Brett Anderson: huracán Suede. Foto: Meritxell Rosell
Brett Anderson: huracán Suede. Foto: Meritxell Rosell

Festival

Vida: y la nave va

Pese al revés meteorológico de la primera jornada, que obligó a cancelar los conciertos que aún no se habían celebrado, la novena edición del festival Vida discurrió –entre el 29 de junio y el 1 de julio en Vilanova i la Geltrú– por los carriles de la conformidad con su propia esencia: una búsqueda de proporcionalidad entre su oferta artística, los espacios en que se desarrolla y la cantidad de público que quiere convocar.

El festival Vida siempre se ha caracterizado por ser diferente a sus hermanos mayores. Se celebra en Vilanova i la Geltrú, población costera a cincuenta kilómetros de Barcelona, y destaca por su localización privilegiada, en los alrededores de la Masia d’en Cabanyes, con la mitad de sus escenarios situados en el interior de una zona boscosa. También por su intención de seguir manteniendo un perfil intermedio, primando la comodidad de los usuarios al crecimiento. Por su novena edición, celebrada entre el 29 de junio y el 1 de julio pasados, desfilaron alrededor de 30.000 personas durante las tres jornadas, que pudieron disfrutar de actuaciones tan diversas como La Casa Azul, Panda Bear & Sonic Boom, Suede, Spiritualized o The Libertines. La lluvia hizo presencia en la primera jornada provocando la cancelación del concierto de Lori Meyers apenas transcurridas tres canciones y del resto de artistas programados para ese día. En los escenarios pequeños del interior del bosque se pudo disfrutar de propuestas emergentes y delicatessen para paladares exquisitos, como Socunbohemio, La Costa Brava, Tim Bernardes o Valeria Castro. Javier Burgueño

Jueves, 29 de junio

Núria Graham

Primera hora de la tarde a pleno sol podría no parecer el mejor momento para presentar un disco como “Cyclamen” (2023), reciente álbum con el que Núria Graham abre el espectro de su música hacia terrenos más jazzísticos, pero lo que podía parecer un hándicap acabó girándose a su favor. Rodeados de un pequeño grupo de fans y curiosos, Núria y su banda desgranaron los temas con una delicadeza exquisita, recreándose en las virtudes de canciones como la ensoñadora “Yes It’s Me, The Goldfish!” o “Fire Mountain Oh Sacred Ancient Fountain”. Una delicia para comenzar el festival. Javier Burgueño

Núria Graham: exquisita. Foto: Víctor Parreño
Núria Graham: exquisita. Foto: Víctor Parreño

Panda Bear & Sonic Boom

El camino a la excelencia no tiene por qué ser complicado. Tomemos a dos músicos que se entienden a la perfección (Noah Lennox-Panda Bear y Peter Kember-Sonic Boom), pongámoslos sobre un escenario con un disco magnífico bajo el brazo –“Reset” (2022)– y añadamos unos visuales elegantes a la vez que sencillos. Ni siquiera hace falta agitar –ni que se muevan demasiado ellos–, porque fácilmente obtenemos una actuación exquisita y ampliamente disfrutable, como la que vivimos el jueves 29 de junio. Suena “Gettin’ To The Point” y nos precipitamos dentro de un verano infinito de reminiscencias sesenteras. “Go On” y “Edge Of The Edge” traen ecos –vía sampler y loops– de The Troggs o Randy And The Rainbows, mientras la sombra de Brian Wilson se dibuja en el horizonte. Endless summer. Javier Burgueño

Panda Bear: gran sinfonía pop (con Sonic Boom). Foto: Clara Orozco
Panda Bear: gran sinfonía pop (con Sonic Boom). Foto: Clara Orozco

Viernes, 30 de junio

Suede

Brett Anderson tenía claro que Suede eran las estrellas de la noche del viernes y ni siquiera los problemas iniciales de sonido del escenario Estrella Damm iban a amedrentarlo. Tras una “Trash” mayúscula a pesar del sonido descompensado, fue a buscar el contacto con su público en “Animal Nitrate”. El baño de masas junto a la mejora del sonido despejaron cualquier atisbo de duda y, a partir de ahí, la maquinaria funcionó a la perfección, mientras sus compañeros apenas se despeinaban en el ejercicio de sus funciones. Brett sudó por él, por toda la banda y, posiblemente, también por gran parte de los espectadores, mientras Suede intercalaba los temas de su último álbum, “Autofiction” (2022), entre los incontestables hits de los noventa: “We Are The Pigs”, “So Young”, “Beautiful Ones”. Entrega, comunión con el respetable y repaso a un cancionero incontestable. ¿Qué más se le puede pedir a Brett? Javier Burgueño

Suede: so young... Foto: Meritxell Rosell
Suede: so young... Foto: Meritxell Rosell

Za! & La TransMegaCobla

¿Una excursión a la música del Mediterráneo con la participación de un cuarteto de vientos de cobla –formación tradicional catalana centrada fundamentalmente en composiciones para sardana– y las Tarta Relena cantando en fenicio, una lengua muerta de la que apenas se conservan textos? Aquí tiene usted mi cartera, sírvase los billetes que quiera. El nuevo cambio de rumbo de Za! –y van unos cuantos– no solo es prometedor como idea; llevado a la práctica resultó devastador, transportando al espectador a un estado muy similar al del trance de la música litúrgica sufí. No en vano Za! & La TransMegaCobla pasan por el filtro de la psicodelia ritmos de bulería, kopanitsa, sardana o gnawa. Derviches catalanes a primera hora de la tarde. Javier Burgueño

Za! y su TransMegaCobla mediterránea. Foto: Meritxell Rosell
Za! y su TransMegaCobla mediterránea. Foto: Meritxell Rosell

Sábado, 1 de julio

Dehd

Son un soplo de aire fresco, el tipo de banda que te pone una sonrisa en la cara cuando empieza el concierto y que cuando acaba te preguntas cómo ha pasado todo tan rápido, mientras te das cuenta con asombro de que todavía sigues con la misma expresión. Temas de apenas dos minutos ejecutados con gran desenvoltura y una complicidad enorme entre los integrantes del trío: ¿cómo puede ser, si están cada uno en una punta del escenario enorme? Garage, surf, indie rock y mucho desparpajo son los ingredientes que utilizan para cocinar esos caramelos envueltos en celofanes de llamativos colores que pueblan sus discos y directos. Se asegura disfrute generalizado. Javier Burgueño

Emily Kempf: el aire fresco de Dehd. Foto: Meritxell Rosell
Emily Kempf: el aire fresco de Dehd. Foto: Meritxell Rosell

L’Impératrice

Ataviados con luminosos corazones batiendo al unísono, cambiando de color según las canciones, los franceses atacaron ese nu-disco y pop electrónico que parece darse tan bien en su país, con gran solvencia y pericia instrumental. “Hématome”, “Peur des filles” o “Agitations tropicales” consiguieron hacer bailar al público congregado ante ellos. Muy efectivos y disfrutables en el contexto del festival, aunque cuesta encontrar ese detalle que los diferencie del resto del pelotón. Javier Burgueño

L‘Impératrice: disfrute usted. Foto: Meritxell Rosell
L‘Impératrice: disfrute usted. Foto: Meritxell Rosell

La Costa Brava

Momento de reencuentro con La Costa Brava. Tras quince años desde su desaparición, la banda ha vuelto para realizar una serie de conciertos y volver después al “nunca volverá”. Un bonito detalle para sus seguidores y una emocionante forma de conmemorar a Sergio Algora (1969-2008), desaparecido demasiado pronto, mediante sus canciones. “Déjese querer por una loca”, “Falsos mitos sobre la piel y el cabello”, “El cumpleaños de Ronaldo”, “Adoro a las pijas de mi ciudad”… Sonaban los temas y una nube de recuerdos de momentos felices se acumulaba sobre el cielo del escenario. No podía faltar una versión (“Nada más”, de Mamá) ni menciones a la escritura de Sergio (“Mi última mujer”) en una noche para el recuerdo. El breve retorno de La Costa Brava es, sin duda, “Justicia poética”. Javier Burgueño

La Costa Brava: grandes recuerdos. Foto: Meritxell Rosell
La Costa Brava: grandes recuerdos. Foto: Meritxell Rosell

Queralt Lahoz

El sábado, en el escenario La Masia, la artista de Santa Coloma de Gramenet supo trasladar los brillos de su debut “Pureza” (2021) y el reciente EP y vídeo-álbum “Alto cielo” (2023) a un directo espléndido y, claro, tremendamente ecléctico (pulsaciones urbanas, flamenco, copla, jazz, bolero). Muy comunicativa, Lahoz desgranó piezas como “Con miedo a ti”, “De la cueva a los olivos”, “El tiroteo” –rematada con un fragmento del clásico “Ojos verdes”– o una “Me gusta” que podría convertirse en “esa canción” mágica que acerque y agrande su propuesta a nuevos oídos. Dimas Rodríguez

Queralt Lahoz nos gusta. Foto: Meritxell Rosell
Queralt Lahoz nos gusta. Foto: Meritxell Rosell

Rombo

El cuarteto catalán abordó el escenario La Cabana con la ilusión de presentar su trabajo más aplaudido, “Plaers i terrors del confort domèstic” (2023), una estimulante reflexión sobre las relaciones sentimentales (y sus frondosas zonas de incertidumbre). El mérito es que supieron sobreponerse a varios problemas técnicos iniciales y levantar un concierto asentado en unas canciones que lucen arañazos y puntería dentro de su transparente coraza pop. Dimas Rodríguez

Rombo: confort doméstico. Foto: Meritxell Rosell
Rombo: confort doméstico. Foto: Meritxell Rosell

Spiritualized

Una hora antes de la medianoche, tuvo lugar en Vilanova una celebración pagana. Jason Pierce, nuestro pastor, nos cogió de la mano con la lisérgica “Hey Jane” y sin levantarse de la silla nos condujo a través de una travesía musical repleta de capas de góspel, drone, blues y guitarras espaciales. Un viaje mayestático repleto de sublimes cánticos loando a nuestro señor el rock, una experiencia cósmica plena de momentos de exaltación emocional, por ejemplo “Come Together”, montaña rusa de la que únicamente se puede bajar una vez llegamos a destino, tras escuchar los últimos acordes de “So Long You Pretty Thing”. Alabado sea, Jason. Javier Burgueño

Jason Pierce: la ceremonia profana de Spiritualized. Foto: Meritxell Rosell
Jason Pierce: la ceremonia profana de Spiritualized. Foto: Meritxell Rosell

The Libertines

Durante todo el día varias preguntas flotaban en el ambiente: ¿Estará Pete Doherty en condiciones? ¿Valdrá la pena el concierto o resultará un desastre? Los comentarios sobre anteriores actuaciones no presagiaban nada bueno, pero Doherty, que siempre ha ido a la suya y mayormente contracorriente, no había dicho la última palabra. En cuanto The Libertines aparecieron sobre las tablas, las dudas se disiparon de golpe y la energía empezó a irradiar desde el escenario. La conexión entre Doherty y Carl Barât funcionaba, el grupo parecía engrasado y el mar de dudas inicial acabaría convirtiéndose en un entretenido repaso a su debut, “Up The Bracket” (2002), veinte años después. A Doherty le quedan más vidas que a un gato. Javier Burgueño

Las siete vidas de Pete Doherty y The Libertines. Foto: Meritxell Rosell
Las siete vidas de Pete Doherty y The Libertines. Foto: Meritxell Rosell

Valeria Castro

Desde La Palma llegó la joven Valeria Castro a El Vaixell, el barco que fue el mejor escenario posible para la puesta en escena de su propuesta. Pequeño, íntimo, escondido dentro del bosque, parece que hunda sus raíces en la tierra, como las canciones de Valeria, cargadas de sentimiento y de tradición, emotivas y conectadas con el folclore de su tierra natal, con la mirada puesta en las vicisitudes y sinsabores de la vida (“guerrera”, “la raíz”, “abril y mayo”). Delicada y emocional, Valeria subyugó a público y aledaños –juraría que los pájaros de los alrededores bajaron el volumen para poder prestarle atención– con los temas de su primer álbum, “con cariño y con cuidado” (2023). Javier Burgueño

Valeria Castro: cariño. Foto: Meritxell Rosell
Valeria Castro: cariño. Foto: Meritxell Rosell

De pesca acústica

Niño de Elche: el otro flamenco. Foto: Meritxell RosellNiño de Elche: el otro flamenco. Foto: Meritxell Rosell
Tim Bernardes: Brasil abierto. Foto: Meritxell RosellTim Bernardes: Brasil abierto. Foto: Meritxell Rosell

Si hay un espacio que inmediatamente identifica y distingue al Vida de otros eventos musicales es, con toda probabilidad, el de El Vaixell, minúsculo escenario con forma de barca de pescador situado a los pies de los árboles. Ahí fue donde Sílvia Pérez Cruz i Raül Fernández Miró hicieron estallar su “granada” (2014) en la primera edición del festival, en 2014. También donde Rosalía ofreció uno de sus últimos recitales en la distancia corta, en 2017. El flamenco volvió a sus tablas este año con la aparición de Niño de Elche el viernes 30 de junio, quien presentó su “Flamenco. Mauoleo de celebración, amor y muerte” (2022) trajeado de blanco y desde una ortodoxia de guitarras, palmas y cante que, en su caso, tiene tanto de clase magistral y erudición como de travesura (esa manga rota en la americana, señalando el contrapunto disconforme que siempre tendrá la visión de Francisco Contreras).

Pero si hay un formato que parece nacido para este escenario es el de las presentaciones solitarias y en acústico, como la de Tim Bernardes el sábado 1. El brasileño ofreció un set risueño de temas propios, versiones de O Terno y guiños a Jorge Ben y Gal Costa; un repertorio que el cantante quiso informal y abierto a peticiones del público, con la única preocupación de acabar a tiempo para ver a Jorge Drexler en el escenario principal (quien, por cierto, le devolvió el afecto pinchando una de sus canciones para despedir su concierto). ∎

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