La verdad por delante. Foto: Alfredo Arias
La verdad por delante. Foto: Alfredo Arias

Entrevista

María Terremoto, la renacida

Con su segundo álbum, “Manifiesto”, la cantaora andaluza suelta toneladas de lastre emocional, pero también reinicia una carrera demasiado precoz que no le satisfacía y consigue llegar muy hondo en una sorprendente apuesta por la sobriedad. El 17 de julio presenta el álbum en el Fijazz de Alicante. Y el 30 de agosto actuará en el festival Flamenco On Fire de Pamplona, compartiendo cartel con Lela Soto y Ángeles Toledano.

Durante años, María Fernández Ruiz, María Terremoto, jerezana de 1999, ha vivido haciendo honor a su apellido artístico, sumida en un seísmo existencial de réplicas virulentas y sostenidas. El vínculo sanguíneo con una de las estirpes flamencas más veneradas –Terremoto de Jerez (1934-1981) era su abuelo– condicionó su desarrollo creativo desde cría. Perdió a su padre, el cantaor Fernando Terremoto (1969-2010), con apenas 11 años. Y le dio un vertiginoso acelerón a su vida antes de la mayoría de edad. “Empecé en este mundo muy joven, realmente he sido una niña no quiero decir prodigio, pero sí con talento”, explica, con serenidad, sentada frente a la grabadora de Rockdelux en la cava del mítico bar Candela, en el corazón del madrileño barrio de Lavapiés, recuperado para la causa flamenca hace pocos meses. “Cuando fui creciendo, me di cuenta de que no estaba haciendo lo que quería, estaba presionada por mi apellido, por el flamenco, por esa exigencia de ‘tú eres Terremoto, tienes que cantar flamenco’. En cuanto a lo personal, me he sentido supervacía por las pérdidas que he tenido, por vivir demasiado deprisa. No he sentido arrepentimiento porque lo que está hecho, hecho está, pero sí he lamentado vivir tan rápido algunas veces. Me ha hecho pasar por momentos muy complicados en mi vida, replantearme qué soy, no tener confianza en mí misma, creer que soy una mujer cuando era una niña, porque empiezo con 16 años a cantar y ya vivía sola. Y me he tenido que adaptar a muchas cosas sin pertenecerme: a una convivencia, a una casa, he sido madre de dos niños muy joven también… Todo ese proceso me llevó a una depresión enorme de la que he salido sola gracias a la música”.

Gracias a la música de “Manifiesto” (Universal, 2025), concretamente, álbum que documenta un proceso de restauración personal –poca fabulación cabe en sus surcos– que además se materializa de manera vibrante en lo estrictamente formal: la profunda voz de María permanece, pero las intenciones y resultados son muy distintos –las músicas que acompañan, también– a los del primerizo “La huella de mi sentío” (IR Music, 2018). Compuesto por ella y producido por Yerai Cortés, quien también toca la guitarra, “Manifiesto” sorprende por su austero planteamiento sónico, por la densidad emocional contenida en sus 23 minutos y por la conmoción que producen algunos de sus pasajes, encarnados en una voz sustantiva que, ahora sí, se expresa como siempre quiso hacerlo. “El disco es mi corazón hecho música. Para componer ‘Manifiesto’ me metí en las cuevas más oscuras de mi alma, las más perversas, pero era necesario para despojarme de espinitas, de clavos que tenía en el alma. Que ahora no está el clavo, está la herida. Al final he aprendido a vivir con todo ese dolor y ha sido todo lo que me ha hecho llegar a componer ‘Manifiesto’”.

Un manifiesto a corazón abierto. Foto: Alfredo Arias
Un manifiesto a corazón abierto. Foto: Alfredo Arias

El disco es cortito, se pasa volando, pero tiene un recorrido. Empieza muy en lo hondo pero termina arriba, hay un camino que es la propia narración de lo que ha sido tu vida en estos años.

Sí, es una línea vital y cuento el proceso que he tenido hasta llegar a encontrarme. Ha sido un proceso de búsqueda, duda, desconcierto, ira, pena, conciliación, amor, alegría, resiliencia… He querido reflejar y contar ese proceso hasta que he llegado a encontrarme personalmente.

¿Por qué vivías sola con 16 años?

No era porque mi familia me agobiara, para nada, tengo mi familia gracias a Dios, a pesar de las pérdidas. Ellos viven en Jerez y yo en Sevilla, pero los tengo para todo. Pero era una cosa personal, necesitaba salir de donde estaba, mi padre falleció, mis abuelos maternos –que eran como mis padres– fallecieron, y me sentía ahogada en un mundo negro y necesitaba salir por mi propio pie, no por la ayuda de mi madre o de mi tío o de nadie. Decidí irme con mi pareja con 16 años y a veces lo he lamentado. No por irme con él, sino por mi edad, por las cosas me he perdido en la adolescencia. Pero me ha hecho ser la mujer que soy hoy y estoy orgullosa de tener 25 años y haber aprendido y tener tanto por aprender.

¿Cómo te sientes hablando de todo esto tan íntimo con un desconocido?

Si te soy sincera, mejor que si lo hablara con alguien de mi familia. No porque no me comprendan, pero al final es una cosa de toda la familia. Sé que si le hablo de cómo me siento a mi madre o a mi tía, les duele. Con mi familia me retraigo un montón y me trago muchas cosas por no dolerles a ellos. Pero me encuentro supercómoda y de verdad que lo necesito, porque todas las entrevistas han sido “tu padre, tu abuelo, tu herencia, tu casa, el Giraldillo…”, entonces es un poco “¿y yo?”, porque estoy yo. Mi padre fue mi padre y mi abuelo mi abuelo. A mi padre la vida no le dejó mostrar más de lo que era, pero también buscaba su propio camino, y lo que busco es también que me conozcan por mí misma.

“No he sentido arrepentimiento porque lo que está hecho, hecho está, pero sí he lamentado vivir tan rápido algunas veces. Me ha hecho pasar por momentos muy complicados en mi vida, replantearme qué soy, no tener confianza en mí misma, creer que soy una mujer cuando era una niña, porque empiezo con 16 años a cantar y ya vivía sola”

He visto un YouTube del que creo que fue tu primer encuentro escénico con Yerai Cortés, en el Círculo Flamenco de Madrid, en octubre de 2019. Una actuación de flamenco básica, tradicional. ¿Qué pasó entre vosotros en ese encuentro para que ahora estéis aquí?

No fue ahí, qué va, qué va. No lo tenía ni pensado. Yo tenía que venir a Madrid, a Yerai ya lo conocía, somos amigos. Ni yo tenía pensado hacer “Manifiesto”, qué va, estábamos en pleno proceso de ver qué hacíamos, porque mi primer disco había salido en 2018. Después de un largo proceso, de pensar, sabía que tenía que ser él, sabía que era quien le iba a dar el alma que necesitaba. Teníamos diez días de estudio y lo grabó en seis. Fue mágico.

Cada uno ha estado a lo suyo antes de la grabación del disco.

Sí, lo llamé, le conté la idea, le encantó, las oficinas se pusieron de acuerdo y ya está.

Sí, porque él en los últimos tiempos ha tenido mucho ajetreo.

Ya ves, imagínate, estaba terminando de editar su peli e hizo un esfuerzo enorme que le agradezco. Lo quiero mucho a mi Yerai.

Los dos tenéis un proceso familiar similar.

Sí, de hecho cuando llegué al estudio y le conté, me dijo que su peli más o menos iba por ahí. Ha sido pura coincidencia. Él también tenía una necesidad de contar su fatiga, y aunque sean proyectos completamente diferentes eso ha hecho que la unión sea tan bonita y tan mágica, las vivencias de cada uno, porque ambos teníamos cosas que contar. Y él tenía cabida en mi proyecto porque al fin y al cabo no serán las mismas sensaciones, pero también habrá sentido ira, habrá sentido miedo, amor, pena por una pérdida, que es lo que cuenta en su peli.

Viviendo intensamente. Foto: Alfredo Arias
Viviendo intensamente. Foto: Alfredo Arias

Esa coincidencia de vuestras historias personales quizá haya ayudado a que no haya que explicar según qué cosas cuando estabais en el estudio.

Hacíamos un tema, “bueno venga, mariquilla, ¿este tema qué?”. Hay un tema que es la soleá, que va a las dudas, cosas demasiado personales mías, y él me decía ¿esto por dónde va?”. Y yo le decía “¿cómo te lo digo?”. Y él, “bueno, yo ya te capto”. Y los tangos también, “esto es un poco roneo de los jóvenes, que somos jóvenes, pues por aquí”. La bulería la traía compuesta de casa y no me quedé conforme, y el día antes de meterme en el estudio la compuse y él leyendo la letra me dijo “no he visto nadie que componga más rápido que tú”. Yo creo que Yerai también tiene un talentazo y ha sabido darle… Ha tenido un tacto con el proyecto.

¿En tu cabeza estaba desde el principio que el disco fuera así de básico?

Sí, sí. No creía que iba a tener ese sonido porque no conocía todavía esa manera de grabar. En el estudio traje notas de voz de cosas que había grabado en mi casa, una en la cocina, otra en el salón… Cuando le puse el primer tema, “A la muerte”, que es un romance a capela que grabé en la cocina, Sergio, uno de los técnicos que tuvimos esa semana de estudio, me preguntó que dónde lo había grabado, que le encantaba ese sonido orgánico, la naturalidad del sonido. Pusimos un micro de voz y otro de ambiente para crear esa película natural, que es lo que tiene todo el disco, que parece que es en directo pero no lo es. Es lo que hemos querido reflejar, el flamenco de la época antigua, de las grabaciones antiguas. Creo que es otro cometido, dar a conocer lo que otros maestros han dejado a los jóvenes, y eso creo que Yerai lo tiene, esa pureza, esa antigüedad en el toque. Y la vanguardia y la modernidad, también.

Has dicho que publicar este disco a tu manera ha supuesto una liberación, decías que antes te daba vergüenza mostrar lo que hacías.

Eso era pura inseguridad al fin y al cabo. No estaba segura en ningún aspecto, no me había encontrado, estaba en plena metamorfosis. Me daba mucha vergüenza enseñar mis composiciones, cantarlas. Nunca lo he hecho, y tengo mil cosas compuestas. Pero ahora sí, me encuentro con todas las fuerzas del mundo, y me gusta sobre todo cantar. Creo que siempre he tenido mi personalidad, pero hay un proceso que es en el que terminas de forjarla. Con mi familia, no quiero que se sientan… quiero que entiendan que es un proceso propio y que todos tomamos un camino. La disciplina de un padre, que es superimportante, no se me tome como machista, pero un padre creo que es vital en la crianza de un niño, yo no la he tenido. Y encima el que era mi padre cuando mi padre no estaba, mi abuelo, se fue también, fastidio doble. Y ha sido un proceso muy complicado del que me di cuenta conforme pasaron los años e iba madurando: que no era yo ni estaba en mis cabales.

“No estaba segura en ningún aspecto, no me había encontrado, estaba en plena metamorfosis. Me daba mucha vergüenza enseñar mis composiciones, cantarlas. Nunca lo he hecho, y tengo mil cosas compuestas. Pero ahora sí, me encuentro con todas las fuerzas del mundo, y me gusta sobre todo cantar”

En el centro del disco hay unos verdiales, “Te llevaste mis tormentos”, en los que narras una amanecida. Ves la luz y hace que te des cuenta de cosas que no habías visto, pero no porque no estuvieran ahí.

Los verdiales son la catarsis, es cuando reviento y digo “vámonos p’alante”, y es gracias al amor, que es lo que me salva. El amor a mi pareja, a mis niños, mi familia, mis amigos…

Es lo que nos puede salvar a todos…

Por eso creo que habrá gente que se sienta identificada, que habrá tenido pérdidas importantes en su vida que le han hecho ser lo que no son, y es lo que quiero, que capten el mensaje: desde el amor y desde la voluntad propia y amor a uno mismo se puede salir adelante. Creo que la sociedad está falta de amor, está todo muy mecanizado. El amor de antes era bonito, la manera de cortejarse, ahora todo es tecnológico.

No quiero sonar demasiado viejuno, pero quizá hay cosas que los chavales se pueden estar perdiendo…

Soy joven, soy millennial, pero me considero de la vieja usanza, me gustan las cosas de toda la vida, las cosas naturales, no todo tan mecanizado, tan peripuesto. Al final hasta el amor está mecanizado. Y mi generación está falta de amor, de verdad.

¿Ese amanecer de los verdiales, sucedió realmente?

Sí, no hay nada que cuente que no sea verdad. Y hay cosas muy personales que las he maquillado en letras, pero se entiende también. Todo lo que se cuenta en “Manifiesto” es real.

“Te llevaste mis tormentos”, vídeo dirigido por Arturo Calero.

Incluyes un cante de Levante, “Pintan mi vida en color”, en el que hablas de tus hijos y de las cosas que han traído a tu vida, que imagino que habrán ayudado en tu proceso. E imagino que esta canción no habrá costado tanto sacarla.

No, porque nace del amor, de un sentimiento bonito, y conforme iba escribiendo los versos lo hacía con una sonrisa. Son los que han pintado mi vida en color, que era un poco gris. Me dan la ilusión y la alegría, y las risas de mis niños es lo que me levanta cada día, voy a luchar todo lo que pueda para darles la mejor vida posible. Y no hablo de lo material, hablo de amor y valores, que es lo que nos han inculcado a mí y a su padre.

Tiene su punto revolucionario lo de poner el foco en todos estos amores.

Sí, y es arriesgado también, porque uno hoy no sabe cómo acertar con lo que habla. Con este tema tan delicado de mujeres y hombres y viceversa ya no sabe una cómo hablarle al amor para que nadie sienta que, siendo mujer en este caso, no apoyo a mi género, algo que no es así. Tengo pareja y estoy orgullosa del hombre que es, y es complicado en la época que estamos cantarle al amor cuando sobre todo se le canta muchísimo al… ¿cómo decirlo para que no se malinterprete?... ahora se lleva la mujer empoderada, que yo me considero una mujer empoderada, pero despreciando al hombre, y eso es lo que no me gusta. Creo que hay que tener un equilibrio. Soy mujer, lucho por mis derechos, odio todo episodio machista, toda discriminación a la mujer, pero hay que tener un equilibrio y en la época que estamos hay que tener mucho cuidado hasta para hablar de amor, de amor de verdad. Me parece arriesgado, pero me da igual, ahí que voy, porque es mi vida.

“Tengo pareja y estoy orgullosa del hombre que es, y es complicado en la época que estamos cantarle al amor cuando sobre todo se le canta muchísimo al… ¿cómo decirlo para que no se malinterprete?... ahora se lleva la mujer empoderada, que yo me considero una mujer empoderada, pero despreciando al hombre, y eso es lo que no me gusta. Creo que hay que tener un equilibrio”

En las alegrías, “Murmuraores”, parece que quieras mandar un recado a personas que en su momento te minusvaloraron o te quisieron decir por dónde debías caminar.

Va por ahí, sí, en cuanto a personas que eran amistades y en general. Hablo de gente a la que le gusta murmurar, que le gusta hablar del bien del otro con envidia o sin alegrarse. Gracias a Dios –o no sé si a mi padre, que me ha inculcado valorar a tu compañero, a tu amigo, a tu primo; apoyar y ser compañera yo lo llevo a gala–, no siento envidia de nada, al revés, me alegro de todo lo bueno que pase. Va dedicado a los que les gusta hablar sin saber, con todo mi corazón.

Introduces también ahí a tu madre, y un consejo que te dio.

Sí, y hay otra letra: “Publican las malas lenguas, yo no quiero escuchar, cuando de los buenos hablan, de los malos qué dirán”. Es un mensaje directo y ojalá si lo escuchan sepa que va por él, por ella o por elle.

¿Te daban demasiado consejos no requeridos o te afeaban cosas, en el ámbito flamenco, cuando eras más joven?

Siempre me gusta recibir consejos de personas mayores que yo, de compañeros y artistas consagrados de los que tengo la suerte de disfrutar o de compartir cartel con ellos, pero a veces vienen a contarte cosas que tú no has preguntado ni quieres saber. A veces viene alguien con “pues tú, lo siento en el alma, pero como tu abuelo no va a cantar nadie”. Ya lo sé, pero ¿te he preguntado yo a ti, corazón mío? ¿Para qué vienes a decirme esto? Es una manera de hacer daño. Y es algo que estoy trabajando para que me dé igual lo que me digan. Siempre que sea constructivo voy a aceptar un consejo, lo tengo claro. Además me gusta que me aconsejen, escuchar al que tengo al lado, siempre que me lo digan con amor, que eso se nota, cuando te lo dicen con amor o con maldad, y hay mucha maldad. ∎

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