ganas… sabes que en algún momento se va a ir todo a la mierda porque la vida es así, pero en ese período casi da la sensación de que puede durar para siempre”

Sarah Martin



¿Qué tal fue “The Boaty Weekender”, el crucero-festival entre Barcelona y Cerdeña que organizasteis en 2019, con Mogwai, Yo La Tengo, Teenage Fanclub y muchos otros en cartel?

Sarah: Agotador y muy divertido.

Stuart: Ya tuvimos la idea hace como 20 años, creo que esa es la razón por la que se decidieron a hacerlo con nosotros (se refiere a Sixthman, una empresa americana que se dedica a organizar este tipo de saraos) cuando vinieron a Europa. Mi padre fue marinero, trabajaba para la Scottish Ferry Company, y cuando empezamos con la banda pensé que podía ser una buena idea para nosotros girar por toda Inglaterra en ferri. Ya sabes, ir parando por las ciudades portuarias importantes, como Liverpool o Cardiff, que la gente vaya bajando y subiendo y nosotros tocando en el lounge. En mi cabeza parecía relativamente sencillo porque todo lo que necesitas lo tienes en el barco y solo tenías que montar una vez en toda la gira, el escenario se mueve contigo, no tienes que llevarlo contigo a cada lado que vas. Solo tienes que probar sonido una vez, solo tienes que ensayar una vez… y además es bonito. Ya te digo, en su momento lo intentamos, pero no terminó de salir nunca. Y bueno, muchos años después lo conseguimos. Otra idea, no exactamente la nuestra original porque esto estaba más orientado al crucero, pero, en fin, algo así.

Sarah: Cambiamos de mánager un poco antes de eso y el nuevo estaba como muy dispuesto a todo, en plan: “¿Qué queréis hacer?, hagámoslo”. Le dijimos que siempre habíamos querido tocar en un valle y hacer lo del barco. Contrató a una chica joven que es una fuerza de la naturaleza. Cuando hablamos con ella del tema, creo que al día siguiente vino a decirnos que había encontrado una compañía y que teníamos que decidirlo en 24 horas como mucho. Obviamente, le dijimos que sí. ∎

Etiquetas

Contenidos relacionados