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Tame Impala

DraculaJulian Klincewicz

Kevin Parker –es decir, Tame Impala– prepara por todo lo alto el desembarco de su esperada nueva incursión discográfica. “Deadbeat” –su quinto álbum– promete impactar en las cubetas a partir del 17 de octubre. Los primeros adelantos –tres hasta la fecha; doce son las canciones que dan forma al disco– confirman ese cambio de tercio que el músico australiano ha ido apuntando mediante un ideario sónico cada vez más emplazado en la electrónica, pero sin perder su seña de identidad.

Si hace unos días apuntalaba el lanzamiento con un clip para el tema “Loser”, en los últimos días sube la apuesta con este trabajo del realizador Julian Klincewicz para “Dracula”, su último adelanto. Es el propio músico de Perth quien lo protagoniza. Caracterizado como una suerte de líder sectario, Parker camina, con cigarro y cerveza, por un paisaje desértico –probablemente de su tierra– seguido por un tráiler que lo guía con sus luces por la oscuridad de la noche. Pronto la acción se traslada a una casa de campo, donde una variopinta fauna baila al son de la canción. Miembros de una secta, mujeres embarazadas, rednecks y raveros de toda índole se dan cita en esta. Finalmente, la pieza encara su conclusión con el camión llevándose la casa en su remolque, seguido por los raveros en andares zombi. Una estampa muy herzogiana –la imponente edificación se levanta sin trampa ni IA– y con un extraño sabor a Halloween.

En lo formal, la pieza apuesta por decisiones peculiares. Una mezcla de blanco y negro y color dentro del mismo fotograma. Efectos, como el humo, que parecen enorgullecerse de su condición de obra de bajo presupuesto. Una estética singular que evoca cierto terror pastiche, como el mítico clip “Thriller” (John Landis, 1983) de Michael Jackson. Aunque en el caso de Parker, los protagonistas son vampiros de las madrugadas sin fin que vagan por los outbacks australianos. ∎

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