En el olimpo pop. Foto: Óscar García
En el olimpo pop. Foto: Óscar García

Concierto

Olivia Rodrigo, asteroide rosa

La cantante y actriz californiana Olivia Rodrigo recaló ayer en Barcelona –su primer concierto en suelo español; este jueves actuará en Madrid– para brindar un festín pop a su entregada parroquia, que la llevó en volandas desde el primer acorde. Venía para presentar “GUTS”, su impecable segundo trabajo, pero terminó presentando candidatura para tener plaza vitalicia en el firmamento pop.

Un abarrotado Palau Sant Jordi –18.000 localidades vendidas desde el pasado septiembre, mayoría de público femenino y adolescente, con mucha purpurina y lentejuela y con el rosa como color tribal– se convirtió ayer en chillódromo terapéutico. No hubo nadie que saliera menos contento de lo que entró. No era para menos. A sus 21 años, Olivia Rodrigo no deja de batir récords y amenaza, con una proyección que parece no obedecer a límites, el reinado de otras divas.

Salida de la factoría Disney, esa cantera picante del imperio Mickey Mouse de la que también emergió la bad girl Miley Cyrus, convertida en estrella a los 17 años con su primer LP, “SOUR” (2021), y acogida con honores por la crítica especializada como voz eminente del pop centennial con el excelente “GUTS” (2023). Este último –un dietario de angustias y sobrexcitaciones del arco vital que cubre el fin de la adolescencia– es el disco que presentaba ayer en Barcelona.

Endulzó la espera Remi Wolf con su pop glasé. Tuvo recambios rockeros y hasta una versión del “Valerie” de Amy Winehouse antes de dejar su espacio a la estrella de la noche. Que la velada iba a ser eminentemente femenina –este periodista presenció el concierto rodeado de niñas, adolescentes y madres– fue una realidad que la propia Olivia Rodrigo quiso poner sobre la mesa con una banda 100% de dicho género. Una quinteto –bajo, dos guitarras, batería y teclados, más dos coristas– que arrancó de forma arrolladora con la vitamínica “bad idea, right?”.

Desde su entrada al escenario, la magnética intérprete supo conectar con esas emociones a flor de piel propias de la adolescencia, incluso presentes en sus inmediaciones. Lo corroboraron las afonías y las sonrisas congeladas en la grada. Su cancionero conecta con el burbujeo hormonal con acuse de recibo en los años previos a la primera juventud, cuando más difícil resulta descifrar las señales, dudas y complicaciones a las que te aboca el paso por este. Y ahí entra la cantante estadounidense, capaz de aligerar sus marcas, extraer emoción de estas y arrojar bilis y furia a las pugnas sentimentales. Pocas compositoras de su generación –acaso Lorde o Billie Eilish– han sabido codificar ese confuso hervidero de emociones para darle salida con un pop tan vibrante como contagioso. Solo así se explica la respuesta entusiasta que recibió en las dos horas de recorrido. Y no menos excitante resulta proyectar los próximos derroteros compositivos que puede brindar en su progresivo alejamiento de las edades más tiernas.

Juventud muy robusta. Foto: Óscar García
Juventud muy robusta. Foto: Óscar García

Aunque la fórmula no se reduce solo a darle a la diana emocional del público adolescente, como evidenció ya en el primer tramo “vampire”, su balada airada más pluscuamperfecta, la mejor canción internacional de 2023 para Rockdelux. El show que la rodea acompasa ese sentimiento exuberante y frenético del acné burbujeante. De entrada, con unas músicas robustas, empeñadas en demostrar que no son meras piezas de atrezo. También los bailarines que subieron a escena en varias canciones fortalecieron el espectáculo coral, sobre un escenario sobrio con pocos elementos en juego pero de alta efectividad emotiva. Como el piano que emergió del centro del escenario para que la causante de lloros y afonías interpretará “driver’s license”, el tema que la catapultó a la carrera vertiginosa en que se ha convertido su paso por la Tierra. También “teenage dream”, con la pantalla de fondo proyectando imágenes domésticas de una Olivia niña que ya demostraba actitud por la música, enterneció al pabellón. En “pretty isn’t pretty” volvió a la carga el cuerpo de baile y el pop apisonador y con “love is embarrassing” volvió a romper la caja de baile.

Cuando tocó presentar a las músicos, en concreto a la bajista, quien entonó los acordes universales de “Seven Nation Army”, por poco no improvisan el tema de The White Stripes arropadas por el deseo del público, tarareando la famosa estrofa. Un tema que Olivia definió como “su preferido del mundo”. Porque detrás de esa fachada de princesa Disney dolorida y sentimental pero con su punto de acidez y desquite se esconden argumentos sonoros. En el tramo final del show demostró estar lejos de la candidez a la que suele ir asociado el teen pop. Antes, recalentó las baterías de móvil y comprometió la cobertura telefónica al subirse a una media luna que bajó del escenario para cantar “logical” y “enough for you” desde lo alto, metáfora obvia del nuevo lugar mitológico que ocupa para muchas y muchos. En “lazy” se atrevió con una coreografía cenital circular a la usanza del viejo Hollywood. “so american” la trasladó a uno de los dos extremos del escenario con la compañía de una guitarra acústica. E incidió en el despliegue íntimo con “happier” y “favorite crime”, dos temas que suavizaron el fervor acumulado. Hubo pocas interacciones con el público que se intuyeron demasiado guionizadas, especialmente si lo comparamos con el show de Harry Styles de hace un año en demarcaciones cercanas.

Pero fue en el tramo final cuando el pop eufórico dio paso a otros credos de instituto norteamericano, el punk-rock de “jealousy, jealousy” parecía invocar a Avril Lavigne y Billie Eilish. Y “the grudge” –que contaría con el beneplácito de Fiona Apple– terminó con una coda instrumental para dar tiempo suficiente a un nuevo cambio de vestuario. Rodrigo regresó de él en una versión más sexi y adulta. Explotó su sex-appeal con “obsessed”, donde tampoco titubeó para colgarse la guitarra eléctrica, y antes de eso la banda incursionó en el hard rock con “brutal”, mientras que “all american bitch” recuperó la pegada rítmica de The Breeders o el punk-rock de Green Day para canalizar la rabia y el teen angst.

Completó su explosión en el nuevo firmamento pop ya en el bis, con otros dos temas irrefrenables de su cancionero: “good 4 u” y “get him back” sellaron el recuerdo perpetuo para muchos jóvenes felices de haber encontrado a alguien tan especial –también en las distancias cortas– que los acompañe por esa etapa tan centelleante como enrevesada. Una tutora prodigiosa. ∎

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