ulia Holter dedica “Something In The Room She Moves” (Domino-Music As Usual, 2024) a su sobrino, quien falleció mientras la cantante norteamericana se encontraba en el período de composición del álbum. Sin embargo, y aunque resulte contradictorio, se trata de un trabajo sobre la maternidad y el nacimiento: en concreto, el de su hija. Bajo la dualidad en la que se inscribe, Holter prefiere acercarse al ciclo de la vida a través del descriptivismo, dejando de lado cualquier interpretación abstracta o corriente filosófica ajena: su inspiración parte del mundo concreto, de los sonidos orgánicos de la naturaleza o el propio cuerpo humano, creando un trabajo que, pese a lo metafísico de su punto de partida, habla más de la vida en sí misma que de su significado.
Para la compositora, el nuevo inicio de su aparato creativo (menos etéreo, más tangible con respecto a discos anteriores) se debe a la imposibilidad de distracción que implica la crianza: ella, que siempre se ha considerado una persona con facilidad de abstracción, se ve obligada a vivir el momento presente a través de un irónico carpe diem basado en los cuidados. En torno a las contradicciones muerte-vida y presencia-despiste se construye un disco cuyo título esconde una concepción feminista del sedentarismo (o la vida doméstica) bajo esa letra tan afamada de The Beatles: “Something”. Así, la inmutabilidad y la tranquilidad le proporcionan a Holter el marco necesario para reencontrarse con distintas formas de entender su inspiración, su amor y su propia cronología.
Entre el duelo y el afecto, “Something In The Room She Moves” se convierte en un ejercicio en el que la norteamericana plasma la realidad más detallista para apelar a las emociones más privadas, entre las que también viene implícito (por supuesto) el sufrimiento.
“Something In The Room She Moves” habla menos del pasado y el futuro y se centra en el presente, ¿no?
Sí, creo que el cambio de temática entre los discos antiguos y este sucedió de forma natural, probablemente por mis circunstancias vitales estos últimos años. En mi caso, supongo que tener una hija me hizo pensar, por primera vez, en estar más tiempo en el momento presente. Los niños te interrumpen constantemente y también te hacen pensar en el amor de una forma en la que antes no pensabas. Tienes que estar con ellos todo el rato, tienes que estar allí y, realmente, debes prestar atención de forma obligada. La maternidad requiere percatarse de cosas en las que antes no pensabas. Y, por otro lado, dar a luz a alguien también te hace pensar en la existencia de una forma metafísica.
Se nota que es un disco que no parte de la abstracción, puesto que te alejas un poco de las estructuras típicas del pop y tratas de recrear sonidos orgánicos, presentes en la naturaleza, como si fuera un paisaje sonoro.
Supongo que, para mí, este disco habla mucho de lo material y la visceralidad. Siento que estoy reflexionando mucho sobre conceptos universales como la muerte y el nacimiento. Por eso mismo trato de capturar sonidos que son naturales, propios del cuerpo humano: la respiración, el latido del corazón, etcétera. No es que los grabe, sino que los recreo a través de la música. No pensé mucho en corrientes filosóficas más profundas, pero creo que probablemente estén ahí. Tal vez sea porque toda mi música es así: tiene un cierto sonido que responde al paisajismo, puesto que no tiene una estructura de canción clara, o tradicional. Como oyente, puede ser difícil acercarse a mi canción, porque no es obvia ni fácil de intuir, y por eso puede sentirse como un paisaje sonoro. Aun así, pensar en un paisaje, o en la intención de crear un paisaje, me resulta demasiado amplio, porque no es una cosa que yo haya buscado.
Como teclista, ¿cómo compones las líneas que no son de teclado? Este es un disco muy orquestal.
Tengo varias formas de hacer canciones. A veces escribo partes para los músicos, pero suele depender de la canción. Muchas veces hago un gráfico que tiene los acordes y la melodía principal. Esto, en ocasiones, va acompañado de solos, casi bocetos, para los intérpretes: así pueden hacerse una idea general de lo que quiero. A veces lo escribo en notación, otras creo un MIDI con un sonido que suena muy falso, pero desde ahí es más fácil que construyan lo suyo. Si quiero una melodía que la gente interprete explícitamente, la compongo. Depende mucho de la canción y de cómo me sienta en ese momento.
Aunque no la consideres paisaje sonoro, es música muy descriptivista.
Sí, creo que sí. Soy muy experimental, aunque sé que, para algunas personas, esa palabra suena un poco elitista. Aun así, yo diría que lo soy, porque entiendo experimental como tener la libertad de hacer lo que quiera. A veces, cuando enseño las composiciones en las que estoy trabajando, pienso que me gustaría no publicarlas, quedarme solo con el momento de composición, porque es en ese, o en la escritura, donde encuentro mi verdadera libertad. Tampoco sé si me gusta la palabra “compositora”, porque inherentemente hay mucho clasismo en el uso de esa palabra, así como en la de “experimental”, aunque siempre me ha gustado utilizarlas: implican jugar con la música sin tener miedo de qué puede pasar o a dónde te va a llevar. Y, para mí, eso no es elitista. Es parte de ser un artista.
Lo de intentar recrear sonidos de la naturaleza me recuerda a la armonía de las esferas o cualquier otra teoría que equipare la composición musical a unas leyes acústicas objetivas. ¿Crees que la naturaleza tenía unas reglas intrínsecas para musicar o nos las hemos inventado los seres humanos?
Hay formas naturales de que los sonidos existan en el mundo y esos sonidos tienen ciertas propiedades que los hacen interesantes, como un pájaro o el sonido que hace el agua al correr por un río. Muchas veces la forma que tenemos de capturar esos sonidos es lo que los convierte en atractivos. Si fuésemos a captar el sonido de un pájaro cantando durante tres minutos, podríamos encontrar un patrón en el trino. Si decidimos coger esa grabación, cortarla y adaptarla a nuestro gusto, nos convertimos en compositores. Como artistas, hacemos la música. No siento que mis canciones existieran antes que yo. Yo las hice aunque tome elementos previos que ya existieron. Creo que hay sonidos hermosos en el mundo que existen por sí mismos, pero no son arte. Nosotros, los artistas, convertimos el sonido en arte, el sonido por sí solo no lo es.
Aunque nosotros, como seres humanos, cada día estamos menos familiarizados con esos sonidos, ¿no? O sea, yo voy por la calle escuchando música con mis cascos, estoy alejada de cualquier sonido que no haya sido “perfeccionado” por un artista.
Sí. Yo, por ejemplo, trabajo mucho con grabaciones. Voy al patio del colegio y allí realizo mi trabajo de campo. Por eso en mis canciones utilizo sonidos que son cercanos a mí, que están muy presentes en mi vida. No pienso en acercar al oyente a sonidos que ya no escucha. Simplemente estoy tratando de capturar sentimientos para otras personas, o para mí misma. Trato de hacer la música que más fielmente refleje esas emociones, por eso incluyo los sonidos naturales que a mí me transportan ahí. Por lo tanto, mediante el uso de esos sonidos, establezco vehículos para acceder al plano emocional de cada uno.
Entiendo, entonces, que no escuchas música todo el día y todos los días, y habrán cambiado tus hábitos de escucha desde la maternidad.
Como persona adulta, desde que soy madre estoy mucho menos centrada, aunque obviamente ya era una persona distraída antes de dar a luz. No me considero una buena oyente, aunque siempre me he esforzado mucho por serlo. De todos modos, creo que una de las cosas en las que realmente se ha notado la maternidad en este disco, o algo que yo quería mostrar, ha sido el descubrimiento de un nuevo tipo de amor. Tener un hijo es, además, establecer una relación diferente a largo plazo con una misma, porque para mantener relaciones sanas necesitas trabajarte a ti. Ese proceso ha sido muy interesante, porque considero que esa es la verdadera naturaleza del amor: el trabajo que pones en practicarlo, en ser buena haciéndolo y también el dolor que conlleva todo eso.
¿No existe el amor sin dolor?
No es eso. Durante la composición de “Something In The Room She Moves” también he tenido muertes familiares. Además, mucha gente murió por culpa del COVID, no cercanas a mí, pero sí de forma reciente o mientras yo hacía el disco, y por eso creo que muchas personas podrán relacionarse con mi álbum a través del dolor. Por eso quería describir ese amor de profunda dedicación, asombro y éxtasis que a la vez también es un amor cercano a la tragedia, el duelo y el destrozo.
El título es un guiño a The Beatles en lo que parece una vuelta de tuerca con perspectiva de género. ¿Ha cambiado tu forma de entender el amor la manera que tenías de entender la feminidad?
Empecé a trabajar en una canción que más tarde se convirtió en “Something In The Room She Moves”, la tercera canción del disco. Tenía que nombrar el archivo del proyecto para guardarlo, así que rápidamente le puse ese nombre sin pensarlo mucho. No sé por qué, simplemente me vino a la cabeza, me parecía gracioso y me gustó por alguna razón. En ningún momento pensé que me gustaría seguir adelante con eso, pero solo seguía regresando ese título a mi cabeza, así que lo mantuve. Mientras tanto, no paraba de cantarle a mi hija canciones de The Beatles para dormir, porque eran las únicas canciones que sabía cantar en ese momento: tenía que tirar del arsenal de música que escuchaba en el instituto, porque es de lo poco de lo que me sé todas las letras.
También vi ese documental larguísimo de la banda, “Get Back” (2021), así que pensé que tenía que llamar al disco haciéndole un guiño a The Beatles. Pese a ello, la grabación no se relaciona con The Beatles a primera vista, y por eso mismo realicé una subversión del título. Creo que ese título, “Something In The Room She Moves” en vez de “Something in the way she moves”, y aunque no me guste hablar de ello porque es bastante obvio, es un alegato feminista. Ya te digo, no quiero insistir mucho en eso porque termina matando el término: prefiero que se perciba como algo ligero. No es un disco sobre empoderamiento, sino que esa canción se siente como un estado de esperanza y cambio. Hablo de situaciones domésticas sedentarias, sí, pero con ese título se superponen dos realidades diferentes en una misma vida.
¿Y cómo ha sido reencontrarse con la música que consumías de adolescente tras doce discos a tus espaldas?
En realidad, no creo que haya cambiado nada. Los he estado escuchando más ahora porque a mi hija le encanta “Yellow Submarine”, pero nunca he dejado de escucharlos. Me gustan porque siempre estaban jugando con el sonido, siento que tenían mucha libertad de acción aunque fuesen muy populares y tuvieran muchas miradas observándolos. No quiero decir que me gusten todas sus canciones, pero su música me parece un buen ejemplo de libertad pese a ser una de las bandas de pop más famosas de la historia. Ahora mismo, por ejemplo, estoy escuchando mucho “Only A Nothern Song” porque a mi hija le encanta, y es muy rara. No es rara a día de hoy, pero sí para el período de tiempo en que se escribió. Hay cosas que escuchaba entonces que ya no escucho, pero aún puedo escuchar a The Beatles, lo cual es muy extraño.
Parece como si tu impulso experimental viniera de escuchar a los Beatles en tu adolescencia…
Especialmente cuando eres adolescente quieres ser capaz de identificar lo que te gusta. Quiero decir, también estás explorando. Además, creo que muchos adolescentes intentan averiguar cómo categorizar la música, porque quieren asegurarse de que están escuchando lo que les define.
Una cuestión de identidad, ¿no?
No quieres escuchar algo que es “raro” en el mal sentido. Y muchas veces no es fácil distinguir lo que es “raro” de lo que es extravagante. Obviamente esta regla no funciona con todo el mundo, pero hay una mente-colmena dentro de los adolescentes, aunque ellos mismos piensen que se están comportando fuera de esas reglas colectivas. Me gustan mucho los adolescentes, que conste. Estamos familiarizados con ciertas tendencias que provienen de nuestra música tradicional, de nuestra tradición. Por eso cuando escuchamos algo por primera vez siempre buscamos compararlo con algo. Cada uno de nosotros trata de dar sentido a la música que escucha. Cuanta más música escuchas, más fácil es. Por eso siempre estamos tratando de contextualizar las cosas. Creo que es genial empujar a la gente a escuchar cosas nuevas, pero también entiendo que la gente no siempre va a relacionarse con la música de la misma forma, o no van a ser capaces de digerirlo. No sé qué habría pensado de mi disco si lo hubiera escuchado de niña. ∎