Músico con las ideas muy claras. Foto: Liberto Peiró
Músico con las ideas muy claras. Foto: Liberto Peiró

Entrevista

Marc Ribot: “Si Trump vuelve, espero que la respuesta del mundo sea mejor que la que dio a la guerra civil española”

El músico norteamericano es un virtuoso de la guitarra desde la heterodoxia, esencial en la carrera de Tom Waits o Elvis Costello, fogueado en la no wave neoyorquina, también adscrito a sonoridades rock, free jazz o blues y alineado con un activismo posibilista que se centra en los problemas reales de la profesión y del mundo mientras se aleja de consignas estériles. Aprovechamos sus tres recientes conciertos en España al frente del trío Ceramic Dog y la charla que dio en la Universitat de València para hablar con él.

Nació zurdo, pero aprendió a tocar la guitarra con la mano derecha. Esa es una de las pruebas más gráficas de que Marc Ribot (Newark, Nueva Jersey, 1954) nunca fue un talento ortodoxo. Su guitarra eléctrica –inclasificable, áspera, vivaz, reconocible y muy instintiva– fue esencial en discos de Tom Waits, Elvis Costello, John Zorn, T-Bone Burnett, Robert Plant, Caetano Veloso, Arto Lindsay o David Sylvian.

Acaba de pasar por España con su grupo Ceramic Dog –junto al bajista Shahzad Ismaily y el batería Ches Smith– para actuar en Cádiz, Andoain (Gipuzkoa) y Valencia. En esta última ciudad además ha impartido la charla “Música y activismo” en la Universitat de València, acorde a su perfil de socialista de corazón –que diría Billy Bragg– pero también –más importante aún– de cabeza.

Pudimos hablar con él al término de su abrasivo y generoso concierto en la sala 16 Toneladas, encuentro al que corresponde esta entrevista. Y asistir a su conferencia a la mañana siguiente, resumida en el despiece final de este texto.

Tu charla en la Universitat de València, anunciada como “Música y activismo”, me recuerda inevitablemente a la canción “The activist”, incluida en “Hope” (2021), tu último disco al frente de Ceramic Dog. Su letra comienza diciendo “no acepto ningún aspecto de la sociedad capitalista, no reconozco a los bancos, ni a los ejércitos, ni la legitimidad del estado”. Tal y como evoluciona el texto, parece que retrates un estereotipo.

Es necesario estar políticamente comprometido, hay muchos asuntos que requieren de nuestra ayuda. Tras la elección de Trump, me impliqué en muchos proyectos distintos. Pero luego me di cuenta de que mucha gente se implicaba en ellos solo para escucharse a sí mismos. Y esa canción nace de una de esas noches frustrantes. Algunas personas sienten la necesidad de aparentar ser más radicales que nadie, pero en realidad no hacen nada (risas).

Lecciones de vida y música. Foto: Liberto Peiró
Lecciones de vida y música. Foto: Liberto Peiró

¿Te refieres a gente como Bono o The Edge, que dieron un concierto sorpresa el 8 de mayo en el metro de Kiev?

Bueno, no me gusta criticar a nadie, toda ayuda a Ucrania es buena y la verdad es que no me he enterado de esto que me cuentas sobre Bono. Pero la canción nace de esa frustración. Es bueno centrarse en la acción y que las cosas se hagan: esa es la lección que aprendí. Espero que la canción sea divertida, porque no es un manifiesto sobre mis creencias.

Sí, creo que se capta la ironía y la mordacidad. ¿Crees que la música popular ha perdido su capacidad para ser un motor de cambio social?

La música popular siempre ha jugado dos roles: en primer lugar, es popular, lo que significa que a la gente le debe gustar, pero al mismo tiempo es una divisa, afrontémoslo. Un producto para ser vendido. Los músicos de izquierdas tienen las mismas necesidades de mercado que cualquiera, incluso aunque tengan miedo a decirlo en público. A veces hay gente que quiere hacer música políticamente comprometida, y eso es estupendo, pero también es importante cómo se comportan cuando dejan aparcados sus instrumentos. Y también creo que hoy en día hay muchas formas de ser político en la música: lo más importante es pensar en qué medida las condiciones en las que hacemos música son justas. Muchos rockeros indies dicen cosas políticas, pero ¿cuál es el significado político de un sistema en el que los músicos han de pagar por sus propias grabaciones? ¿Cómo pueden esos trabajadores participar del sistema si han de poner en riesgo todo lo que tienen? ¿Por qué los sindicatos no son relevantes? ¿Por qué en los Estados Unidos esos sindicatos no tienen nada que ver con el tipo de música que yo toco? El trabajo político no es solo posicionarse en la letra de una canción, sino también pensar en la industria en la que trabajamos. ¿Para quién se hace? ¿Quién la hace? ¿Quién hace dinero con ella? Está muy bien lograr que un vídeo con mensaje político se haga viral en YouTube, pero YouTube no paga a los músicos. Ni a nadie. Están robando a quienes producen. Necesitamos no solo letras políticas, sino acciones políticas. Por justicia con nosotros mismos y por solidaridad.

¿Crees que la situación del músico, en general, es más precaria ahora que hace 20 o 25 años?

Sin ninguna duda. Casi todos los músicos lo dicen. Solo hay unos pocos lameculos que intentan aparentar que la situación es mejor. Casi nadie puede pagarse un disco con lo que gana en Spotify. Muy pocos. Vale, en cierto sentido no es del todo cierto, yo soy algo más viejo que la mayoría, tengo 27 discos y empiezo a ganar algo de dinero a través de Spotify. Para la gente que ha publicado muchos discos, o para las compañías que tienen miles de discos en su catálogo, puede llegar a funcionar. Pero incluso para alguien como yo, con 27 discos… ninguno de ellos se ve retribuido en la medida en que cuesta hacerlos. Nada es lo que era antes de Napster. Los músicos jóvenes no recuerdan aquello: creen que el músico siempre ha estado jodido. Pero no es así.

“La música popular siempre ha jugado dos roles: en primer lugar, es popular, lo que significa que a la gente le debe gustar, pero al mismo tiempo es una divisa, afrontémoslo. Un producto para ser vendido. Los músicos de izquierdas tienen las mismas necesidades de mercado que cualquiera, incluso aunque tengan miedo a decirlo en público”

Te has implicado en varias plataformas para mejorar las condiciones laborales de los músicos que se mueven en un perfil de popularidad similar al tuyo.

He estado participando en Music Workers Alliance. Estuve muy implicado, ahora solo soy un miembro más. Creo que es importante organizarse, para cualquier músico. No me refiero a montar un espectáculo en el cual el músico se comporte como se le supone a una persona con conciencia política, sino a juntarse para hablar sobre lo que no funciona en el negocio y tratar de arreglarlo. No para ser leal a una vieja noción sindical, sino para ser leal con tus propias necesidades y con tus amigos músicos. Ver lo que es posible hacer.

¿Crees que tu música es también un reflejo del caos y del desorden sociopolítico en el que vivimos?

Espero que lo refleje.

He leído que, aunque parecías destinado a ser un músico de jazz, encontraste más libertad en la escena rock de Nueva York de finales de los 70 que en la del jazz. ¿Fue así?

Cuando me mudé a Nueva York no conecté con una escena de jazz en la que pudiera encajar. Sentía que era como un entrenamiento para hacer jazz mainstream. Y eso era muy rígido y tradicional. Pero al mismo tiempo pasaban muchas cosas en el movimiento del loft jazz y también emergía el free jazz. Y aún pasan cosas en el jazz con las que hoy en día me sentiría más cómodo. Pero es verdad que a finales de los 70 había mucha creatividad en la escena punk y post-punk, en el CBGB, en la escena no wave, que en cierto modo era punk jazzy. Y eso es un poco lo que sigo siendo yo. A lo que me siento más cerca.

Personalidad. Foto: Liberto Peiró
Personalidad. Foto: Liberto Peiró

Has colaborado con Tom Waits, Elvis Costello, John Zorn, T-Bone Burnett, Robert Plant, Caetano Veloso, Arto Lindsay, David Sylvian o Elton John, entre muchos otros. ¿En cuál de sus obras crees que dejaste mayor huella?

Creo que al principio gocé de mucho espacio para probar cosas con The Lounge Lizards, a principios de los ochenta. Era una situación en la que podía explayarme, hacer solos de guitarra pero no en el sentido habitual. A la gente lo que más le ha llegado es mi trabajo con Tom Waits, lo asocian con mi estilo, pero siempre hago lo mismo con independencia de con quien trabaje. Trato de hacer que la canción tenga sentido. No trataba de hacer visible un estilo, sino de hacer que las canciones de Tom fueran las correctas.

Pero supongo que cuando requieren tus servicios es porque piensan que tu estilo es distintivo, único, reconocible.

Si quiero trabajar con ellos es porque pienso que la música y la letra de sus canciones significan algo a lo que quiero contribuir.

¿Han mejorado el clima político y la convivencia en tu país tras la derrota de Trump?

Ojalá que la situación mejore tras Trump. Pero sigue teniendo mucho poder, con un 30 o 40 por cien de los votantes muy leales, gente que le volvería a votar. Creo que es un dictador y que va a tratar de lograr el poder ilegalmente. Es muy peligroso. Espero que no tengamos que luchar contra él. Pero si lo hacemos, espero que el mundo responda mejor de como lo hizo ante la gente que luchó por la democracia en España entre 1936 y 1939.

“Los foros online están repletos de mentiras. Provocan que nadie pueda estar seguro de nada. El efecto de todo esto ya no es que haya gente que diga que Trump o Putin son buenos gobernantes, sino que mucha gente piense que todo es demasiado complicado para discernir. Pero es que siempre ha sido complicado. No hay mucho que se les pueda decir a quienes piensan que Trump es Dios”

En cualquier caso, su populismo de derechas no es exclusivamente norteamericano: en Europa lo tenemos en casi todos los parlamentos, utilizando las mismas tácticas y gobernando en Polonia y Hungría.

Estoy de acuerdo con esas similitudes. Pero lo que es particularmente peligroso, en el caso de Trump, son estas dos cosas: que sus seguidores ya han dicho que no van a aceptar ninguna victoria electoral que no sea la suya, lo cual es básicamente declarar que están preparados para una guerra civil, y que muchos de sus seguidores van armados. Algunos, hasta los dientes. Hemos de pensar muy seriamente cómo responder a eso.

Y también desactivarlo desde su complejidad, ¿no? Uno de sus principios es que la verdad ya no es relevante.

Ignorar la verdad es una táctica, otra arma de su arsenal. Los foros online están repletos de mentiras. Provocan que nadie pueda estar seguro de nada. El efecto de todo esto ya no es que haya gente que diga que Trump o Putin son buenos gobernantes, sino que mucha gente piense que todo es demasiado complicado para discernir. Pero es que siempre ha sido complicado. No hay mucho que se les pueda decir a quienes piensan que Trump es Dios. Pero la gente que, como yo, creció pensando que las personas que lucharon representando a la CNT en España, o los partisanos en Italia o la resistencia francesa eran las mejores personas que había sobre la faz de la tierra, algo sobre lo que sentirse muy orgullosos, un modelo a seguir ante la amenaza de una dictadura… es frustrante cuando les oyes decir que entonces las cosas eran muy sencillas pero ahora son complejas. ¡Tampoco era sencillo entonces! Eran alianzas que no eran sencillas. En la creación del Frente Popular, por ejemplo, había mucho trabajo y pensamiento detrás. No nació de la nada. ∎

El activista posibilista

Parece el título de una canción de Los Planetas, pero es perfecto para alguien que prefiere definirse como “un organizador que aspira a ganar antes que un activista que se conforma con perder siempre”. Marc Ribot contó en el Aula Magna de la Universitat de València –en una charla organizada por su Observatori Cultural– que discrepó de sus amigos Fugazi (“estos siempre quisieron distribuir sus discos ellos mismos”), que no hay igualdad de oportunidades sin igualdad de ingresos (“no hay nadie del Ku Klux Klan en las discográficas queriendo minimizar a las minorías: el problema es de base”), que la izquierda tiene un serio problema, que los sindicatos de músicos de su país siempre representaron a una minoría (“Broadway, las bandas sinfónicas”) y se olvidaron del underground y del indie (también por errores propios: mencionó como clave el estudio “The Irony Of The Indies”, de Stanley Aronowitz y Mike Robert, fechado en 2003) y que no tiene sentido querer el colapso de la gran industria porque sin ella tampoco perviviría la creación desde sus márgenes, “de donde nació el bebop y toda la música que me gusta”. Fue una hora y media con múltiples vectores de conversación y activa participación del público. Y se pasó en un soplo. ∎

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