ujeres son guay. He quedado con Yago Alcover (voz y guitarra), Pol Rodellar (bajo) y Arnau Sanz (batería) en su local de ensayo en el barrio de La Verneda, en el extrarradio de Barcelona, justo en la frontera con Sant Adrià de Besòs, en una zona dominada por naves industriales que amenazan ruina, dedicadas a actividades económicas de dudosa legalidad. El local es un espacio con las dimensiones de un piso de alquiler de trabajador con sueldo precario a rebosar de flight cases, instrumentos y amplificadores, en el que vienen modelando sus discos desde la publicación de “Marathon” (Canada, 2015). “Ya habíamos estado antes aquí, pero nos fuimos a un local de L’Hospitalet y regresamos ahora hace ocho años”, explican. Como si de un comité de bienvenida se tratara, me vienen a buscar a la salida del metro.
Mujeres no solo son guay, sino que acaban de publicar “Desde flores y entrañas” (Sonido Muchacho, 2023), con diecisiete temas de exquisita deglución en los que llevan su rock de guitarras distorsionadas y estribillos totales hasta nuevas zonas sonoras. ¿El disco del año? Yo voto sí. Lo podréis comprobar en una extensa gira por salas, “El club de los sentimientos”, que empieza el 3 de noviembre en Alicante y finalizará el próximo 13 de abril en Huesca. Entremedio, dos fechas especialmente señaladas: el 12 de diciembre en la sala La Riviera de Madrid y el 10 de febrero en Apolo de Barcelona.
Mujeres son guay, siempre lo han sido. Lo eran cuando destacaban como la banda más cool del subsuelo sonoro barcelonés a ritmo de garage, y lo siguen siendo ahora, ya erigidos como referente de culto para todos aquellos que han llegado tras ellos haciendo rock de guitarras. “Durante mucho tiempo nos hemos sentido muy descolocados porque todos nuestros amigos dejaban de tocar”, se sincera Yago. “Hubo una época en la que había bastantes grupos de guitarras en Barcelona: Aliment, Piñata, Univers... Delorean salieron en la ‘Pitchfork’. Fue un momento de... ¡guau!”. Todo aquello de repente se acabó. Unos lo dejaron, otros empezaron a experimentar con la electrónica... “En cambio en Madrid empezaron a adelantarnos por la derecha con bandas como The Parrots, Hinds, Carolina Durante... bandas para las que podíamos ser una pequeña referencia o, como mínimo, con las que podíamos compartir influencias. Pero nosotros seguíamos ahí, en el subsuelo”. Todo cambió en 2017, cuando Mujeres, los últimos de su especie, decidieron no publicar su por entonces nuevo disco, “Un sentimiento importante”, con su sello discográfico de entonces. “El plan era sacarlo con Canada”, recuerda Yago “Pero en ese momento estaban lanzando la carrera de la Bad Gyal y empezamos a preguntarnos qué hacíamos allí. De hecho, ellos también tenían un poquito esa sensación”.
En la productora barcelonesa, cada vez más volcada en la música urbana, no sabían qué hacer con un grupo de guitarras. “No éramos un problema, pero tampoco era lo que querían”, prosigue Yago. Y justo entonces apareció Sonido Muchacho, uno de los sellos más importantes del indie estatal actualmente, pero que seis años atrás todavía estaba empezando a despuntar. “Fue por Kokoshca, que son colegas. Vimos que a ellos les estaba yendo muy bien. Eran un grupo de la misma dimensión que nosotros, pero estaban dando muchos más conciertos”, explica el cantante. Mujeres conocían a Luis Fernández, fundador del sello además de bajista de Los Punsetes de cuando este tocaba en Juventud Juché. Al madrileño le molaban los barceloneses. El acuerdo fue fácil: “Nos comentó que aquel año ya tenía en cartera los nuevos discos de Sierra, La Plata y Tigres Leones, pero que nos haría un hueco en medio para publicar el nuestro”.
Mujeres iniciaban una nueva etapa. “Hubo, literalmente, una renovación. Una renovación de público, una renovación en el idioma, porque pasamos a cantar en castellano. También coincidió que era nuestro décimo aniversario y que pasamos a ser tres tras la marcha del otro guitarrista, Martín Gallén. O funcionaba o nos pegábamos el hostión padre”. Funcionó. También hubo un cambio en el sonido. No fue algo radical, pero sí una cierta evolución hacia postulados más pop. De melodías pluscuamperfectas. “Antes, quizá por estar muy cerrados a la idea de garage, éramos más selectivos con las canciones”, apunta Pol Rodellar. Eran los años en que Mujeres eran los Black Lips catalanes, y si algo no sonaba suficientemente garagero, si no retumbaba lo suficientemente cabrón, lo descartaban, reconoce Pol: “Era así, nos decíamos: ‘Esto no mola para nosotros, o esto no cuadra, esto no encaja, no es lo que deberíamos estar haciendo’. Creo que esta losa nos la hemos sacado completamente de encima. Ahora aceptamos todas las ideas que van saliendo. De hecho, tenemos muchas demos colgadas en el Drive. Material descartado organizado por años que vamos repasando y, de vez en cuando, recuperamos temas o partes de temas que antes habíamos descartado. No es algo tan loco como el archivo de ‘riffs’ de Rivers Cuomo, pero…”.
Lo sabe todo el mundo, el cantante y líder de Weezer es un entrañable maníaco, un pirado, un majareta; locura que elevó a su máximo exponente durante el tiempo que abandonó el grupo para cursar estudios en la muy prestigiosa Universidad de Harvard. Durante aquel tiempo, a partir del análisis de las mejores canciones de la historia del pop, creó una fórmula matemática para dar con la melodía perfecta. De aquella investigación surgió su inabarcable “The Catalog O’ Riffs”, también conocido en su forma abreviada: C.O.R. “Lo nuestro no es tan demencial, pero tenemos cosas guardadas que recuperamos cuando empezamos a trabajar en un disco nuevo”, explica el bajista. “Nos volvemos a escuchar todas esas demos y a veces recuperamos canciones que quizás no vimos claras en su momento. Otras veces tomamos partes de esas canciones, porque tienen un estribillo que nos gusta o tienen una parte que mola, y con eso construimos algo nuevo. Ya hemos perdido la vergüenza de ser garageros. Ahora estamos mucho más abiertos”.
En la senda de esta desenvoltura sonora, hay dos nombres que desde la aparición de “Un sentimiento importante” y en este nuevo disco tal vez de una manera más evidente, me resuenan en el subconsciente cuando escucho a Mujeres: The Clash y Green Day. “Es curioso, porque no recuerdo ponerme conscientemente un disco de los Clash nunca”, confiesa un Arnau al que debería restar puntos en su carné de músico ante tal infracción. “Pero no eres el primero que nos lo dice. Recuerdo que grabando ‘Rock y amistad’ con Nueva Vulcano nos dijeron que el tema era muy The Clash... Y Sergio (Pérez, productor de sus últimos tres discos) también nos lo ha dicho muchas veces”.
Lo de Green Day, os sorprenda o no, también es algo que han hablado bastante entre ellos últimamente, siendo el hardcore melódico de los noventa el común denominador en la adolescencia de los tres miembros de Mujeres. “Hace poco fuimos a los conciertos de despedida de NOFX”, indica Yago. “Y en la furgoneta, yendo de gira, nos hemos pegado verdaderos maratones de hardcore melódico. Mujeres podríamos ser como hardcore melódico pero tocado lento. Lo que nos mola de este estilo son las melodías. Las canciones de muchos de estos grupos no eran tanto un ejercicio de género como el revival garagero, que tenía mucho de estético. Todas esas bandas tocaban muy rápido, pero en el fondo lo que buscaban era la canción y la melodía perfecta. Canciones, además, en las que te encontrabas con letras que podían ser superemotivas o de profunda denuncia social. Nosotros siempre hemos tenido este punto irónico en nuestras letras, pero cada vez estamos tendiendo más hacia la emoción”.
Ahondando en la cartera de referentes e influencias, melómanos como son, la lista es interminable, aunque, según Yago, destaca especialmente un nombre, el de Jay Reatard: “Un tipo que venía del punk, pero al que no le daba vergüenza pillar la guitarra acústica. Este sí que es un nombre que hemos tenido muy presente en cuanto a evolución, en cómo fue pasando del punk más o menos canónico al pop, porque sus últimos discos ya no tienen casi nada de punk”.
“Fue la hostia. Teníamos el disco y de repente llegó la pandemia”. La mayoría de grupos se lo hubieran guardado a la espera de tiempos mejores. Era mayo de 2020 y Mujeres se aventuraron a publicar “Siento muerte”. Un discazo redondo como circunferencias trazadas con un compás. “Hablamos con el sello y dijimos: ‘¿Cuándo abren las tiendas otra vez? ¿Tal día? Pues ese fue el día en el que decidimos publicar ‘Siento muerte’”, rememora Sanz. “Vendimos muchos discos. La respuesta de la gente, tal vez por el momento en que estábamos, todo el mundo con los sentimientos a flor de piel, fue espectacular. En Madrid pasamos de tocar en una sala de 600 personas a una para 1400. Una pasada”.
Pol Rodellar dice que cuando salió “Siento muerte” ya veían que iba a ser un disco que les proporcionaría cierta tranquilidad y estabilidad: “Hablamos de darnos de alta como autónomos y profesionalizar el grupo”. Pero justo entonces vino la pandemia y les cortó todo a saco. Un trabajo sublime que no pudieron presentar en condiciones en directo hasta marzo de 2022, cuando llenaron la sala Razzmatazz de Barcelona en una noche memorable que abrieron sus colegas de Nueva Vulcano. Ese fue el momento wow. “Ho tornarem a fer”, advirtió Pol desde el escenario de la sala del Poblenou. Será el próximo 10 de febrero, esta vez en la sala Apolo. “El concierto del Razz fue muy importante, pero para mí nuestro momento definitivo fue nuestro primer concierto en la sala Apolo, el concierto de los diez años de enero de 2018”.
Habla Yago sobre el instante pista de despegue en su carrera: “Nuestra primera idea era dar dos conciertos en la sala pequeña. No veíamos nada claro actuar en la grande. Fue Luis, de Sonido Muchacho, el que se lanzó. Él fue a muerte. Nunca antes ninguno de sus grupos había vendido mil entradas para un concierto, pero eran diez años y se tenía que hacer a lo grande. Recuerdo que consiguió un patrocinio de Jägermeister, con el que, como mínimo, cubríamos el alquiler de la sala. Después nos enteramos de que incluso algún colega se había quedado fuera. Flipamos”.
Para Mujeres la presión siempre es hacer canciones. Esta vez, aun viniendo de dos discos tan notables como “Un sentimiento importante” y “Siento muerte”, la sensación era la misma. “No había presión por crecer”, apunta Arnau Sanz. “Pero sí éramos conscientes de que en los dos anteriores discos había buenos temas y en este no podíamos bajar el nivel”. El trío dice que quería hacer un disco en el que todos los temas fueran cara A. O como dicen los yanquis: all killer no filler. “Había esa presión de... ¿ahora cómo igualamos esto?”, admite Yago. “Pero nos ponemos a ensayar y sale. Todo es muy intuitivo. En cambio, esta vez sí que teníamos bastante claro que queríamos que fuera un disco más abierto y variado”. Y largo, “Desde flores y entrañas” es un álbum de diecisiete temas, un vinilo doble en su formato físico. Extenso, pero nada denso.
El plan original era grabar un disco mucho más corto: Mujeres habían escrito doce canciones y, de estas, diez iban al disco y las otras dos se las quedaban para que salieran como cara B de los singles. “Tuve un problema de salud una semana antes de entrar a grabar el disco que me obligó a pasar por quirófano y esto nos retrasó el álbum cuatro meses”, descubre Yago. Durante aquellas semanas de convalecencia, en las que además no sabían cuándo volverían a tocar, fueron surgiendo nuevas canciones. “Y todas nos gustaban, porque aportaban una sonoridad variada al elepé. Le pasamos la maqueta con todos los temas a Luis y se la pusieron en la oficina. Nos respondieron que lo publicáramos tal cual, que el disco no solo se escuchaba del tirón, sino que se hacía corto”. De salida, Arnau, Pol y Yago se mostraron reacios a la idea, pero acabaron cambiando de opinión: en una época en la que solo se publican singles y todo va muy rápido, les pareció bonito sacar un álbum doble. “Al final ya son seis discos, por qué no probar algo nuevo”, finaliza el cantante. Nuevo y diferente.
Como publicar como primer sencillo el tema que cierra el LP, “Horizontal en llamas”. Una canción que, además, se aleja centenares de millas del prototípico sonido distorsionado de Mujeres para crecer sobre una progresión de notas sintetizadas carentes de base rítmica. “Yo no las tenía todas conmigo. ¡Es que es muy lenta! Fue una gran discusión”, reconoce Pol. “¡Eso sí que no lo habíamos hecho nunca!”, remata Yago. “Queríamos volver con algo muy distinto, para reforzar la idea de que este disco no es una repetición de lo que habíamos hecho antes. Una canción que al escucharla la gente dijera: ‘Hostia, son Mujeres, pero distintos’. Pero nos costó un poco decidirnos. Aunque el tema nos encanta de principio a fin, desde la instrumentación a la letra, y seguramente lo haremos en directo”. Será un momentazo. “En los conciertos en sala será muy bonito, en los festis no lo vemos tan claro. Pero después de tanto tiempo sin publicar material nuevo ni actuar en directo, teníamos muchas dudas. La espera se nos ha hecho muy larga”, admite Arnau. Pese a la distancia con su fórmula habitual, la recepción por parte de su parroquia ha sido brutal. “Después salió ‘No puedo más’, que es un tema mucho más acorde a lo que hemos hecho siempre, y eso tranquilizó a la gente”, dice Yago, entre risas.
De hecho, “Desde flores y entrañas” es un disco mentiroso. Tal vez sea por su producción, más nítida y clara que en sus trabajos anteriores, pero aunque no lo parezca a primera escucha, muy probablemente este sea el álbum que esconde algunos de los temas más rápidos en el repertorio de los barceloneses. “Puede que sea nuestro álbum más melódico, pero en directo muy probablemente sonaremos como un tren de mercancías”.
Arnau dice que ha dicho “te quiero” hoy mismo. Yago también. Pol no se suelta tan fácilmente: “Lo encuentro raro. Es algo que se debe demostrar más que decirlo. Decir ‘te quiero’ puede ser una frase que dejas ir como un engaño. Es muy fácil decir ‘te quiero’ y que no sea cierto. Esto pasa muy a menudo. Creo que es más cuestión de demostrarlo”. Arnau hace cinco minutos que ha pedido perdón. Yago también. “Se supone que nunca pido perdón”, lanza el bajista. “Pol nunca se equivoca”, remata Yago entre risas. La publicación de “Desde flores y entrañas” ha venido acompañada de la creación de El Club de los Sentimientos, una comunidad de fans que ha creado la banda para mantener contacto directo con ellos a través de diversas acciones y eventos, como la apertura de una especie de consultorio sentimental a través de un contestador automático. De entre todos los mensajes recibidos, Mujeres han creado el jingle “Tengo muchas ganas de veros”, en el que una seguidora sostiene que hay que decir “te quiero” y pedir perdón con más asiduidad.
Mujeres venían dándole vueltas a la fundación de su club desde hace mucho tiempo, nos cuenta Yago: “Pensábamos que podría molar organizar fiestas o incluso montar un bar. Por eso la idea original era que se llamara Club Sentimientos. Un lugar de reunión en el que tocar algún tema, poder charlar con nuestros seguidores e invitar a colegas a pinchar música que nos molara. Nos llegamos a reunir con algunas salas para organizarlo, pero justo entonces tuve que pasar por quirófano”. Con el disco ya grabado, retomaron la idea: “Sí que discutimos el formato, porque no sabíamos si reducirlo a un evento o crear algo como un club de fans con su carné y todo, en el que los miembros pudieran beneficiarse de ciertas ventajas. Nos quedamos con esta segunda idea, que nos flipa”. Lo que no significa que hayan descartado montar pequeños saraos sociales en los que reunirse con sus seguidores para presentar de forma distendida su nuevo material. El pasado fin de semana, sin ir más lejos, tuvieron cita con los miembros del club, el 7 en Madrid y el 8 en Barcelona, en un enclave secreto que solo fue desvelado a los afiliados al clan sentimental mujeriego: “En realidad, ya hicimos algo similar años atrás en la sala Zowie de L’Hospitalet de Llobregat. No será un concierto encubierto ni una simple fiesta. Nos presentaremos en el escenario con una mesa en medio, nos prepararemos unos vermús, charlaremos con los seguidores, tocaremos algunos temas en acústico y pondremos música”.