Editorial

Sidecar: 30 años

La sala Sidecar celebró a finales de 2012 su 30 aniversario con diversos actos. Desde su inauguración en 1982, Sidecar es una referencia ineludible de la geografía musical de la ciudad de Barcelona. Explicamos una de las iniciativas de la efeméride: el enfrentamiento inusual entre críticos y artistas en cuatro originales veladas.

Ilustración: Sonia Pulido
Ilustración: Sonia Pulido
Filastine fue la propuesta inaugural de las cuatro sesiones de Artista vs. Crítico que tuvieron lugar en Sidecar entre el 27 y el 30 de noviembre con motivo de la celebración del 30 aniversario de la sala barcelonesa. Los actos que se programaron fueron diversos y variados. Interesantes todos. Por ejemplo, estos dos: Mishima como concierto sorpresa el 24 de octubre, la noche del estreno, en la que hubo refrigerio para prensa, amigos y músicos invitados; y la recuperación del G’s Club el 19 de diciembre, propuesta histórica de la ciudad que revivió su espíritu underground, concierto de Pierre Bastien incluido y con el mítico DJ radiofónico Juanjo Zambrano a los platos.

Hablamos de Sidecar, la sala por excelencia del centro de la ciudad: la esencia del in the heart of the city. El club que fundaron cuatro amigos el 13 de noviembre de 1982 porque querían, como suele ser norma en estos casos, un bar que no encontraban en otro bar. Música, sí, pero también diálogo, intercambio de ideas. La esquina de la Plaça Reial como enclave neurálgico abierto a todos los músicos de Barcelona que alguna vez han sido algo, o alguien, o han pretendido serlo, en un ambiente subterráneo propicio a la colisión de elementos nocturnos.

Y en el marco de este aniversario nació esta buena idea, diferente, o por lo menos muy poco habitual, que enfrentaba la música en directo a las preguntas, curiosas, impertinentes, de los periodistas. Los protagonistas fueron: Filastine con Nando Cruz, Hidrogenesse con Roger Roca, Quimi Portet con Jordi Turtós y Lorena Álvarez con Luis Hidalgo. Entre canción y canción, los entrevistadores recurrieron a la amabilidad y/o la camaradería y, por supuesto, a la profesionalidad con el objeto de generar una charla atractiva para el público.

Vistas las cuatro veladas, la conclusión es que los músicos le ganaron la partida a los críticos. Cosa normal, por otra parte, si tenemos en cuenta que son los artistas quienes tienen en el escenario su medio habitual, al que han accedido después de perderle el respeto a los focos, al público y a su propia vergüenza. Sorprendió la desfachatez, el desparpajo y los innumerables recursos que mostraron Filastine (muy didáctico), Hidrogenesse (muy ingeniosos), Quimi Portet (muy divertido) y Lorena Álvarez (muy deslenguada) para hacerse entender, para dosificar sus bromas, para mostrarse ocurrentes en respuestas improvisadas a preguntas que no lo eran en absoluto y que a veces provocaron la ironía, una cierta incomodidad o incluso el chuleo parcial al crítico de turno.

Fue una bonita idea que surgió de Roberto Tierz (fundador y director de Sidecar), a quien deseamos que el afán de resistencia que pregonó en alguna ocasión como política a reivindicar le siga manteniendo on fire. Felicidades a Sidecar: no es fácil llegar a los treinta años de actividad en el mundo de la música y la cultura; menos todavía en estos tiempos de crisis. Y abrazos y ánimos a Quim Blanco (programador de la sala), a quien deseamos una recuperación total: se le echa de menos en conciertos. Y, por supuesto, feliz 2013 a todos. ∎

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