Clip

MGMT

Nothing To DeclareJoey Frank

MGMT sigue mostrando un ethos cambiante en una carrera que iniciaron con una resignificación pop de la psicodelia de antaño para, desde esa cumbre de popularidad, ir desinflando en cada nueva aventura discográfica –con la excepción de un “Little Dark Age” (2018) en que revivieron comercialmente con filtraciones ochenteras– el globo triunfalista de su presentación; como si buscaran desandar la estela del éxito y convertirse en una banda de nicho. En su siguiente proyecto estrictamente de estudio tras “11·11·11” (2022) –“Loss Of Life”, anunciado para el 23 de febrero– parecen abrazar un nuevo registro, como se entiende tras escuchar sus tres primeros adelantos. El último de ellos, “Nothing To Declare”, viene acompañado por este hermoso envoltorio visual planteado por el realizador Joey Frank.

Una pieza que confía su pegada emotiva en la protagonista elegida. Inga Petry es una estudiante de filosofía a quien recientemente se le ha diagnosticado un cáncer que utiliza su popularidad en redes sociales para generar conciencia sobre las discapacidades. Sufre una aplasia en las extremidades superiores, lo que no le impide, como se ve en el trayecto que cubre el videoclip, desarrollar una vida normal a base de ingenio y un carácter despreocupado con la mirada ajena.

El realizador del clip la descubrió a través de TikTok y la sigue con su discreta y respetuosa cámara en este trayecto desde los Estados Unidos (su país de origen) hasta París, donde parece vivir un romance de película con la ciudad y sus símbolos. Especialmente con esa Venus de Milo que cierra su itinerancia parisina a modo de reflejo catártico.

Lejos de mostrar condescendencia o trazos paternalistas, la pieza destila elegancia y decoro hacia su protagonista, así como admiración hacia la actitud con que Petry afronta su discapacidad. Brillantinas de humor, ternura, ardor juvenil y la presencia magnética de Petry en su asimilación de lo que la diferencia. Ese reflejo que encuentra en varias expresiones de arte clásico –como la obra antes mentada, que se atribuye Alejandro de Antioquía– o hasta en un souvenir, y que parecen validar la naturalidad en su aceptación.

Un trabajo bello e inspiracional que contribuye a normalizar esos cuerpos y todo los lances cotidianos que conllevan, vetados del canon de la belleza e igualmente relegados de cuota en cualquier pantalla. No en la del universo visual de MGMT. ∎

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