Libro

Bernard Minier

El valleSalamandra Black, 2024

La trama transcurre a mediados de junio de 2018. “Hacía un bonito día de primavera, cálido y soleado. La suspensión había empezado en febrero, y, según la normativa, no podía superar los cuatro meses”. Unos hechos acaecidos con anterioridad a la fecha, con el resultado de una muerte, habían supuesto que el comandante Martin Servaz fuese degradado a capitán, a la espera de la resolución del tribunal disciplinario del cuerpo, que contemplaba si finalmente la sanción a imponer suponía el fin de su carrera como servidor público.

Servaz ha sido protagonista de títulos anteriores como “Bajo el hielo” (2011), “No apagues la luz” (2015) o “Hermanas” (2018). Ahora, en su sexta aparición, Bernard Minier (Béziers, 1960) lo enfrenta a un infierno emocional con numerosas aristas tanto personales como profesionales en “El valle” (2024; “La vallée”, 2020; con la habitual traducción de Dolors Gallart), cuyo desenlace tendrá múltiples consecuencias para los poco más de 4000 habitantes de Aiguesvives, nombre ficticio de una pequeña y supuesta tranquila población en un valle de los Pirineos franceses.

En esta ocasión, la acción toma por sorpresa al investigador, que se presenta como capitán de la Policía Judicial de Toulouse cuando recibe una llamada telefónica de una vieja conocida, Marianne Bokhanowsky, madre del hijo adoptivo del policía. La mujer llevaba fuera del radar ocho años. Haciendo honor a su carácter resolutivo, Servaz cuenta con la aquiescencia –a pesar de la situación administrativa y disciplinaria– de Irène Ziegler, capitana de la Brigada de Homicidios de la gendarmería de Pau, que trabaja en el caso de un cadáver de un joven encontrado en el bosque, cerca de una abadía cisterciense.

A lo largo de la narración, Servaz y el abad mantendrán interesantes conversaciones sobre lo humano y lo divino. Sobre la evidente pérdida de valores de la sociedad actual, el autor no se aminala para criticar con argumentos de peso la situación sociopolítica francesa y la razón de por qué Dios –si existe, según el policía– permite tanto horror. El abad encuentra en su invitado, pues duerme en la abadía, un esgrimista dialéctico notable, ante quien no siempre encuentra la respuesta adecuada. La tensión crece en el valle, debido a determinados acontecimientos luctuosos; la alarma social ante la supuesta inacción policial produce ira entre la población. A este panorama se suma un inesperado derrumbamiento en la zona que deja la carretera cortada y el pueblo aislado. En esta tesitura surge el liderazgo de una mujer decidida a solventar el rompecabezas, la alcaldesa. En ese punto, el horror se hace más evidente.

En los límites de Aiguesvives, los investigadores, los muertos y los asesinos quedan confinados. La atmósfera se vuelve voluble, con tonalidades cercanas al rojo sangre, en el valle, y las emociones se espesan en el pueblo, que se torna sombrío. Escenarios propicios para que la narrativa cortante, seca y, sin embargo, de una decidida tonalidad humanista de Miner maneje con mano firme los hechos, los personajes y las distintas miradas, algunas conspicuas, otras egoístas y muchas inconscientes. Y otras, desconectadas de la realidad. El autor considera que vivimos en una sociedad deprimida. En unas declaraciones recientes, el autor francés fue asertivo. “La pregunta es cómo reaccionamos, qué hacemos, qué aprendemos de eso, cómo vivimos con la presencia del mal alrededor de nosotros. Son temas que me obsesionan y siempre vuelven en mis novelas”.

El complejo contexto humano del valle, bajo la capacidad analítica de Servaz y Ziegler, se abre a un nuevo foco de investigación que llama poderosamente su atención: la escuela del pueblo. Ambos se enfrentan a la presión mediática –Servaz piensa que “mientras la única respuesta a la corrupción y la desidia fuera de cariz ideológico, no saldrán del atolladero”– y a una violencia inusitada.

El escritor construye un polar evolucionado. No todo es imaginación, hay un denso poso de realismo. En “El valle”, las formas clásicas del thriller sufren un proceso de transformación hacia un noir pirenaico en que la cólera y la barbarie toman otro sesgo. ∎

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