Su último disco publicado es “Still Woman Enough”, que salió el 19 de marzo de 2021. Al final de la reseña que de él hice para Rockdelux apunté, y disculpad la autocita, “la lección final de este álbum, que no es cápsula del tiempo ni anacronismo, es recordarnos que sin mujeres como Loretta, que supieron plantar cara, al menos irónicamente, si no había otra manera, a infidelidades, acosos y discriminaciones, y tomar la temperatura a sus décadas, tan duras, mucho de lo que hoy hace ruido sería silencio. Porque sí se trata de quién lo hizo antes”. Recuerdo que en el Instagram de esta revista una mujer escribió en ese post, cegada tal vez por el aquí y ahora, que no importaba quién lo había hecho antes. Craso error: porque no es que sí importe, es que además es fundamental. Tu coche atraviesa esa montaña porque alguien hizo antes ese túnel. Y Loretta Lynn (nacida en Butcher Hollow, Kentucky, el 14 de abril de 1932) se pasó su carrera construyendo túneles para que mujeres como la mencionada del Instagram puedan hacer ruido hoy. “No escribo para los hombres, escribo para nosotras, las mujeres”, dijo.
Y ya que hablamos de Instagram, no hace ni una semana, el 2 de octubre, Lynn escribió su último post en esa red social. Fue un versículo bíblico, del Evangelio según San Juan, ese que dice: “Todo aquel que hace el mal aborrece la luz y no vendrá a la luz por temor a que sus obras sean descubiertas. Pero el que vive en la verdad viene a la luz, para que se vea claramente que lo que ha hecho ha sido hecho ante los ojos de Dios”. Despedida y cierre desde la franqueza con que conquistó Nashville en la década de los 60, la de vivir en la verdad. Con esa verdad fue construyendo un repertorio capital dentro del country, donde, sin melodramas, fue describiendo la evolución de su mundo personal y el de tantas mujeres hogareñas como ella, tan sometidas a un patriarcado castrador. Lo combatió en lucha fratricida (pero al mismo tiempo con honesta ternura, romántica pero sin llegar a mojigata), intercambiando golpes in crescendo entre las enseñanzas serviles y de resignación de aquel cerrado mundo sureño del que procedía, el de la hija de un minero de Kentucky (en ese sentido, el periodista musical Robert Christgau ironizó con que Loretta era capaz de pronunciar “wash” con una erre en medio), y el anhelo de un mundo más justo e igualitario entre géneros.
En 1966, en “You Ain’t Woman Enough (To Take My Man)”, se ponía seria con una amante de su marido Oliver, mujeriego empedernido. En 1967, en “Don’t Come Home A’ Drinkin’ (With Lovin’ On Your Mind)”, le cantaba las cuarenta a su marido, alcohólico empedernido, por llegar borracho a casa y querer amor. En 1968, en “Fist City”, amenazaba a las que flirteaban con su esposo (ya tú sabes) cuando ella estaba de gira… Antes que su independencia, tocaba reclamar sus derechos amorosos como esposa, algo que en aquel tiempo y aquel mundo country no era baladí (recordemos que en 1968 Tammy Wynette publicó y arrasó con “Stand By Your Man”). Porque de ese mundo venía Loretta: casada a los 15 años (no se divorció, 48 años de matrimonio), madre a los 16 (seis hijos, cuatro antes de cumplir 20) y abuela antes de los 30 (25 nietos).
Hablábamos de in crescendo. Así que mientras en 1971 compuso “One’s On The Way” –donde decía que las neoyorquinas salían a manifestarse por la liberación de la mujer, mejores casas y jardines, mientras que las de la lluviosa Topeka (Kansas) tenían al perro ladrando, el suelo por barrer, un niño en la cuna, otro gateando y un embarazo de camino (“¡espero que no sean gemelos otra vez!”)–, en 1975 publicó la controvertida “The Pill”, alegato a favor de la píldora anticonceptiva. “Si la hubiera tenido cuando era joven me la hubiera tomado como si fueran palomitas de maíz”, declaró a la revista ‘People’. Para rematarlo, en 1978 en “We’ve Come A Long Way, Baby”, soltaba: “No voy a pintar una pared, pero te voy a dar mi opinión, a partir de ahora, querido, todo va a ser 50-50, hasta el final. Si hasta ahora he sido un objeto hecho para complacerte, los tiempos han cambiado y yo también exijo satisfacción”.
Para los amantes de las estadísticas, Lynn deja un legado para enmarcar como mujer más laureada dentro del country: 24 singles que fueron número uno, 11 álbumes que lo mismo, 18 nominaciones a los Grammy (ganó en tres ocasiones), Artista de la Década en los 70 por la Academy Of Country Music (única mujer en lograr ese galardón) y un muy largo etcétera. Y deja también mucha música relevante para seguir escuchando hoy en día, y no solo mediante el buceo en el siglo XX, asignatura que tal vez pueda dar pereza a los del aquí y ahora. Valga citar ese “Van Lear Rose” (2004) que le produjo Jack White, un muy brillante regreso a la actualidad que ha tenido continuidad en los posteriores “Full Circle” (2016), “Wouldn’t It Be Great” (2018) y el al principio mencionado y bajada de su telón “Still Woman Enough”. ∎

La canción que da título a su 16º disco en estudio se convirtió en su firma: así bautizó su autobiografía en 1976, un superventas que inspiró en 1980 la película también así llamada y protagonizada por Sissy Spacek, quien se llevó por ello el Óscar a la mejor actriz. Un trabajo, este disco, de magistral concisión, con media docena de canciones firmadas por Loretta que abundan en ese drama suyo, donde las imágenes de muchos versos parecen historias cortas. Las otras cinco son versiones, que ella borda (sobre todo la de “A Little Less Of Me”, de Glen Campbell).

Es su 42º disco en estudio, bajo la producción del confeso admirador Jack White (quien le había dedicado en 2001 el álbum de The White Stripes “White Blood Cells”). Maravilla de sonido: crudo, inmediato, de los de una sola toma, capturando su esencia, como si hubiese regresado a respirar aire a la comunidad minera de Butcher Hollow donde nació. En colores, sin tono sepia. Le llovieron premios y halagos: un par de Grammys, puesto 8 en la lista “The 100 Greatest Albums Of The Decade” de ‘Country Universe’, segundo puesto en el top country estadounidense o el número uno en las listas country de Reino Unido.

Pensaba poner aquí “Entertainer Of The Year” (MCA, 1973), así titulado porque aquel año la Country Music Association le concedió ese premio (fue la primera mujer en lograrlo), pero al final he tirado por este “Full Circle” para el podio de las tres medallas. Se trata de una demostración de confianza, humildad, sabiduría y sentido del humor, con cameos de Willie Nelson y Elvis Costello, que coprodujeron su hija (Patsy Lynn Russell) y el hijo de Johnny Cash y June Carter (John Carter Cash). Un viaje retrospectivo, con bastante de old weird America y cero Nashville sound. ∎