Editorial

Julio Bustamante: mundo prodigioso, de categoría

Julio Bustamante, uno de los secretos mejor guardados del pop mediterráneo de siempre. Un clásico de la Valencia eterna que debutó discográficamente en 1981 y que busca la luz y el sol para componer canciones que nos hagan a todos mejores. Reflexionamos sobre ello tras asistir al concierto-homenaje en su honor que se celebró en Barcelona en octubre de 2011, cuando los nuevos grupos de la Ciudad Condal rindieron un entusiasta tributo a sus canciones, altruista gesto que certificó el respeto que se le profesa al Bustamante original entre los degustadores del pop simple pero emocionante.

Ilustración: Sonia Pulido
Ilustración: Sonia Pulido
Hay un hombre en España que merece más reconocimiento. Julio Bustamante se presenta ante nuestros ojos y oídos como un tipo digno, casi como de otra época. Su música fue uno de los tres lados del triángulo equilátero del sonido mediterráneo en la ciudad de Valencia entre finales de los setenta y principios de los ochenta. Hay tres discos fundamentales de ese período: “Brossa d’ahir” (Pep Laguarda, 1977), “Humitat relativa” (Remigi Palmero, 1979) y “Cambrers” (Bustamante, 1981). El primero de ellos, precioso, también más hippy, sirve de antecedente a los otros dos, ya hermanados por lazos sanguíneos y de colaboración, un cierto espíritu new wave casero (que Palmero y Bustamante desarrollaron después en el fugaz trío In Fraganti, junto con Tico Balanzá, hermano de Julio, en dos singles para la historia, de 1983 y 1984) y, sobre todo, una voluntad de mediterraneidad a la valenciana que sabe a tierra y a aire, a proximidad y a fiesta, a reflexión y a verbena, a viaje interior y a vacaciones de verano.

La trayectoria de Bustamante, que en 2003 añadió el nombre de Julio para marcar distancias con el Bustamante surgido de ‘Operación Triunfo’, ha sido discontinua pero constante, cantando en catalán y en castellano, editando con diversos sellos y buscando su espacio allí donde le han dejado las dificultades que la música ofrece a un superviviente. Últimamente, afianzando su carrera en solitario y formando parte del estupendo grupo Maderita.

Con “Entusiastas”, en 1998, tuvo su pequeño momento de gloria. Es un disco entrañable como hay pocos. Si entras en él, ya no sales. Podría ser el reverso adulto de “Un soplo en el corazón” de Family. Arranca “Mundo sereno” y te apuntas al mundo Bustamante sin rechistar: “Ven, sígueme / Te voy a llevar / A un mundo prodigioso / Confortable / De categoría”. Un universo de sentimentalismo a raudales expresado de una manera naíf, entre la franqueza, la ingenuidad y la generosidad de un corazón abierto. Se trata de alegría, compañerismo. También de la luz y el sol del Mediterráneo en lo alto, iluminando un día mejor para todos.

Funcionando así, se encuentran recompensas. Como la que le está sirviendo recientemente Xesc Cabot, bajista de Fred i Son, quien, en su condición de fan protector, ha propiciado diversos eventos-rescates de su obra; el último de ellos, un precioso concierto en La [2] de Apolo el pasado 30 de octubre. Juntó a parte de la nueva hornada de grupos de Barcelona para que versionaran sus canciones. Allí estuvieron, arropando a un Bustamante pletórico, Anímic, Doble Pletina, Dotore + Cuchillo, Fred i Son + J. Irizar, Hans Laguna, Joan Colomo, Miss Carrussel, Renaldo i Clara, Samitier, Senderos y Villarroel. Lo próximo, el proyecto de un documental filmado a partir de este exitoso homenaje que supo transmitir el espíritu positivo que reflejan las canciones de Julio Bustamante. Todos, con una gran sonrisa. ∎

Etiquetas
Compartir

Lo último

Contenidos relacionados