Además de preocupaciones sociales y fanfarronadas normales para los códigos competitivos del rap, el secreto de
“El Abayarde” fue no tratar con desdén la aparente banalidad –vulgaridad incluso– del reguetón y su capacidad para penetrar en la juventud de forma transversal, rompiendo además barreras geográficas. El reguetón amplificó el discurso del disco de una forma sin precedentes, pero además
Tego supo trascenderlo, experimentando siempre en busca de una receta genuinamente puertorriqueña,
“horchata de ajonjolí”: “Pa’ que retozen”, orfebrería percutiva de alto nivel a cargo de DJ Joe y Rafy Mercenario, traspuso la síncopa de la bachata a los ritmos dembow y, estructurada en torno a la repetición de un motivo de requinto tratado desde una perspectiva electrónica con final “telefónico” incluido, terminó convertida en buque insignia del disco y, prácticamente, de la conquista de Estados Unidos por parte del reguetón de Puerto Rico.
Génesis del bachatón homenajeada por J Balvin o Bad Bunny, esta fórmula de reguetón viejito que ha demostrado ser inmortal encontró eco en éxitos multimillonarios inmediatamente posteriores de Ivy Queen –“Te he querido, te he llorado”–, Don Omar –“Pobre diabla”, “Dile”– o Daddy Yankee –“Lo que pasó, pasó”– e incluso se fusionó de vuelta gracias a una banda como Aventura –“Ella y yo”–. ∎