Brett Anderson tenía claro que Suede eran las estrellas de la noche del viernes y ni siquiera los problemas iniciales de sonido del escenario Estrella Damm iban a amedrentarlo. Tras una “Trash” mayúscula a pesar del sonido descompensado, fue a buscar el contacto con su público en “Animal Nitrate”. El baño de masas junto a la mejora del sonido despejaron cualquier atisbo de duda y, a partir de ahí, la maquinaria funcionó a la perfección, mientras sus compañeros apenas se despeinaban en el ejercicio de sus funciones. Brett sudó por él, por toda la banda y, posiblemente, también por gran parte de los espectadores, mientras Suede intercalaba los temas de su último álbum, “Autofiction” (2022), entre los incontestables hits de los noventa: “We Are The Pigs”, “So Young”, “Beautiful Ones”. Entrega, comunión con el respetable y repaso a un cancionero incontestable. ¿Qué más se le puede pedir a Brett? Javier Burgueño
Momento de reencuentro con La Costa Brava. Tras quince años desde su desaparición, la banda ha vuelto para realizar una serie de conciertos y volver después al “nunca volverá”. Un bonito detalle para sus seguidores y una emocionante forma de conmemorar a Sergio Algora (1969-2008), desaparecido demasiado pronto, mediante sus canciones. “Déjese querer por una loca”, “Falsos mitos sobre la piel y el cabello”, “El cumpleaños de Ronaldo”, “Adoro a las pijas de mi ciudad”… Sonaban los temas y una nube de recuerdos de momentos felices se acumulaba sobre el cielo del escenario. No podía faltar una versión (“Nada más”, de Mamá) ni menciones a la escritura de Sergio (“Mi última mujer”) en una noche para el recuerdo. El breve retorno de La Costa Brava es, sin duda, “Justicia poética”. Javier Burgueño
El sábado, en el escenario La Masia, la artista de Santa Coloma de Gramenet supo trasladar los brillos de su debut “Pureza” (2021) y el reciente EP y vídeo-álbum “Alto cielo” (2023) a un directo espléndido y, claro, tremendamente ecléctico (pulsaciones urbanas, flamenco, copla, jazz, bolero). Muy comunicativa, Lahoz desgranó piezas como “Con miedo a ti”, “De la cueva a los olivos”, “El tiroteo” –rematada con un fragmento del clásico “Ojos verdes”– o una “Me gusta” que podría convertirse en “esa canción” mágica que acerque y agrande su propuesta a nuevos oídos. Dimas Rodríguez
Por Gerard Casau
Niño de Elche: el otro flamenco. Foto: Meritxell Rosell
Tim Bernardes: Brasil abierto. Foto: Meritxell RosellSi hay un espacio que inmediatamente identifica y distingue al Vida de otros eventos musicales es, con toda probabilidad, el de El Vaixell, minúsculo escenario con forma de barca de pescador situado a los pies de los árboles. Ahí fue donde Sílvia Pérez Cruz i Raül Fernández Miró hicieron estallar su “granada” (2014) en la primera edición del festival, en 2014. También donde Rosalía ofreció uno de sus últimos recitales en la distancia corta, en 2017. El flamenco volvió a sus tablas este año con la aparición de Niño de Elche el viernes 30 de junio, quien presentó su “Flamenco. Mauoleo de celebración, amor y muerte” (2022) trajeado de blanco y desde una ortodoxia de guitarras, palmas y cante que, en su caso, tiene tanto de clase magistral y erudición como de travesura (esa manga rota en la americana, señalando el contrapunto disconforme que siempre tendrá la visión de Francisco Contreras).
Pero si hay un formato que parece nacido para este escenario es el de las presentaciones solitarias y en acústico, como la de Tim Bernardes el sábado 1. El brasileño ofreció un set risueño de temas propios, versiones de O Terno y guiños a Jorge Ben y Gal Costa; un repertorio que el cantante quiso informal y abierto a peticiones del público, con la única preocupación de acabar a tiempo para ver a Jorge Drexler en el escenario principal (quien, por cierto, le devolvió el afecto pinchando una de sus canciones para despedir su concierto). ∎