Alaska revelada

No apetecía mucho, sinceramente. O casi nada. Con la carrera de Fangoria en modo mecánico desde hace demasiados años y fagocitada por la omnipresencia de Mario Vaquerizo, más la deriva ya sin ninguna gracia de las declaraciones-boutade y los coqueteos con verdaderos monstruos del mal, daba más pereza enfrentarse al enésimo exhibicionismo de Alaska y señor que a ellos tragarse una integral de Jethro Tull. Y sin embargo…

Puede uno enchufarse los primeros minutos distraídamente y enseguida notará que antes de iniciar el proyecto de esta miniserie documental en tres capítulos ha habido algunas decisiones inteligentes. Y que no es un simple producto promocional. Mario está en su sitio, como marido, compañero, productor y testigo cercano, solo para hablar de ella, con seriedad y formalidad. Alaska es la protagonista total, lo que interesa es su vida y su trayectoria, sus relaciones y su intuición, su voraz curiosidad y sus logros en lo que se propone, con más tiento que ambición. Sus convicciones siempre revisables. Sus dudas, también. Su saber estar como quiere, dentro de las posibilidades. Sus contradicciones, que las tiene y las admite, y algunas son inexplicables, aunque siempre están bien expuestas. Y esa fascinante mezcla de sensatez y frivolidad, de recato y exhibicionismo que es motor de todo su ser.

Otra decisión hábil es reconstruir su historia no con retoques estéticos para quedar bien, sino armando en todas sus capas esa vida que parecen varias con una documentación enorme en cantidad, pero dispuesta de forma tan medida y precisa que en ningún momento apabulla, y siempre aporta lo necesario. Y finalmente, el coro de gente que ha formado parte de su vida, tan enorme y diverso, está representado aquí solo por voces necesarias y pertinentes. Todas tienen un papel interesante (bueno, hay un par que no) y útil, y a nadie se le piden titulares de folclórica ni declaraciones maximalistas.

La división en tres capítulos titulados “Salud”, “Dinero” y “Amor”, tres vectores por los que circular en meandros que se cruzan sin perder rumbo y palpando todo el territorio de la vida de Olvido/Alaska, es un primer indicio de la capacidad para contar una historia que hemos seguido más o menos paso a paso (los coetáneos llevamos 45 años en ello) y sin embargo nada se hace tópico ni resabido. No hay matraca de convencionalismos. Eso es fácil de lograr cuando se entrevista a Nacho Canut, brillante, sagaz y viperino como siempre, incluso enternecedor en su denodado esfuerzo por evitar todo sentimentalismo (sus emociones siempre se revelan de modo particular), que se convierte en la segunda estrella del documental, como debe ser.

Con la rotundidad de lo bien sabido y bien contado, “Alaska revelada” (Pite Piñas & David Iñurrieta, 2024) desmonta algunos de esos tópicos y mentiras sobre la movida contra los que ya parece imposible luchar (surgió a finales de los setenta, para empezar), indaga en un congreso en El Escorial con Alaska entre Antonio Escohotado y Javier Marías que tuvo muchas derivaciones sobre las que regresar en torno a las drogas, repasa sin frivolidades las relaciones afectivas, amorosas, sexuales de la diva, su voluntad de construirse a sí misma en todos los aspectos, y su habilidad innata para catalizar acciones, creatividades, diversiones y actitudes de mucha gente a pesar de su interiorismo individualista. Y con brillantes escenificaciones nuevas: el rencuentro con Ana Curra en el cementerio o el mariachi con el bolero que vertebra la serie.

Puedes verla sincera o fingida, natural o epatante, aprovechada o generosa, ineludiblemente artista hecha a sí misma con un bagaje enorme se mire como se mire. Eso es lo bueno de “Alaska revelada”, tú decides si criticar o venerar, o simplemente conocer, pero a partir de un trabajo hecho con todo el fundamento. ∎