Canción del día / Back

David Bowie

The Man Who Sold The World1970
Vestido para matar.
Vestido para matar.

“The Man Who Sold The World” es una canción que nació cinco veces. La primera, hace hoy 54 años, el 4 de noviembre de 1970, cuando vio la luz en Estados Unidos el tercer álbum de David Bowie, de título homónimo. Era el octavo de sus nueve cortes, y no salió como single. De hecho, no se extrajo ningún sencillo de aquel LP, que en su momento pasó desapercibido.

El segundo nacimiento se produjo el 10 de abril de 1971, cuando el álbum se publicó en Reino Unido, esta vez con la icónica portada en la que Bowie portaba un vestido azul diseñado por Michael Fish. No se puede considerar este el origen del glam rock pero casi (fue solo unas semanas antes cuando Marc Bolan aparecía en el programa de la BBC ‘Top Of The Pops’ cubierto de purpurina). El disco fue también bastante ignorado entonces: a la crítica no le gustó y las ventas fueron realmente exiguas.

Quizá era demasiado pronto para que el público se diera cuenta de los logros artísticos que esta canción atesoraba. Bowie grabó en ella una guitarra acústica, el productor Tony Visconti tocó el bajo, Ralph Mace un sintetizador Moog y, por primera vez en un disco del artista, aparecían dos futuros bastiones de los Spiders From Mars: Mick Ronson, con su inolvidable riff de guitarra circular, y Mick Woodmansey a la batería. Se trata de una canción críptica y oscura, con una temática entre fantástica y de ciencia ficción, que tal vez no fue tanto el origen del glam como del rock siniestro. Véase, por ejemplo, la coda final, con el cantante murmurando en plan fantasmal, aunque toda la construcción sonora y el juego de acordes induce esa sensación.

Bowie se inspiró levemente en el poema “Antigonish” (1899), de William Hughes Mearns (1875-1965), y la letra parece relatar el encuentro del protagonista con un doppelgänger. “We passed upon the stair / We spoke of was and when / Although I wasn’t there / He said I was his friend / Which came as some surprise / I spoke into his eyes / I thought you died alone / A long, long time ago / Oh no, not me / I never lost control / You’re face to face / With the man who sold the world”, comienza cantando, hasta que, de forma inquietante, cuando llega al segundo estribillo, el yo se convierte en nosotros: “We never lost control”. Aunque siempre ha dejado que fuese el oyente quien hiciese su propia interpretación de la canción, el músico declaró años después que la compuso pensando en la crisis de identidad propia de la juventud.

El tercer nacimiento llegó en 1973, cuando RCA reeditó los singles de “Space Oddity” y “Life On Mars”, ya con el músico consagrado como una superestrella. “The Man Who Sold The World” fue incluido como cara B en ambos casos. Y el cuarto se produjo un año después, en 1974, cuando la canción fue versionada por la cantante escocesa Lulu, con el apadrinamiento de los propios autores: la produjeron Bowie y Ronson, quienes, además, tocaron saxo y guitarra respectivamente. Era una visión muy diferente, entre el cabaret y cierto tono bailable de aparentes aires frívolos, y un exitazo –top 3 en Reino Unido– que popularizó por fin la composición.

El quinto nacimiento ya sospecháis cuál es. Hace casi justo 30 años –el 1 de noviembre de 1994– se publicaba, de forma póstuma, el álbum “MTV Unplugged In New York” de Nirvana, donde la banda interpretaba una versión de esta canción que sí acabó saliendo como single. Kurt Cobain hacía suya la letra –adquiriendo un aura profética– y aventurando el futuro truncado de cantautor folk-rock que nunca pudo llegar a ser. Había en esa lectura un desgarro existencial un tanto diferente a la distancia que, como narrador, ejercía Bowie en la grabación inicial. O más incluso en la versión tan teatralizada que hizo junto a Klaus Nomi, sin perder nunca el control, en su aparición en el programa ‘Saturday Night Live’ en 1979.

En este quinto nacimiento, el definitivo, Kurt Cobain popularizó “The Man Who Sold The World” entre la Generación X y le otorgó carácter de leyenda. Tanto, que Bowie llegó a quejarse amargamente de que algunos fans jóvenes le venían a decir que él había hecho una gran versión del tema de Nirvana. Fue, de hecho, un acicate para que el británico la incluyese como pieza central habitual en sus directos desde 1995 y para que, al final, haya terminado figurando como una de sus canciones más populares y reconocidas. Desde la eternidad, David Bowie sigue mirando cara a cara al hombre que vendió el mundo. ∎

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