Entre dos aguas. Foto: Abderrahim Annag
Entre dos aguas. Foto: Abderrahim Annag

Entrevista

Abdelá Taia: “En Marruecos todavía existe un sistema que explota a las mujeres y no las reconoce”

El escritor marroquí Abdelá Taia ha construido a lo largo de varias décadas una literatura de resistencia de las clases populares, de los desvalidos, de los señalados. De ahí ha emergido una narrativa poderosa, plena de luz y exultante de vida y amor. Su última novela, “Vivir a tu luz”, es un ejemplo más de lucha y búsqueda –a través de la protagonista, Malika– que conecta y refleja la vida de su madre. Nos explica su mundo, el del inmigrante, y todas esas conexiones franco-marroquíes.

El escritor marroquí Abdelá Taia (Salé, 1973) escribe con un arrebato vital imponente sobre su país. Desde la necesidad de mostrar la pobreza, la dureza de la vida, el señalamiento por su condición gay en un país religioso que rechaza la diferencia y que ejerce la violencia. Su retrato y análisis de Marruecos es fino, preciso, y además exhibe una poética sublime. La editorial madrileña Cabaret Voltaire ha publicado seis de sus novelas, maravillas como “Mi Marruecos” (2000), “Un país para morir” (2015) o “El que es digno de ser amado” (2017).

Su última novela, “Vivir a tu luz” (2022; Cabaret Voltaire, 2023), es un retrato en primera persona de la trayectoria vital de Malika, una historia parecida a la de su madre, fallecida en 2010. Con cada nueva novela, Taia se reencuentra con su país a pesar de toda la violencia que recibió en el pasado. En la Casa Árabe de Madrid, donde tuvo lugar esta entrevista, explicó todo lo que arrastra su literatura y todo lo que porta de Marruecos.

La literatura como testimonio. Foto: Abderrahim Annag
La literatura como testimonio. Foto: Abderrahim Annag

En tu trabajo siempre está presente tu madre, pero aquí es más directa. ¿Hay algún rastro de su biografía?

En “Vivir a tu luz” está toda su biografía, creo. Es casi un retrato. Solo había que elegir los momentos más fuertes para que el libro representara toda su vida. Elegí tres momentos de su vida. El primer momento en los años cincuenta. Su primer matrimonio. Después, el segundo momento, en Rabat. Y después, en 1999, cuando muere el rey Hassan II y el ladrón homosexual entra en su casa. Solo teníamos que elegir con mucha precisión qué contar, para contar toda la vida de una madre marroquí. Por lo demás, tienes razón, mi madre está conmigo en todo lo que escribo: en la forma de escribir, en el aliento de la escritura, en el movimiento.

¿Todo eso viene de tu madre?

Creo que viene de la voz de mi madre, de lo que escuché de ella, de cómo hablaba, de cómo argumentaba. Pienso que es una influencia física, fisiológica y biológica lo que me empuja a escribir de esta manera.

Es increíble la forma de vivir la vida de Malika. Se trata de mujeres completamente diferentes a las de las nuevas generaciones.

No lo creo, creo que todavía las hay.

¿Las mujeres en Marruecos tienen tanta fuerza y peso?

En Marruecos todavía quedan mujeres como mi madre, obligadas a sacrificarse por su familia, obligadas a emprender todas las batallas y que no son reconocidas por la sociedad, por el poder, por la ley. Todavía existe todo un sistema que las explota pero no las reconoce. Y quería hablar de eso en mi libro a través de Malika, de mi madre y espero que de otras madres marroquíes, desde la acción, no desde la victimización y sin otorgarles una posición inferior en el mundo. En el libro ella nunca acepta lo que el mundo le hace, y le hace la guerra al mundo. Muestra siempre sus pensamientos: cómo ve las cosas, cómo piensa sobre ellas, y no lo que le hacen los demás.

¿Cómo lo planteas?

La relación con el poder, la relación con los hombres, la relación con todo, la relación con Francia. Es decir, ella es capaz de pensar todo eso y decirlo. Todo un alfabeto. Y al mismo tiempo está la luz del espíritu, ¿no? Hay religiones, pero a su manera. Quiero decir, está el Corán, Mulay Ibrahim, Medi Mbarka… Y luego está su imaginación, que se compone de varias cosas contradictorias. Pero incluso en relación a eso, no es sumisa. En relación a la religión, mezcla las cosas para producir algo suyo, que espero que se vea en su manera de hablar. Ella es la que habla en el libro, no soy yo.

Las mujeres como ella necesitan cierta iluminación y fortaleza para combatir todas sus circunstancias difíciles.

Claro. Todos necesitamos esta luz. Aunque sea pobre, aunque sea tratada como una persona inferior, aunque sea maltratada... Mi madre era realmente así. Llegaba muy lejos y tal vez encontraba esa luz dentro de sí misma para enfrentarse a toda esa gente, a la violencia, a la injusticia. En cualquier caso, quería que el libro transmitiera eso: al mismo tiempo que luchaba y hacía todo eso, construía su vida, su casa. Tenía una gran visión de sí misma.

“En este momento en Francia hay muchos problemas políticos con los inmigrantes y los musulmanes. Soy todo eso, soy musulmán, soy gay y soy un emigrante. Entonces surge el fascismo, que se expresa todos los días. No soy lo suficientemente fuerte para soportar esto todos los días. Por eso no escucho las noticias todos los días; es demasiado”

En tu obra siempre hay un reconocimiento a las clases trabajadoras.

Vengo de ese mundo. Y creo que escribiré sobre este mundo toda mi vida. Algún día me gustaría escribir sobre los ricos de Marruecos. Pero no los conozco, no tengo esa experiencia. Todavía no tenemos un libro que cuente las vísceras de las clases dominantes, de los ricos. Solo tengo clichés y cosas lejanas sobre los marroquíes ricos. Pero conozco el mundo pobre y conozco el mundo de los abandonados. Conozco gays abandonados. Y no puedo escribir sobre otra cosa que sobre este mundo.

La violencia siempre está presente en tus novelas. La que se ha ejercido contra los gays. Siempre está ahí la violación, un asunto salvaje, devastador. ¿Hay una cultura de la violación?

Por supuesto, por supuesto. Las violaciones a las personas más vulnerables del sistema, que no son reconocidas por el sistema. Le decimos a alguien “no existes, pero como no existes te voy a violar”. Listo. Y entonces la ley no protege a la víctima, sino a la persona que la violó.

Y además por parte de personas que tienen familia, un director de prisión…

O incluso un padre, un tío casado o un primo. Poco importa. Se presentan como heterosexuales, pero se permiten el derecho al abuso. Si profundizamos un poco más, vemos que es algo heredado en todas las familias. El juego del poder, a través de muchos detalles de la vida, y todo este sistema de abuso desgraciadamente todavía existe en todas partes. Hablo de Marruecos, donde sé que todo esto existe. Lo experimenté. Llevo no sé cuántos años escribiéndolo. Me sale así. No necesito que sea un gran suceso. Pero está ahí. Lamentablemente es parte de una realidad muy extendida. Experiencias como esa supongo que hay que afrontarlas de alguna manera. Las traté en un libro llamado “Una melancolía árabe” (2008). En el primer capítulo de ese libro hay una violación. Y cómo esa violación condiciona todo lo demás.

Al cargar con esa experiencia, tienes que sanar todo eso, ¿no?

Espero que la literatura ayude. Pero por ahora no. Creo que para curar heridas así tiene que suceder en la vida real. Con la gente, con los contactos de la gente. Con la humanidad. Con personas humanas. Con amor. No necesariamente la pareja, sino simplemente con otras formas de amor: fraternal, amistoso… Creo que esto es lo que te permite sanar. No podemos curarnos solos, eso está claro.

Tus novelas siempre mantienen conexiones con Francia. Aun siendo el país donde vives, ¿existe cierto resquemor?

Sí. A través de eso surge la cuestión de la colonización y cómo resurge hasta hoy, en cierto modo. Porque creo que aún no se ha abordado el pasado colonial de Francia. Los franceses actúan como si todo esto no existiera. Es como si Francia hubiera ido a llevar a cabo una misión de verdadera civilización a los países africanos y a los países árabes, cuando se trataba principalmente de explotación, saqueo y masacres. Hoy en día, en la memoria colectiva de Francia y de los franceses da la impresión de que ni siquiera quieren hablar de eso. Para ellos eso es el pasado. Si bien no es pasado en absoluto; es un pasado que no ha pasado. Hay que hablar de ello, afrontarlo. Hay gente que empieza a intentar cuestionar este pasado. Pero, en general, todavía existe mucha resistencia a todo esto. Como escribo en francés, que no es mi idioma materno, porque nací árabe, estoy obligado a enfrentarme a eso, al pasado colonial de Francia y cómo este pasado interviene incluso en la vida de una mujer marroquí como Malika. Este libro es un enfrentamiento entre ella y Francia. Todo el libro está construido así.

Voz de los sin voz. Foto: Abderrahim Annag
Voz de los sin voz. Foto: Abderrahim Annag

Y lo escribes en primera persona. Es increíble cómo captas la atención porque no es fácil escribir en primera persona. Pero ahí está la fuerza.

Creo que ella no me necesita a mí, al escritor. Ella puede hablar por sí misma. No voy a hablar por mi madre. Mi madre murió en 2010. Es casi como si su voz estuviera aún más presente ahora. Es paradójico, pero a veces los muertos están aún más presentes después de la muerte. Los escuchamos más y mejor después de la muerte.

¿Han traducido al árabe tus novelas?

Sí, se han traducido tres libros. Y este también será traducido. Uno anterior fue “El día del rey” (2010). Es un libro sobre la historia de un amor gay. También “Un país para morir”. Y un libro llamado “Lettres à un jeune marocain” (2009). Son libros ligeramente políticos, no se habla de cosas agradables. Son libros que ahora tienen vida propia. No puedo controlar sus efectos. Quiero decir, no soy una superestrella. Pero mis libros existen. Están traducidos en España, en Estados Unidos. Lo que puedo hacer es simplemente escribir. El resto no me pertenece. Y, además, eso es lo más importante.

¿Cómo te sientes en Francia? ¿Cuántos años llevas viviendo allí?

25 años.

¿Qué sensaciones tienes en París?

En este momento en Francia hay muchos problemas políticos con los inmigrantes y los musulmanes. Soy todo eso, soy musulmán, soy gay y soy un emigrante. Entonces surge el fascismo, que se expresa todos los días. No soy lo suficientemente fuerte para soportar esto todos los días. Por eso no escucho las noticias todos los días; es demasiado. Todo el tiempo esa energía, ese odio se dirige contra mí, la gente como yo y los inmigrantes que viven en las calles. Todas estas vidas contribuyen a la economía de Francia, y se utilizan como argumentos políticos incendiarios. Eso me cansa mucho, pero al mismo tiempo no dejaré París porque creo que estoy legitimado para estar en París.

¿Te gusta?

No es que me guste, pero tengo experiencias acumuladas. Viví cosas allí. Pero, al mismo tiempo, con la edad, porque ahora tengo 50 años, también siento una nostalgia increíble por Marruecos. Por las calles, por la playa, por la comida, por cómo es la vida cotidiana. Es como si mi cuerpo me dijera “estoy harto, viviste 25 años en Francia, ahora quiero que me lleves de nuevo a comer a Marruecos, al hammam de Marruecos”. Es una nostalgia que ahora me abruma, me atrapa todo el cuerpo.

“Hubo una Primavera Árabe que obligó al rey de Marruecos a modificar la constitución. Y creo que, en cierto modo, este movimiento todavía está en Marruecos. Hubo consecuencias, incluso en la forma, por ejemplo, de hablar las cosas entre las personas. Ya no se tiene miedo al poder. Creo que ahora es el poder el que le tiene miedo al pueblo”

Puedo entenderlo porque es algo que toca la carne.

Es el estómago, los intestinos, la piel, los olores. Es como si el cuerpo lo necesitara, está en su biología. Necesita devolverlo. Y es cierto que cada vez que voy a Marruecos siento una gran felicidad. Me tomó su tiempo llegar hasta ahí, hasta ese punto, pero ya no tengo miedo.

En la editorial Cabaret Voltaire hay algunos autores marroquíes que dibujan un buen retrato de Marruecos.

¡Sí, y con una mirada crítica!

Entre vosotros quizá no hay diálogo, pero hay libros que a veces sí que dialogan entre sí. Un diálogo, a veces a diferentes niveles, bastante interesante.

En cualquier caso, cuentan las realidades de Marruecos de una manera que tengo la impresión de que es aún más cierta. No para convertir esto en una historia de ficción, sino para contar la verdad sobre Marruecos. Nadie me dio el derecho, pero yo quiero contarlo y es bueno mostrarlo. Soy gay, y es este gay quien te mostrará la realidad. Creo que ahí es donde está la transgresión. Es el gay quien habla de todas las realidades.

A Fatima Daas le dije que no es fácil ser musulmán y ser lesbiana, algo que no está bien visto por la religión, por el poder. ¿Cómo gestionas tú todo eso?

Nuestras vidas no son solo un gran caos, mezclamos todo. Nos las arreglamos lo mejor que podemos. Nunca he visto nada totalmente ortodoxo. La vida no es tan clara. Todo está en movimiento. Mi relación con la religión depende de mí definirla y redefinirla. Creo que soy musulmán porque tengo una fe musulmana dentro de mí, y también tengo una cultura ligada a la historia del islam. Pero al mismo tiempo soy consciente de que las personas en el poder utilizan la religión en mi contra. Redefino las cosas como quiero, y si los demás no están de acuerdo, ese no es mi problema. Porque no voy a intentar convencer a todo el mundo. Pero es cierto que me siento musulmán, en el sentido cultural vengo de Marruecos. Es nostalgia. Hay algo cultural en mí, imágenes, pero obviamente hay muchas cosas con las que no estoy de acuerdo. Pero esa no es razón para rechazar todo eso. Soy musulmán como lo era mi madre. No tengo que complacer a la gente diciendo que voy a rechazar el islam. Pero, por otro lado, puedo reinventarlo a mi manera.

¿Has observado cambios en Marruecos? ¿Algo está cambiando en la sociedad marroquí?

Hubo una Primavera Árabe que obligó al rey de Marruecos a modificar la constitución. Y creo que, en cierto modo, este movimiento todavía está en Marruecos. Hubo consecuencias, incluso en la forma, por ejemplo, de hablar las cosas entre las personas. Ya no se tiene miedo al poder. Creo que ahora es el poder el que le tiene miedo al pueblo, porque recuerda que el pueblo se levantó. Fue en 2010, 2011, 2012. Creo que el miedo ha cambiado de bando y que son ellos, el poder, los que desconfían. Y eso ya es mucho. ∎

Retratos de la resistencia

“Vivir a tu luz”
(Cabaret Voltaire, 2023)

Taia se presenta en “Vivir a tu luz” (“Vivre à ta lumière”, 2022; Cabaret Voltaire, 2023) con la fuerza narrativa que lo caracteriza, con ese rodaje de lo vivido y con la seguridad, también la dificultad, de la primera persona. En esta ocasión acude a la voz de una mujer, Malika, que narra su vida en tres etapas. Y establece un paralelismo con la vida de su madre, muy presente en toda su obra. Narra la historia de Malika desde la juventud, el entusiasmo, el primer amor, hasta la decepción, la crisis, la muerte. También la reinvención y la resistencia como maneras de ubicarse en el mundo y sobrevivir ante los reveses vitales.

Nos habla de las clases populares, del hambre, de la esperanza frente a la guerra, a la muerte, a la corrupción, del triunfo del mal, del sometimiento, del abuso, también de la mezcla, de la influencia de Francia en Marruecos, de los mestizajes… Retrata una sociedad que necesita cambios, donde se observa el peso de la religión, pero también habla con firmeza de las injusticias. Relata la crónica de la resistencia desde la primera persona, del rehacerse y no sucumbir ante las derrotas. Sus personajes protagonistas siempre tienen una fortaleza especial, y los rodean otros personajes apocados por el destino.

De nuevo su prosa atrapa, cautiva, nos sumerge en mundo por conocer, en otras latitudes, en los márgenes oscuros de la vida. Y en esa narrativa fluyen los sentidos, atrapan los aromas, la comida, y, cómo no, los sentimientos a flor de piel. Su verbo capta el impulso vital, los cambios, los procesos, las evoluciones. Es otro capítulo más de sus relatos sobre Marruecos y de sus conexiones con Francia, el país en que reside, donde expone abiertamente las costuras del sistema y aflora su sentir en el mundo. Consigue atrapar con una prosa directa, fluida y emocionante. La historia nos acompaña de cerca, aunque menos que en “Mi Marruecos” (2000), donde los avatares personales configuran un testimonio impagable. Aquí, trazando crónicas de resistencia y supervivencia, capta la voz del Marruecos acallado. ∎

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