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Truman / Ty Segall

“Charley Boy” / “Eggman”James Alexandrou / Denné Segall & Ty Segall
Truman: “Charley Boy”.

En la línea de lanzamientos recientes, coinciden dos videoclips que comparten la generación de angustia en quien observa y un planteamiento escénico parejo, con mínimos elementos en juego.

Por un lado, la cruda pieza realizada por James Alexandrou –es su primer trabajo en siete años y el segundo que ejecuta en solitario tras formar parte del dúo SCRATCH– para “Charley Boy”, una canción lanzada por el rapero Truman, nuevo proyecto musical del también actor Charley Palmer Rothwell. Obra de alta visceralidad que presenta lo que podría pasar como un descarte de “Promesas del Este”, el aturdidor descenso a los bajos fondos londinenses que brindó David Cronenberg en un lejano 2007. Sin posibilidad de acomodo, se asiste a esta tensa brega entre dos cuerpos que se debaten a muerte en el interior de una bañera localizada en un baño mohoso e infecto. Por un lado, la cámara, que se mueve en un solo eje vertical a lo largo de un plano secuencia, captura la congoja de esa supuesta víctima –interpretada por el propio músico– sumergida bajo el agua. Encima de este, y casi siempre en escorzo, un hombre corpulento que lo intenta ahogar bajo ese plástico que intensifica la sensación de asfixia. Sin embargo, el desesperado forcejeo no impide al hombre sumergido procurar el lip-sync de la canción y darle así un aire enrarecido a la feroz disputa física. Finalmente, la narración se resuelve con un inesperado giro final.

Ty Segall: “Eggman”.
Desde una aproximación escénica similar –un solo espacio, cámara fija, y plano secuencia– el nuevo videoclip de Ty Segall también genera cierto malestar y sofoco al otro lado del espectro. Aunque el tono sea claramente humorístico y hasta idiota. Sin embargo, el músico californiano, caracterizado como un cowboy de circo, se desafía a sí mismo a la ingesta descomunal de huevos crudos. Inspirado en la secuencia imborrable de “La leyenda del indomable” (Stuart Rosenberg, 1967), o bien en las performance artísticas que sitúan el cuerpo como receptor de autolesiones, se observa, a medida que transcurre el metraje, el sufrimiento incontrolable de un cuerpo reaccionando a la insalubre proeza notariada ante vídeo. Con Ty Segall consciente en todo momento del juego y de la presencia de la cámara que sujeta su esposa, Denné Segall. Pero lo que arranca como una broma absurda poco a poco va adquiriendo una incomodidad y malestar contagioso al observar las reacciones gestuales y corporales incontrolables –cada vez más intensas coincidiendo con el recrudecimiento del tema “Eggman”– de un músico decidido a no recapitular en su desafío, y siempre bajo la vigilancia de una cámara dispuesta a no ofrecer tregua en su alocado propósito. ∎

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