Alquimista de largo recorrido. Foto: Tomé Silva
Alquimista de largo recorrido. Foto: Tomé Silva

Entrevista

Maria Reis suspira, bajo el brillo de los focos

Con su timbre grave, la cantante y compositora portuguesa, que dio sus primeros pasos en el proyecto Pega Monstro, expone puntos neurálgicos de las inquietudes de lo femenino. Antes de subir al escenario del Primavera Sound Oporto, el próximo 14 junio, su sonido gana proyección a través de una alquimia lírica que entrecruza la estética punk con esa rara verborragia en tiempos de idealización. Así, sin miedo, verbaliza derrotas y bellezas de lo cotidiano. Recientemente, colaboró en el último disco de Panda Bear y en la gira consiguiente.

Es de una forma tímida como la cantante portuguesa Maria Reis atiende al teléfono. Pasa un tiempo hasta que parece sentirse realmente cómoda para adentrarse en los pormenores que componen la densidad del disco “Suspiro…” (Cafetra, 2024). Es su incursión musical más reciente y extensa hasta la fecha. Tras publicar discos breves como “Maria” (2017), “Chove na sala, água nos olhos” (2019), “A flor da urtiga” (2021) y “Benefício de dúvida” (2022), que coquetean con una estética impresionista e instituyen una crudeza existencial que parece marcar toda su producción, la artista se centra ahora en un conjunto de canciones de título sugerente. Antes incluso de establecer cualquier conexión con el oyente, las pistas se impregnan de una intimidad que busca entablar un diálogo con el yo lírico.

Grabado entre diciembre de 2023 y enero de 2024 en la intimidad de su propio cuarto, el álbum lleva las huellas del músico y productor Tomé Silva a lo largo de sus once canciones. Juntas, despliegan madurez lírica y de arreglos que reflejan anhelos, inseguridades y, sobre todo, paisajes sonoros. Al reconocer contradicciones y fragilidades humanas a través de su timbre grave, la artista se reafirma como una compositora comprometida con la honestidad. Más aún: esto contribuye al creciente reconocimiento de su obra.

Es en este contexto en el que se presentará en el festival Primavera Sound Oporto, el 14 de junio. Tocando en casa, comparte el escenario con los nombres de Carolina Durante, Parcels, HAIM y Jamie xx. En conversación con Rockdelux, al hablar sobre el espacio de resistencia que asume el rock, destaca: “Dentro del ‘mainstream’, me parece que hay tantos caminos infalibles y no siempre se dice la verdad. A veces, existen cuestiones que sirven al individuo, a la industria, pero no necesariamente al público ni a la música en sí. Espero que mis creaciones sobrevivan a esos engaños, a esas fantasías”.

Coronada como una de las voces más interesantes de la nueva generación de la escena independiente europea, explica que intenta ignorar las etiquetas que le asignan. Para la cantautora –quien a continuación discute las particularidades de su proceso creativo, la relación que establece con mujeres jóvenes a través del canto de las imperfecciones y las expectativas que giran en torno a ella– lo más gratificante es poder romper con los vicios, especialmente los que se refieren a las fórmulas de éxito.

“Estagnação”, vídeo realizado por Tomé Silva y Maria Reis.

Aunque sutil, “Suspiro...” es un disco con mucha presencia de la palabra. ¿Qué querías que la gente sintiera al escucharlo?

Cuando comencé a hacer canciones no pensaba en las personas que las escucharían. En general, suelo trabajar de manera solitaria y en un lugar de contemplación, donde busco mi verdad. Inicialmente no considero lo que los demás puedan pensar, es algo mucho más íntimo. Así que fue un proceso lento, desde la primera canción. Pasé por varias fases hasta organizar los sentimientos que desembocaron en este título, que solo aparece al final. “Suspiro” es una palabra que me parece abarcar múltiples estados emocionales, una selección de pequeñas ideas: está el suspiro de la pasión, de la ansiedad, de la tristeza...

¿Y qué escena indie rock tenemos hoy en Portugal?

Ya tengo 30 años, la mitad de mi vida está dedicada a la música (dio sus primeros pasos en el proyecto Pega Monstro, junto a su hermana Júlia). Antes, la idea de tener una banda era el objetivo máximo de una joven. Al menos lo era para mí. Era un síntoma generacional querer comandar un grupo. Se deseaba pertenecer a la música. Ahora, la idea de pertenecer a ella ya no se limita tanto a eso. La idea de tener una banda sigue siendo una gran representación del indie rock, es cierto, pero hay más propuestas, más diversidad. No sé si tanto extendida al indie, pero veo el panorama más completo y complejo que hace una década y media. Hay más pluralidad de lenguajes.

“Cuando comencé a hacer canciones no pensaba en las personas que las escucharían. En general, suelo trabajar de manera solitaria y en un lugar de contemplación, donde busco mi verdad. Inicialmente no considero lo que los demás puedan pensar, es algo mucho más íntimo”

La melancolía, la ironía y la intensidad emocional son algunos de los temas que evocas en tus canciones. ¿Cómo puede el rock ser interesante a la hora de dar salida a estos sentimientos?

Creo que debemos considerar el contexto. Veo mis canciones más cercanas al punk rock, que antes que nada se basa en las urgencias. Hay una cierta inmediatez en ello que permite expresiones más creativas. Para mí, esta es una herramienta muy importante a la hora de canalizar el formato de la canción. Fue en el punk donde encontré mi voz y es en sus estructuras donde sigo desarrollando mi arte. Claro, me siento más abierta a incorporar influencias que contemplen otros discursos frontales y crudos. Pero es justo allí donde me siento más libre, más cómoda.

¿Cómo crees que la construcción de “Suspiro…” te ha podido ayudar en la búsqueda de autoconocimiento y la reflexión sobre quién eres hoy?

Todas estas canciones forman parte de mi identidad. Sé que ya no puedo distinguirme ni separarme de mi profesión. La música forma parte de mi propia construcción como ser humano, ya no puedo vivir sin ella. No me veo sin las canciones y no puedo hacer más canciones si no parten de mis experiencias, si no constituyen el “yo”. Así que, cuando reflexiono sobre mi trabajo, sé que se trata de algo mágico, de esas cosas de las que no se puede escapar.

Retazos de identidad. Foto: Tomé Silva
Retazos de identidad. Foto: Tomé Silva

Las investigaciones y la búsqueda de una musicalidad casi sinestésica, que se conecte con las emociones que quieres transmitir, son algo muy claro en tu trabajo. ¿Cómo observas este aspecto pensando en la creación?

Algo que me da satisfacción es saber que las personas pueden interpretar lo que canto cada una a su manera, y ahí radica la riqueza de la música popular, de los sonidos. Mi curiosidad y mi inquietud hacen que siempre quiera ir más allá y, en este proceso, voy buscando otras cosas, descubriendo instrumentos, rodeándome de músicos. A veces también no quiero hacer nada. Ese beneficio de la parálisis, que nos permite ir a la playa o dar una vuelta, también alimenta el proceso creativo. Para mí, componer es permitirse hacer preguntas, explorar las metáforas que son tan relevantes en ese ocultismo que nos lleva a esquivar respuestas fácticas. Así que, cuando las palabras ya dijeron lo que necesitaban, los instrumentos salen como algo complementario; no es raro que ellos puedan hablar mucho más que la propia literalidad.

“Algo que me da satisfacción es saber que las personas pueden interpretar lo que canto cada una a su manera, y ahí radica la riqueza de la música popular, de los sonidos. Mi curiosidad y mi inquietud hacen que siempre quiera ir más allá y, en este proceso, voy buscando otras cosas, descubriendo instrumentos, rodeándome de músicos”

En la canción “30” hablas sobre el paso del tiempo, pero también reflexionas sobre las inseguridades que nos llevan a pensar en el edadismo. Pensando en la contemporaneidad portuguesa, ¿por qué crees que es tan relevante adoptar este tono crítico?

Ser mujer implica ser mucho más consciente de las exigencias relacionadas con la belleza; siempre intento luchar contra eso en la forma en que me presento pública y socialmente, pero, claro, todas nosotras somos víctimas de cierta inseguridad y baja autoestima. Forma parte de nuestras existencias y parece imposible ser siempre suficiente. En las canciones viajo hacia lugares que no siempre son cómodos, donde hay enormes incomodidades, y me adentro en el inconsciente. Cuando escribí la letra a la que te refieres, pensaba “ya no tengo nada más que ofrecer”. De repente, percibí el acné como algo directamente relacionado con la adolescencia, pero aún permanece en mi cuerpo. Por eso es interesante observarlo como una manifestación de tiempos que se entrelazan. Me hace sentir más joven en el presente y, al mismo tiempo, conserva una expresividad marcada del pasado. Cuando compongo y canto, expongo los indicios del cuerpo al fallar, de ese paso del tiempo. Creo que, a fin de cuentas, envejecer es algo positivo.

Como artista, ¿qué te ha hecho suspirar últimamente?

El genocidio en Palestina me ha hecho suspirar mucho, al igual que la llegada de la primavera aquí en Lisboa. Es difícil encontrar un sentido positivo en las cosas cuando los acontecimientos negativos se presentan de forma tan intensamente abrumadora, pero sigo intentándolo. ∎

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