Seguir la corriente. Foto: Steve Gullick
Seguir la corriente. Foto: Steve Gullick

Entrevista

Damon Albarn: detener el tiempo

El frontman de Blur, Gorillaz y The Good, The Bad & The Queen vuelve a editar un álbum con su nombre y apellido, el inminente (se publica el 12 de noviembre) “The Nearer The Fountain, More Pure The Stream Flows”. Un trabajo de título evocador y sonido melancólico, a la vez introspectivo y paisajístico. Hablamos con el músico sobre su habilidad para juntar músicos talentosos, mantener el entusiasmo después de décadas en el estrellato… y cantar canciones de Oasis.

En un futuro no muy lejano recordaremos la pandemia, o el comienzo de los años 20 de este siglo, como una época en la que se publicó mucha música que invitaba a la introspección, a la meditación y a la búsqueda de la trascendencia. Damon Albarn acaba de contribuir con “The Nearer The Fountain, More Pure The Stream Flows” (Transgressive-[PIAS] Ibero América, 2021) a ese canon de álbumes inspirados en la naturaleza que apelan a esa melancolía que le sale tan bien.

Rodeado del tipo de paisajes glaciares que suelen verse en los salvapantallas de los ordenadores, Albarn no pudo resistir una especie de impulso para convertir en música las épicas vistas que observaba desde su hogar vacacional a las afueras de Reikiavik. Nos enseña a través de una videollamada de Zoom una tableta con imágenes de la estampa en cuestión; el gélido océano Atlántico, con una especie de playa de roca negra volcánica cubierta de hielo azul y blanco.

A diferencia de “Everyday Robots” (Parlophone, 2014), que también contaba con un espíritu melancólico de adulto que se resiste a perder la inocencia y examina las costumbres de la población bajo el asedio de la tecnología, con este álbum sortea emociones como la pérdida de seres queridos y la importancia de detenerse y estar bien con uno mismo mientras contempla los cambios de la luz natural.

Tengo entendido que las vistas del mar desde tu casa en las afueras de Reikiavik inspiraron la creación de este disco. ¿Es cierto?

Bueno, durante años ha sido algo que contemplaba durante muchas horas, mientras tocaba el piano. Se me ocurrió que compartir esa experiencia con otros músicos sería algo interesante y que podría salir alguna cosa de ello. Acabé siendo muy específico, pidiendo que interpretasen el clima, los cambios dramáticos en la atmósfera y la luz.

En la práctica, ¿qué supuso ese proceso?

Junté un ensemble, con violín, viola, violoncelo, dos bajos dobles, tres trombones bajos, trompeta francesa, piano armonio, y Simon Tong a la guitarra. Realmente, fue un proceso meditativo diario, en el que nos marcábamos objetivos armónicos. Comenzábamos con las primeras sensaciones que nos venían cada vez que descorríamos las cortinas de la ventana. 

“Descubrí a John Clare porque mi madre me regaló una de sus antologías cuando era adolescente y es algo que he ido leyendo y del que he tomado prestado durante todos estos años. Supongo que ese verso se convirtió en una especie de mantra para mí. Ya me lo había apuntado hace años, y, cuando regresé a él, su significado se había separado por completo del contexto inicial que sentí cuando lo leí por primera vez. Se convirtió en un mantra optimista a la vez que triste”

¿Siempre se te dio bien detenerte y apreciar tu entorno y el momento en que vives o es algo que has aprendido a hacer con la edad?

Lo segundo.

¿Padecías déficit de atención de pequeño?

Me concentraba en las cosas en las que quería estar concentrado. Lo llaman “concentración selectiva”. Y según te vas haciendo mayor, se convierte en escucha selectiva (se ríe levemente de su propio chascarrillo). Creo que sé concentrarme en lo que sé hacer bien porque es una obsesión. Mejor dicho, es una condición. Tengo una condición.

¿Tiene nombre?

No lo sé, tampoco he buscado el nombre científico. Siempre creí que, cuando los familiares de más edad empezaban a mostrar señales de cierta decadencia, decíamos cosas como “se le está yendo la olla” o “le falta un tornillo”. Pero ahora no podemos decir cosas así. Sea cual sea mi condición, he aprendido a abrazarla y a llenarla de todas las cosas que me dan alegría, esperanza y felicidad. Es lo que nos hace únicos.

Poner música al clima. Foto: Steve Gullick
Poner música al clima. Foto: Steve Gullick

El título del álbum está sacado del poema “Amor y memoria” de John Clare (1793-1864). ¿Por qué este poeta y ese poema en concreto?

Descubrí a Clare porque mi madre me regaló una de sus antologías cuando era adolescente y es algo que he ido leyendo y del que he tomado prestado durante todos estos años. Supongo que ese verso se convirtió en una especie de mantra para mí. Ya me lo había apuntado hace años, y, cuando regresé a él, su significado se había separado por completo del contexto inicial que sentí cuando lo leí por primera vez. Se convirtió en un mantra optimista a la vez que triste. Y es lo que me llevó a la creación de este disco. Supongo que mientras estaba encerrado durante la pandemia, el poema resonó con su hermosa y melódica expresión de la pérdida. O, mejor dicho, su armoniosa expresión de la pérdida y del amor. Y me sentía a gusto cantándolo. Podríamos decir que el verso vino antes que el poema.

Hablando de pérdidas, muchos nos sentimos tristes al enterarnos de la muerte del que fuera tu amigo y habitual colaborador, Tony Allen. ¿Fue su desaparición una de las cosas que influyeron en la creación de este disco?

Sí, definitivamente… (pausa larga). Hubo algo ahí. En varias ocasiones, cuando oía grabaciones que tengo de él tocando su batería… Fue muy emotivo escucharlas durante ese período. Pero es… (pausa de nuevo). Sí. Hay algo ahí.

Recientemente, le contaste al ‘NME’ que estabas en tu propio “viaje por las tinieblas” mientras hacías este disco, y que eso te llevó a creer que quizá aún existe una fuente pura. Por experiencia, ¿dirías que los caminos más oscuros son los que llevan a los resultados creativos más interesantes?

Creo que, a veces, pasa. Los discos desoladores solo han de hacerse si te sientes… (pausa). Nadie quiere sentirse así, pero creo que es una experiencia catártica. Si eres artista, estás intentando expresar cosas que necesitan salir de dentro. Hay una compulsión rabiosa de expresar algo que puedes comprender con el trasfondo del universo.

Cuando hablas de una “fuente pura”, ¿a qué te refieres?

Uy, eso es muy difícil de contestar. Supongo que es como estar en una habitación con músicos en los que confías… Es como cuando no estás pensando en nada, pero está sucediendo algo. Ese es el sueño, ¿no? Volar sin esfuerzo.

“Los discos desoladores solo han de hacerse si te sientes… (pausa). Nadie quiere sentirse así, pero creo que es una experiencia catártica. Si eres artista, estás intentando expresar cosas que necesitan salir de dentro. Hay una compulsión rabiosa de expresar algo que puedes comprender con el trasfondo del universo”

¿Te sientes así a menudo? ¿Como que, acompañado de talentosos músicos con talento, estás volando en piloto automático? ¿Sientes que se ha convertido en algo fácil para ti lo de hacer discos?

No, no es fácil. Si te despistas un solo segundo sale una patraña. Hay que estar totalmente concentrado, pero a la vez encaminarse hacia un estado en que olvides lo que estás haciendo. Si el punto de partida no es genuino, no saldrá nada. Es como tirarte desde un acantilado. Quieres caer perfectamente sobre el agua, especialmente si es desde mucha altura.

Te entiendo. Debe haber algún momento en el que te miras en el espejo y piensas: “Soy bueno ejerciendo de director de orquesta y juntando a gente en una habitación”.

(Con modestia irónica). No se me da mal. No se me da mal.

Es que no es fácil. Llevas mucho tiempo haciendo esto. ¡Toda la vida!

Sí, supongo. Al menos puedo decir que es lo que he hecho.

Es todo lo que has hecho. Bueno, y algo de interpretación.

(Se ruboriza). Oh, no. Por favor, no saques ese tema…

Esa película –“Face” (Antonia Bird, 1997), en la que Albarn debutó como actor– no estaba tan mal. Actuabas junto a Ray Winstone y Robert Carlyle…

¡Fue terrible! Lo hice de pena y estoy muy contento de no haberlo repetido. Pero me lo pasé muy bien y la gente con la que pude trabajar fue fantástica. Fue una gran experiencia, pero yo estaba fatal.

Ha habido peores actores. Mucho peores.

Aprendí mi lección…

A la escucha. Foto: Steve Gullick
A la escucha. Foto: Steve Gullick

Un cliché en el mundo de la música es que el éxito puede empañar la creatividad. Tú llevas siendo muy exitoso desde hace muchos años, y no has perdido fuelle. ¿Qué es lo que te sigue atrayendo de hacer música, de girar y todo eso?

Bueno, nada de eso ha sido cierto, recientemente. Pero no hay manera de hacer balance de esto. Estás donde estás. No puedes trazar un plan basado en la experiencia de otros. Tienes que seguir un camino acorde con lo que te está pasando.

¿Qué cosas estás escuchando recientemente de artistas con los que te interesaría colaborar?

Me interesan cosas que son las menos pretenciosas, pero que son poderosas y llaman la atención. No sé, hay muchas cosas de Sudamérica que me parecen interesantes.

¿Te interesa el reguetón y todo lo que está saliendo de Puerto Rico y Colombia?

Acabo de terminar un tema que le he enviado a MC Bin Laden. Me va mucho esa onda.

Siempre se te ha dado bien encontrar sonidos de otras partes del mundo.

Es algo que me atrae, porque tienen una musicalidad muy interesante y, a la vez, me suena distinto, extraño.

El año que viene tocarás en Primavera Sound con Gorillaz. ¿Traerás a todos los colaboradores que aparecen en “Song Machine” (Parlophone, 2020)?

No tengo ni idea. Podrían ser todos o ninguno.

Imagino que todos deben estar subiéndose por las paredes, con ganas de girar.

Siempre lo pasamos genial. Es un gran espíritu familiar. El espectáculo de una gran familia.

¿Cómo os organizáis cuando hay que ensayar para ir de gira?

Es parte del reto. Solo es posible teniendo una banda brillante que sea capaz de retener una gran cantidad de información musical para poder hacer todos los cambios y tocar tantas canciones.

Sonrisa britpop. Foto: Steve Gullick
Sonrisa britpop. Foto: Steve Gullick

Volverás a contar con Paul Simonon?

No lo sé. Es genial cuando se une a nosotros, pero en estos momentos está viviendo en una isla.

¿Y Simon Tong?

Como dije antes, Simon está conmigo en este disco. Y en cuanto a The Good, The Bad & The Queen, tenemos a Femi, nuestro nuevo batería, que fue alumno de Tony (Allen) y lo hace de maravilla, en su mismo estilo. Ha estado tocando conmigo en mis conciertos en solitario y es como tener a Tony entre nosotros.

¿Qué te ha ayudado a mantener la cordura después de tantos años locos en el rock‘n’roll?

Creo que llevo bastante tiempo fuera del rock’n’roll, estrictamente hablando. Pero fue bueno mientras duró. Ni siquiera creo que exista el mundo del rock tal y como lo recordamos. Sí que me siento afortunado de haber crecido en los 80 y haberme convertido en mí mismo durante los 90. Comparado con lo que le ha tocado vivir a mi hija, con todo esto de las redes sociales y el darse cuenta de que nada dura para siempre… Nosotros aún cantábamos canciones como “Live Forever”. Fueron otros tiempos.

Un momento… ¿Me estás diciendo que cantabas a Oasis?

¡Por supuesto! Disfrutaba mucho cantando sus canciones. Era una especie de placer culpable para mí en esa época, pero “Definitely Maybe” es un disco increíble. ∎

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