Bastan cinco minutos con ellos para darte cuenta de que Margarita Quebrada, pese a no acumular mucho más de tres años como banda, cumplen con una de las premisas esenciales para ser un proyecto sólido: sus tres miembros se complementan a la perfección. Nacho López (24 años) es quien escribe las canciones, Mikel Cabanes (25 años) tiene la visión de conjunto (“es como si hiciera de mánager”, dicen de él) y Guillermo Juan Montesinos (28 años) es quien traza el perfil sonoro como productor.
Su primer álbum, el notable “Gas lágrima” (Jabalina, 2022), entre los mejores discos nacionales del pasado ejercicio según Rockdelux, amplía el campo de batalla del post-punk mediante injertos electrónicos en un disco repleto de colaboraciones que “han sudado y han sangrado”, reivindicando una revolución interior que prefiere plasmarse en canciones magnéticas antes que “quemando contenedores”. Nos lo explican en una cafetería de Valencia.
Hay un gran trecho entre el EP “Luces”, que publicasteis en 2020, y este “Gas lágrima”. ¿Ampliación de influencias o se debe también a que entró Guillermo en lugar de Miguel Yubero?
Guillermo: Llegó un punto en el que teníamos que decidir si seguir por la misma línea o buscar otras influencias, y decidimos que lo mejor era abrirnos y expandir el sonido. Yo entré nuevo, pero eso no afectó nada porque ya estaba trabajando con ellos desde el principio en el estudio.
Mikel: Ahora hay más capas, más refinamiento. En los detalles y en la producción, porque Guillermo era nuestro productor en el inicio y lo sigue siendo ahora, además de ser miembro ya. Hace dos años pegó un boom ese sonido oscuro, pero a la par ha sido también el aborrecerlo. Funcionaría otro “Luces”, pero mola jugársela.
Nacho: Teníamos que cerrar una etapa y abrir otra. A la gente más pureta le puede parecer un poco raro que hagamos esto, pero es natural porque son influencias que han estado desde el principio. Quisimos darle al post-punk más a saco al principio y ahora pensamos que había que abrir el espectro.
Guillermo: Nos gustan los discos cuyas canciones pueden sonar a estilos distintos pero que no deje de dar la sensación de que es el mismo disco, y más cuando tienes tantas colaboraciones. Nos esforzamos en que todo tuviera un hilo. En sonidos, texturas y tratamiento de voces.
Justo os iba a comentar eso: suena bastante unitario pese a la disparidad de los colaboradores. Xenia, Luz Futuro, Merina Gris, Kaixo, Blu Boi o Marco Henri son muy distintos. Justo lo contrario de lo que ha hecho Marcos Crespo en Depresión Sonora, que rechazó la sugerencia de colaboraciones para no desvirtuar su nuevo disco.
Nacho: También lo pensamos, pero como las colaboraciones se han hecho de una forma tan natural… Es gente que conocemos y entendían a dónde queríamos llegar. Buscamos ese punto en común entre los colaboradores y nosotros.
Mikel: Incluso la propia influencia para el disco han sido esas colaboraciones. Merina Gris, por ejemplo, nos han ayudado a definir el nicho de música electrónica de banda que se puede hacer en España ahora. Con Luz Futuro habíamos estado muy en contacto, uniendo esas baterías más electrónicas; ha sido todo muy recíproco. Han sido colaboraciones o por lo emocional o por lo inspiracional. Apuntamos a quienes tenían más cercanía con nosotros. Si no, hubiéramos apuntado alto. A Rojuu, por ejemplo. O a bandas amigas como Somos La Herencia o VVV [Trippin’you]. Eso funciona. Es lo fácil. Compartes dos públicos y todos ganamos. Pero lo nuestro ha sido más jugárnosla. Tirar un triple, y si entra… Y al final ha entrado. Incluso en el directo, aunque no estén ellos.
¿Os sentíais demasiado alineados con la hornada post-punk valenciana?
Mikel: Yo vengo de Mausoleo, que también es post-punk pero en modo guitarra, bajo y batería, con influencias de Wipers y Hüsker Dü. Pero cuando empezaron Miguel y Nacho con Margarita Quebrada me recordaban a The Drums, a Soviet Soviet, a Black Marble… Música oscura pero no tan punk, más no wave, era otra movida. Incluso si ellos dos hubieran continuado solos, creo que hubieran despuntado de lo que es Valencia.
Guillermo: Todo nace de Nacho, que crea las demos en su casa, aunque luego las vayamos refinando. Y como él tiene muchas influencias, era cuestión de tiempo que mezcláramos otros estilos.
Os lo preguntaba pensando en referentes como primero Antiguo Régimen y luego La Plata, por ejemplo.
Mikel: Antiguo Régimen son referentes y amigos. Abrieron camino. Aunque ahora hay otro contexto y otro público. Mucha más disparidad de edades entre el público de La Plata, por ejemplo. Antes ibas a La Residencia y estábamos los mismos, muy a gusto, pero los mismos. Hay como una escuela que nos ha ayudado a tener menos miedo a bandas del pop o de lo urbano. Antiguo Régimen tenían un discurso muy etéreo, fueron muy influyentes en esa lírica que ahora funciona más que cualquier discurso muy masticado.
Nacho: Como Décima Víctima.
Además de las colaboraciones, ¿habéis escuchado algo que os haya marcado últimamente?
Mikel: Yo, inconscientemente, siempre he tenido como un gran referente a Bon Iver. A nivel de producción y de cómo entiende el directo. Los arreglos de percusión son increíbles. Y a un nivel más cercano, por lo que me toca como batería, he estado escuchando UK garage, a Burial, a Rival Consoles. Y son elementos que se reflejan en “Descongelada”.
Mencionáis el witch house como influencia en canciones como “Gas lágrima”.
Nacho: Hace ya tiempo que surgió, pero es un estilo que ha vuelto. Yo escuchaba los últimos discos de Bon Iver y el último de Salem. Uno un poco más moñas, el otro un poco más jodido. Había muchas similitudes entre ambos y me molaba hacer el puente entre los dos.
Mikel: De hecho, Bon Iver tiene un tema que se llama “Salem”, es un poco loco.
A mí nunca se me hubiera ocurrido relacionarlos.
Nacho: Pues yo quemé esos dos discos, el “i,i” (2019) de Bon Iver y el “Fires In Heaven” (2020) de Salem. Me flipaban. Las voces, los sintes, las armonías.
Mikel: Tú, Guille, ¿en qué te fijabas para la producción?
Guillermo: Pues para “Gas lágrima”, la parte esta del drop con las percusiones raras, me inspiré en Daisuke Tanabe, un músico japonés, también del estilo de Burial. Me gusta el IDM clásico. Aphex Twin, Boards Of Canada o Four Tet.
Nacho: Puede que haya un sector pureta que nos tenga como un grupo muy ochenta, y que luego los jóvenes que tienen 16 o 17 años se inclinen más por lo urbano; hay muchos palos distintos dentro del público, pero al final hemos hecho lo que nos mola.
En “Llanto gris”, con la colaboración de Marco Henri, hay un guiño final muy evidente a una canción electrónica muy popular en los años noventa, cuyo nombre y autor no he logrado recordar.
Nacho: Sí, es “Children” (1996), de Robert Miles.
Mikel: El otro día en Madrid nos preguntaron si era un guiño a Linkin Park (risas).
Nacho: Ya ves… ahora estamos quemando mucho a Linkin Park.
Mikel: La de Robert Miles es una referencia que quien la sabe la tiene en el subconsciente. Está metida para dar sensación de euforia en un tema lento, y más ahora con el revival del bombo cerrado y la movida de “La Ruta” y todo esto.
Menudo revival ese, el de “La Ruta”. ¿Cómo lo veis?
Mikel: Está guay a nivel de que vuelvan esos sonidos y ojalá sea bueno para los clubes que hay ahora, aunque no se pueda volver a vivir “La Ruta” porque no hay ni aquellos sistemas de sonido ni aquella mentalidad. Pero no debemos caer en la melancolía o en la romantización. Se puede disfrutar de la música sin necesidad de reventarse el cuerpo. No he visto la serie, me gustaría verla, porque mis padres me cuentan que era guay pero hasta cierto punto. Ahora se puede vivir otro tipo de ruta, y no creo que nosotros seamos bakalaeros ni mucho menos. Una profesora mía me decía que la propia música la hacía estar muy activa, sin necesidad de meterse nada. Ojalá nuestro disco sirva para eso.
Nacho: Pero como revival del sonido de “La Ruta”, nosotros no tenemos.
Guillermo: Hay bandas que no son ni de Valencia que están llevando más esa línea. VVV [Trippin’you], por ejemplo. Puede que las influencias de quienes hacían la música de “La Ruta” conecten con las nuestras, es la única posible coincidencia. Igual el hecho de ser de Valencia sí nos da la oportunidad de meter ritmos de techno un poco duros y saber que la gente aquí los va a entender.
Comentábamos antes lo de Linkin Park, y “Dentro de mí”, con el vigués Kaixo, me ha recordado a ellos porque se parece a lo último de Goa.
Nacho: Yo a Goa lo escuché durante bastante tiempo también, nos flipaba. Y también hay un revival en los Estados Unidos con el punk rock, con Travis Barker apadrinando a toda la peña del urban. Bandas como Provoker, por ejemplo, están a medio camino entre el grunge y el punk rock, pero con mucha parte de gótico, y me flipaban porque eran peña que mezclaba eso con el urbano. Queríamos que este tema fuera supersucio, pesado, con una batería jodida…
Mikel: Y pensábamos: “¿Cómo metemos rap en esta movida?”. Nacho tiene dicción melódica que parece un poco más rapeada, pero Kaixo sí es rapero, rapero. Escuchábamos a Jean Dawson. A veces pienso que incluso el sonido de bandas como Twenty One Pilots, que mezclan lo gótico con el pop puro, es un nicho que no se explora aquí por miedo.
Nacho: Como que la palabra “pop” aquí tiene otras connotaciones. El desafío es hacer pop pero no de pop, sino de que pueda llegar a todas las generaciones.
Pop de popular, ¿no?
Nacho: Claro. Pero con detalles guays de producción. Como Alizzz, por ejemplo. ∎