Qué cosa más curiosa. Hay canciones de discos en directo que en tu cabeza van indefectiblemente atadas a la introducción hablada. Buscad “Kick Out The Jams” en vuestro archivo mental: os sonará en el coco el maníaco discurso de John Sinclair de “Hermanos y hermanas, ha llegado el momento de que todos y cada uno de vosotros decidáis si vas a ser el problema o si vas a ser la solución”. Pero no. Esa es la introducción de “Ramblin’ Rose”, la primera canción de “Kick Out The Jams” (1969), el disco debut de MC5, grabado en directo. En el tema titular, el segundo corte, Sinclair se limita a gritar “Kick out the jams, motherfuckers!”, algo así como “¡Dadle caña, joputas!”.
En su autobiografía, Wayne Kramer –fallecido el pasado viernes 2 de febrero, hoy le rendimos homenaje con este artículo– recuerda que escribió la canción “en la cocina de Rob Tyner, fumando un porro. Yo llegaba con un amplificador pequeño y empezaba a tocar ‘riffs’ y el sacaba letras. Así aprendimos a escribir canciones juntos”. De manera tan poco épica salió un arquetipo del rock de alta energía que, tras la friolera de 55 años, se ha convertido en la vara de medir (¡y atizar!) del género. La fricción entre los mástiles de Kramer y Fred “Sonic” Smith llevaron al paroxismo los power chords en molinillo de The Who integrándolos en la trotona vitalidad americana del rock’n’roll negro y primigenio –¿qué es Rob Tyner sino uno de los shouters blancos más negro de la historia del rock?–, a la vez que en esos solos de guitarra atonales se dejaba ver la patita del jazz de vanguardia que tanto definiría la carrera de Kramer y Smith y las futuras espirales de guitarra de Sonic’s Rendezvous Band. También es una canción aglutinadora, con uno de los riffs definitivos de la historia del rock que, a diferencia de otros estándares, medio siglo después no suena momificado.
Lo nunca visto hasta ese momento fue un hitazo que, desde Detroit –recordémoslo, uno de los mercados locales más importantes de la música americana en esa era–, prendió fuego a todo Estados Unidos, con 100.000 copias vendidas en poco tiempo. Seguro que ayudó que, pese a su politización, MC5 apañara una versión limpia para la radio en la que Sinclair grita “brothers and sisters” en lugar de “motherfuckers”. ∎