Misión hacia la gloria. Foto: Olivier Chassignole
Misión hacia la gloria. Foto: Olivier Chassignole

Entrevista

Lalo Schifrin: la banda sonora de nuestras vidas

Hay personajes que son más conocidos por una sintonía que por su obra en sí, aunque hayan atravesado la segunda mitad del siglo XX cambiando las formas musicales. Este es el caso del argentino Lalo Schifrin y su tema para “Misión: imposible”, que forma parte de nuestro imaginario popular de la televisión, el cine y los guateques. Pero hay más tras estos 80 años recién cumplidos: sonidos atonales, bossa nova, Dizzy Gillespie, conexiones afros y samples del futuro.

Nada mejor para homenajear al, desde junio pasado, octogenario Lalo Schifrin que invitarlo al festival Lumière de patrimonio cinematográfico que se celebra en octubre en Lyon. Concretamente, con el epicentro en la nave, reconvertida en sala de cine, de donde salían los obreros de la fábrica de la familia Lumière en el primer filme de los hermanos Lumière y de la historia, en 1895. Schifrin, que reside desde hace casi cincuenta años en California, ha ido relajando con la edad su actividad compositiva y sus salidas al extranjero. Ahora más que nunca, se toma su tiempo para contestar.

En esta primera ronda de entrevistas, lo encontramos majestuosamente sentado en un sillón de un hotel del viejo Lyon. Cuando nos tocó el turno parecía todavía cansado del viaje, y tiempo no fue, precisamente, de lo que dispusimos para evocar su vida bohemia en París y sus posteriores saltos a Nueva York y Los Ángeles. Pero podemos reconstruir este recorrido a partir de sus propias impresiones. Y su memoria se revelará mucho más precisa de lo que inicialmente se podía creer.

A sus estudios en la primera mitad de los cincuenta en París con el músico contemporáneo Olivier Messiaen durante el día unía sus escapadas a los clubes nocturnos de bebop de Saint Germain. Con solo 22 años no tuvo ningún problema en sentarse al piano para tocar con algunos de los mejores instrumentistas franceses del momento, además de hacer arreglos afrocubanos para la discográfica de Eddie Barclay. “En Lyon estuve por primera vez con un conjunto de estrellas de jazz francés. Nos movíamos por toda Francia”.

“Dirigí mi orquesta desde el piano y Dizzy Gillespie me escuchó. Cuando terminamos, subió al escenario, me preguntó quién había escrito mis arreglos y le respondí que yo mismo. Entonces me volvió a preguntar si quería ir con él a Estados Unidos: ‘Do you want to go to United States?’. Le dije si era una broma. Pero fue en serio...”

Cuando volvió a su Buenos Aires natal, tuvo un feliz encuentro con el trompetista Dizzy Gillespie. “Volví en marzo de 1956. En septiembre de ese mismo año vino Gillespie de gira con la orquesta que representaba a Estados Unidos, The US Big Band o algo parecido. Era una orquesta de estrellas de Nueva York. No solamente con Dizzy, uno de los más grandes trompetistas de la historia. También estaba Quincy Jones. Tocaban todas las noches en el teatro Casino. Y yo iba todas las noches... En ese momento, tenía mi propia orquesta, con estrellas de jazz argentino como Gato Barbieri. Y me preguntaron si podíamos tocar en un homenaje a Dizzy y a su mujer. Dirigí mi orquesta desde el piano y Dizzy me escuchó. Cuando terminamos, subió al escenario, me preguntó quién había escrito mis arreglos y le respondí que yo mismo. Entonces me volvió a preguntar si quería ir con él a Estados Unidos: ‘Do you want to go to United States?’. Le dije si era una broma. Pero fue en serio...”.

Schifrin tardó dos años en obtener los permisos para viajar a Estados Unidos, en plena época del autoritarismo peronista. Mientras tanto, realizó sus primeras bandas sonoras para películas argentinas. Cuando finalmente desembarcó en Nueva York, se dedicó a hacer de arreglista, y en ocasiones de pianista en la orquesta de Xavier Cugat para ganarse la vida esperando el regreso a la ciudad de Gillespie. Al cabo de un tiempo, se produjo el rencuentro.

“Dizzy me pidió que escribiera algo para él. Y en 1960 le escribí la suite ‘Gillespiana’. Vendimos muchísimos discos e hicimos muchos conciertos. Fue impresionante cómo eso me abrió puertas. Gracias a ‘Gillespiana’ conseguí ir a Hollywood para hacer música de películas. En uno de los viajes a Europa vine con el organista Jimmy Smith. Le dije a su mánager, Clarence Avant –futuro presidente de Motown Records–, que yo lo que quería hacer era música de películas. Y me contestó que eso se podía arreglar. Y me lo arregló. Porque me puso en contacto con el presidente de MGM Records en Nueva York, que era miembro del directorio de MGM y se reunían todos los meses en California...”.

Homenajeado en Lyon. Foto: Olivier Chassignole
Homenajeado en Lyon. Foto: Olivier Chassignole
Esto ocurría en 1963. En 1961 Metro-Goldwyn-Mayer había comprado Verve Records, para quien grababa Gillespie y para quien Schifrin se había convertido en arreglista-compositor-jefe de orquesta gracias a la confianza del nuevo productor Creed Taylor, el inventor del sonido jazz-bossa nova. Además de formar parte del quinteto de Gillespie, el compositor argentino grabó con la flor y nata de la escena neoyorquina (Coleman Hawkins, Count Basie, Benny Carter, Bud Powell, Stan Getz, Ray Brown, Luiz Bonfá, Cándido Camero, Quincy Jones, Saran Vaughan, Ella Fitzgerald...). Su interés por marcharse a Hollywood no era únicamente a causa de las bandas sonoras, sino también por el cansancio de las giras con Gillespie y la acumulación de trabajo con Verve. Eso no impidió que Schifrin continuara componiendo puntualmente para el saxofonista y para otros músicos de jazz.

De hecho, una de sus mayores aportaciones a la industria cinematográfica fue la introducción del sonido jazzístico moderno en películas de gran público a través de orquestaciones audaces. Curiosamente, uno de sus primeros éxitos fue la música para la película francesa “Los felinos” (René Clément, 1964), bajo los acordes de la cual bailaba una joven Jane Fonda. De allí extrajo el tema “The Cat”, que dio título a un álbum de éxito de Jimmy Smith y su eléctrico Hammond B-3 en 1964. En 1965 comenzarían a caer los primeros Emmys por sus soundtracks televisivos y, en 1966, llegó el temazo de “Misión: imposible”. Su celebridad es tal que una de las diez canciones con las que la NASA “despierta” cada mañana al robot Curiosity, recién llegado a Marte, es la sintonía de la intrépida cuadrilla.

“Una vez me hicieron una entrevista para una revista de San Francisco, y me dijeron que era el rey del hip hop porque hay muchos grupos de este género que usan ‘samples’ míos”

“El escritor argentino Jorge Luis Borges dijo que la suerte o el azar y el destino son sinónimos. Quiero decir que todo esto que le estoy contando, de Argentina, Europa, Francia, Gillespie, el cine... todo esto fue mi destino, pero también el del azar. Y todo fue sinónimo”. Así de metafísico responde Schifrin cuando se le recuerda que integra el hit parade marciano. Y es que el argentino tiene una cultura de largo alcance y, por ello, en 1997 decidió bautizar su propio sello con el nombre de Aleph, el título del libro de relatos más conocido de Borges.

Desde entonces se dedica a recuperar sus grabaciones antiguas, añadiendo fragmentos inéditos, previa negociación con las grandes discográficas. De este modo, por ejemplo, se volvió a publicar otro de sus grandes hitos, la música de la serie de acción “Mannix”, o todas las entregas del inspector Harry el Sucio encarnado por Clint Eastwood. A Schifrin se le podría retraer que trabajó para demasiadas producciones de serie B, aunque con el tiempo algunas se han revelado más consistentes gracias, en parte, a su música. Entrarían, en este grupo, las películas de Don Siegel, Bruce Lee o el debut de George Lucas con “THX 1138” (1971). Además, su repertorio también ha acompañado las andanzas de Steve McQueen en “El rey del juego” (Norman Jewison, 1965) y “Bullit” (Peter Yates, 1968), y a Paul Newman en “La leyenda del indomable” (Stuart Rosenberg, 1967).

En total acumula alrededor de unas doscientas bandas sonoras, dejando aparte su época más espectacular con los tres tenores e intervenciones con todo tipo de orquestas sinfónicas, grandes citas deportivas y espacios abiertos. Hasta hace poco seguía avanzando con su serie de discos “Jazz Meets The Symphony”, que en 2011 alcanzó la séptima entrega. Su legado se mantiene en los samples de infinidad de grupos de electrónica o hip hop. “Una vez me hicieron una entrevista para una revista de San Francisco, y me dijeron que era el rey del hip hop porque hay muchos grupos de este género que usan ‘samples’ míos”. ¿Escucha esta música? ¿Le gusta? “Sí, la escucho. No es que me guste o no. Simplemente la acepto”. ∎

Cinco escenas musicales para la historia

Los organizadores del festival Lumière 2012 estrenaron el documental de Pascale Cuenot “Bandes originales: Lalo Schifrin” (2012) y a continuación proyectaron algunos de sus fragmentos más célebres con los comentarios del propio Lalo Schifrin. Entre el público, sin perderse ni un solo detalle, se encontraba Nicolas Godin del dúo Air.

“Misión: imposible” (Bruce Geller, 1966)
“En una rueda de prensa en Viena, una periodista me preguntó por qué escribí ‘Misión: imposible’ en el tiempo 5/4. Y le contesté que lo hice como una broma. Yo creía que era evidente. Me refería a los experimentos nucleares para ensayar la bomba atómica en Nuevo México. E inventé la historia de que, a causa de las radiaciones, nacieron mutantes con cinco piernas. Normalmente, en las discotecas se baila con dos piernas, pero no con cinco. Por eso compuse esta música para ellos”.

“Bullitt” (Peter Yates, 1968)
“El ruido de los vehículos iba a ahogar la música. Y le dije al director que no era necesario y que podía orquestar el sonido de la persecución. Había cámaras en las esquinas de San Francisco y, para mí, eran más importantes los efectos de cada motor. Con la música se habría producido una confusión. En el momento en que empieza esta persecución, paramos la música”.

“Harry, el Sucio” (Don Siegel, 1971)
“Para el final hay un La menor y continúa. Con la música atonal de Schönberg no se podían hacer octavas. Con el sonido del piano eléctrico, esto me sirve para remarcar la angustia. Harry/Clint Eastwood decide dejar caer todas esas cuestiones de la vida criminal. Está cansado”.

“THX 1138” (George Lucas, 1971)
“Lucas quería expresar su idea de que este tipo de universo con la publicidad es muy banal. Y tenía miedo de que el mundo se convirtiera en más banal, en un sistema fascista para controlar el pensamiento”.

“Tango” (Carlos Saura, 1998)
“Ha habido muchas épocas fascistas en Argentina, pero la de la junta militar quizá ha sido la peor. En 1975 el gobierno era asesino. Mataba a la gente sin proceso judicial. Tengo un primo, que también se llama Schifrin, y fue a Los Ángeles para decirme que la junta quería saber si yo ayudaba a la oposición”. ∎

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