“Ain’t Got No / I Got Life”, de
Nina Simone (“‘Nuff Said!”, 1968), me suena a himno de celebración. De ofrenda y cosecha de uno mismo ante la vida. Ya el título empieza partido en dos. Nada / Todo. En apariencia, un vacío arrollador. Nada que poseer o la posesión de la Nada. Hasta que empezamos a construir desde la primera célula, desde el origen primigenio y entonces, ¡oh, maravilla, qué multitud de cosas donde acogerse! El hígado, la sangre, los ojos, las manos, los pechos, el sexo, el cuerpo, en definitiva, que es nuestro motor para ser creadores y creativos en nuestra vida.
Esta mujer tiene excedente para todo y más. Sobrada, vamos. Para que brille su estrella y que se callen las bocas.
Y para acabar de enmudecer saltamos de piano y planeamos sobre las teclas de
Clara Peya. Tuve la suerte de poder ver una previa de uno de sus espectáculos con su hermana Ariadna:
Les Impuxibles. La obra se llama
“FAM”, hambre pero casi con dolor, apetito feroz, digamos. Clara Peya tiene hambre, está claro por como aporrea, acaricia, exprime, se desliza y se desmaya en su piano. Y quiere que la entraña salga a flote. El espectáculo que proponen (como siempre) taladra los cimientos de lo impuesto. Desmenuzamos el cuerpo y las relaciones que establecemos con él como quien come pipas. Después te queda la boca seca y cuesta tragar.
Pero ¡canastos, qué empuje con la celebración del cuerpo! Y lo hacen bailando, recitando, desnudándose, en cada giro, en cada salto, en cada segundo comprometido con la causa. Grito valiente de la dignidad con la que nos presentamos en la vida.
Y cuando hablo de dignidad acabo siempre en el mismo comedor. Es donde vive Encarna, que acaba de cumplir 104 años. ¡Eso sí que es hincarle el diente a la vida! Es una mujer pionera en mi mundo.
La Niña del Gancho, la llamaban. Un mote de excelencia o habilidad, como Bird o La Voz. Ella ha sido jugadora, entrenadora (incluso durante la Guerra Civil), madre tardía, conductora de motos, llevadora de pantalones, valiente y con hambre. Y me pone un disco una y otra vez y resuena por ese piso lleno de vida y plantas una jovencísima
Joan Baez dándole gracias a la vida porque le ha dado tanto. ∎