ace 6 años, estaba pasando unas semanas en Tucson, Arizona, grabando con mis queridos Calexico y Sergio Mendoza, cuando una persona desconocida me mandó un mensaje críptico por Facebook que decía más o menos así:
“Hola, Camilo, no nos conocemos, yo también trabajo en la música y te busco porque me acaba de pasar algo raro: trabajo en el estudio de grabación de Jerry Heller. Jerry, como sabes, es una de las grandes leyendas del inicio del hip hop. Él fue mánager de NWA y hace un mes murió [falleció el 2 de septiembre de 2016, a los 75 años]...
Me ha tocado empacar sus cosas para mandarlas a la bodega. Mientras ponía todo en una caja, una copia de su autobiografía cayó al suelo. Curiosa, me puse a ojearla y, con sorpresa, encontré que la copia estaba dedicada… a ti!!!
En fin, me pareció una cosa rarísima que Jerry te conociera y aún más rara que yo abriera el libro y supiera quién eres, así que decidí buscarte para enviártelo por correo”.
“To Camilo Lara, best wishes and enjoy the book”, se lee en la primera página de “Ruthless. A Memoir” (2006).
Mi cabeza explotó. No solo porque nunca tuve el menor ni más remoto contacto con Jerry Heller. Mil dudas vienen a mi cabeza: ¿por qué me dedicó su autobiografía?, ¿en qué momento me la iba a dar?, ¿habrá ido a uno de mis shows y se llevó una copia de su libro?, ¿por qué no me lo dio? Y la última: ¿será que mi vida hubiera cambiado si Jerry Heller se me hubiera acercado después de un show y me hubiera dado su libro?
Nunca sabré cuál es la explicación real. Es un misterio sin resolver del destino. Literal, la vida tenía otros planes para mí y claramente quería que lo supiera.
El libro ha estado en mi estante desde ese año hasta hoy en día.
A principios de la pandemia decidí entrarle al libro. Lo devoré buscando una señal divina. Evidentemente, no encontré ninguna. Pero lo que sí descubrí es que, a pesar de mi fobia a los libros de música, encontré superreconfortante leer de algo medianamente cercano a la cultura pop que tanto mamé creciendo.
Durante años, me negué a leer libros de rock. Me parecía que era una actividad de fan ñoño. De esos que quieren saber el día y hora que se grabó “A Hard Day’s Night”. Hoy claramente he descubierto que:
A. No es del todo así… o
B. Soy uno de esos ñoños
Encarrilado, seguí con el libro de Chris Frantz, “Remain In Love” (“Amor crónico”)… ¿Quién no querría saber acerca de los Talking Heads visto desde el banco de baterista?
De ahí brinqué a “Shock And Awe” (“Como un golpe de rayo”): una historia extensiva del glam rock contada magistralmente por Simon Reynolds, un gran y experimentado periodista del ‘NME’.
Ya va más de un año de pandemia, así que mi consumo de libros de rock ya es algo presumible.
Menciones honoríficas a “Cured”, la bio de Lol Tolhurst de The Cure; “In The Pleasure Groove” de John Taylor, bajista de Duran Duran; la biografía del productor de Nick Drake y Vashti Bunyan, Joe Boyd, titulada “Blancas bicicletas”, y “Siren Song”, la bio del excéntrico dueño de Sire Records, Seymour Stein, quien firmó por primera vez a Talking Heads, a los Ramones y a Madonna. Y cerrando con “Art, Sex, Music”, bio de la artista Cosey Fanni Tutti, miembro fundamental de Throbbing Gristle, y “Ropa música chicos” de Viv Albertine de las Slits.
En mi lista tengo una pila de libros de rock y música. Desde “Wagnerism”, un libro de mil páginas escrito por Alex Ross, hasta "La chica del grupo” de Kim Gordon, “La ira es energía" de John Lydon, la bio de Malcolm McLaren, “Sideral” de Héctor Castells y “El ritmo perdido” de Santiago Auserón.
Creo que finalmente llegué a esa edad en que la cultura con la que crecí, la que se gestaba en bares, en pedas, en departamentos de amigos, se convierte en grandes historias. Historias que sustentan la cultura pop de nuestros días.
Cuando era más joven, la cultura juvenil era ajena a lo que me interesaba. No sentía ninguna curiosidad por Pink Floyd, ni por los hippies ni por los progresivos. Tuve que esperar años para poder leer de los new wavers, de los ravers y de los post-rockers.
Nunca conocí a Jerry Heller, pero además de agradecerle infinitamente su aporte al desarrollo del hip hop, lo hago por dejarme el libro con el que finalmente aprecié la categoría de los libros de rock. ∎