Atención a esta nueva voz. Quédense con su nombre: Lucas Bun. Foto: Eduard Sánchez Ribot
Atención a esta nueva voz. Quédense con su nombre: Lucas Bun. Foto: Eduard Sánchez Ribot

Radar

Lucas Bun abre el cofre de las joyas

Lo tiene todo para deslumbrar. Su voz es un milagro: luminosa, de nítidos agudos y embelesadora dicción. Y su música escapa a cualquier etiqueta estilística; a la única que se adhiere es a la de “altamente emocional”. De extrema sensibilidad no exenta de ironía. Tan actual como enamorada de géneros pretéritos. Singular por naturaleza. Lo entrevistamos y también estrenamos en exclusiva su vídeo “Cicatrices”.

Lo acústico y lo electrónico. Lo exquisito y lo accesible a cualquier público. Lo actual y lo atemporal. Lo urbano y los parajes melódicos más idílicos que se puedan imaginar. Canciones que se rigen por las emociones. “Sin embargo, en el trato diario me cuesta mucho expresarlas”, admite Lucas Bun. “Por más que soy de los que se echa a llorar por cualquier tontería, nunca he sabido hablar de mis propios sentimientos”.

Lucas Bondia, como en realidad se apellida, nació en Barcelona hace 28 años. Desde los dos hasta casi la mayoría de edad vivió en el pueblecito más al sur de la Costa Brava. “Sin que fuera consciente de ello, la música iba ya conmigo desde muy pequeño. Mi abuela siempre ha tocado el piano de maravilla, y a los siete años me despertó las ganas de estudiarlo yo también”. Pero aún no había cumplido los diez cuando, literalmente, se cruzó un corcel en su camino: “Como quien va de excursión, en una ocasión me llevaron a montar a caballo y desde ese día no quise hacer otra cosa que no fuera eso. Fue un flechazo”.

Durante casi una década, apenas le quedaría tiempo para el piano. “Me dediqué en cuerpo y alma. Cada día, al salir del colegio a las cinco, me iba a montar hasta casi la medianoche”. Fue jinete profesional entre los 14 y los 18 años, cuando decidió soltar la rienda para retomar las cosas que había dejado aparcadas: la música y también todas esas vivencias propias de la adolescencia. Finiquitó el bachillerato pendiente y cursó estudios superiores musicales, primero en L’Aula y luego en un templo universitario como Berklee (Boston), con la voz de principal instrumento y recuerdos tan gratos como la felicitación que, tras verlo actuar, le brindó el mismísimo Nile Rodgers.

“De nuevo en Barcelona, me dediqué a enviar maquetas a productores que me gustaban especialmente”; cabe añadir que sin reparar en lo inaccesibles que a priori pudieran ser. Entre ellos se encontraba nada menos que el colombiano Julio Reyes Copello. “En su página web ponía que no se aceptaban archivos de audio hasta que fuesen ellos quienes los solicitaran, pero como creía que ni me responderían, los añadí igualmente”. Al cabo de un mes, recibió un mail de su oficina que decía: “El maestro está escuchando tus canciones”. Al día siguiente le invitaron a conocerle. “Era un primer encuentro, pero también una especie de prueba para ver qué tal me desenvolvía”. Ya en Miami, tan precavidamente empezó a cantar que Reyes le interrumpió para decirle: “Luquitas, tienes que darme algo más”. Y de perdidos al río: “Pensé que la cosa no prosperaba y ya me abrí completamente”. Hasta el punto de que tras las primeras estrofas volvió a pararlo, diciéndole un entusiasta: “¡Luquitas, trabajamos!”. Y después de terminarla en otras sesiones, fue esa inicial toma de voz la que finalmente quedó.

La canción era “Caída del cielo”. Llave maestra de ese tesoro que son la voz y el repertorio de Lucas Bun. Grabaron y compusieron juntos más piezas, algunas de las cuales vieron la luz en plataformas el pasado año, casi de tapadillo. Otras están aún por difundirse. Y entre las nuevas que también ha hecho junto a diferentes músicos, presenta ahora “Cicatrices”, con videoclip lynchiano que estrena en Rockdelux.

La producción corre aquí a cargo de Hazzle Beatz, catalán instalado en Jamaica con predilección por el dancehall y el reggae; aunque en este caso la rítmica se acerque más al R&B. “Al hacer una canción no pienso mucho si vamos ‘p’acá’ o ‘p’allá’. Al final, casi siempre vamos por donde salga”, reconoce Lucas Bun. A pesar de su formación musical, prima también el instinto a la hora de componer. “‘Cicatrices’, por ejemplo, salió a partir de cuatro acordes; música y letra a la vez”. Directamente del inconsciente, y con el convencimiento de que si explicas demasiado de qué trata una canción, terminas delimitándola.

No es fácil ubicar a Lucas Bun. Por tener tiene hasta look: tampoco adscrito a ninguna estética concreta y salpicado de joyas como accesoria (y apasionada) seña de identidad. La más resplandeciente: su angelical voz. Un diamante no precisamente en bruto, pero oculto todavía. ∎

Lucas Bun: “Cicatrices”, directamente del inconsciente.
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