Película

Aún estoy aquí

Walter Salles

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En 1982, Costa-Gavras ganaba, ex aequo con “Yol” de Yilmaz Güney, la Palma de Oro del Festival de Cannes por “Missing (Desaparecido”), su impugnación de la dictadura de Augusto Pinochet desde la experiencia estadounidense. El director de origen griego, paradigma de cierto cine político europeo, internacionalizaba la denuncia de la violencia fascista en Chile aunando dos perspectivas. El punto de vista norteamericano, a partir de la historia real del asesinato del joven periodista Charles Horman, permitía que los estadounidenses se pudieran identificar con una historia latinoamericana en que se acababa denunciando el papel de su propio país en el golpe de estado contra Salvador Allende. Además, ya desde su título, la película ponía sobre la mesa una nueva categoría en lo que a los atentados contra los derechos humanos en dictaduras se refiere, la del desaparecido.

El político e ingeniero brasileño Rubens Paiva desapareció en Río de Janeiro en 1971, en plena dictadura en el país. Walter Salles se acerca a su caso en “Aún estoy aquí” (2024; se estrena hoy), su nueva película tras la ya lejana “En la carretera” (2012), que parte del libro homónimo escrito por el hijo de Paiva, Marcelo. La película entronca inevitablemente con ese pequeño bum de títulos de la década de los ochenta que, como “Missing”, pusieron el foco en las atrocidades cometidas por los gobiernos fascistas en Latinoamérica, como si el cineasta hubiera echado en falta una aportación brasileña a esta corriente. A la manera de “La historia oficial” (Luis Puenzo, 1985), el título de Costa-Gavras, o incluso desde los códigos del cine de periodistas en guerras ajenas, “Bajo el fuego” (Roger Spottiswoode, 1983) y “Salvador” (Oliver Stone, 1986), Salles reconstruye desde un afán realista la historia de unas víctimas concretas en una propuesta con una clara vocación internacional que refuta de forma inapelable un régimen autoritario.

Xxxxxxx.

La clave en su filme reside en el punto de vista. “Aún estoy aquí” no pretende desarrollarse como un biopic sobre Rubens Paiva ni intenta dramatizar lo que le sucedió después de ser detenido en su propia casa. Por el contrario, la película adopta la perspectiva de la familia, sobre todo de la esposa de Rubens, Eunice, a quien da vida Fernanda Torres. De esta manera, el director narra las consecuencias de “hacer desaparecer” a una persona en la vida de una familia acomodada. La película parte de los años felices del matrimonio Pavia y sus cinco hijos en su casa frente al mar en Río, con el auge del tropicalismo como telón cultural de fondo, para recoger de qué manera el terror desbarata esta armonía a partir del secuestro del padre. Un vacío emocional se instala en el hogar, y la protagonista se enfrenta a la imposibilidad de denunciar o ejercer las mínimas gestiones administrativas a falta de un certificado de defunción oficial. Una secuencia en medio del metraje resume la idea de la práctica invisible de la violencia de Estado: cuando un grupo de militares vestidos de paisano incurren en la casa familiar de los Pavia sin ejercer ninguna fuerza, mientras que Eunice intenta aparentar que no sucede nada extraño para que sus hijos menores no se asusten.

Porque “Aún estoy aquí” se revela ante todo como una celebración de este heroísmo discreto ejercido por mujeres como la protagonista. Torres interpreta a una de esas esposas liberales y sensatas, pero poco interesadas en la militancia política, que se conciencian sobre la cuestión a partir de la experiencia propia. Salles reivindica a través de Eunice otra forma de resistencia antifascista, la que no se ejerce desde un activismo público y confrontativo, sino desde una actitud más privada y silenciosa, que le permite a la protagonista mantener la entereza moral y emocional de su familia. Pero en esta representación de Eunice Pavia se concentran también las contradicciones del filme. Por un lado, Salles nos presenta una visión insólita y coherente de la lucha contra la dictadura brasileña, desde una clara perspectiva de género. Por el otro, el personaje de Torres resulta demasiado de una sola pieza, una mujer excesivamente ejemplar como madre, esposa y luchadora política siempre en su sitio. ∎

Tiempos salvajes.
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