El documental
“No Direction Home” (2005) dirigido por
Martin Scorsese no sé si es la guinda o el núcleo del abrumador interés mediático que ha tenido
Bob Dylan esta temporada en que también se han publicado el primer volumen de sus
“Crónicas”, varias biografías y la banda sonora del documental como un nuevo episodio, el séptimo, de las “Bootleg Series”.
La pieza de Scorsese es descomunal. Como documental es modélico. Me cuesta imaginar cómo hubiera sido de no haber estado Scorsese (autor en 1978 de “El último vals” de The Band) responsabilizado del trabajo. ¿Le hubieran dejado a otro director de menos prestigio plantarse en las tres horas de duración? ¿O tener acceso al extenso y muy recóndito material de archivo? ¿O disponer de una entrevista con Dylan con tanto tiempo por delante? No se sabe. Lo que queda claro es que más allá de lo ambicioso del planteamiento está lo altamente satisfactorio del resultado. Scorsese selecciona, reparte y expone la información y el material que maneja con una meticulosidad y un sentido de la narración apabullantes. Se toma su tiempo cuando se lo tiene que tomar, entra al detalle cuando tiene que entrar y da voz a los satélites de Dylan cuando se la tiene que dar. Lo dicho: una lección.
Pero “No Direction Home” no acaba en su formato documental. También es una grandísima película de Scorsese. La mejor desde “La edad de la inocencia” (1993). Porque como el personaje de Daniel Day-Lewis en aquella obra maestra –o el de Ray Liotta en “Uno de los nuestros” (1990)–, Dylan es un individuo que enfrentó sus voluntades a las del colectivo. La tensión entre decisiones personales y decisiones de grupo fue, en el caso del Dylan electrificado que no quiso ser portavoz generacional, un caso real en total sintonía con los casos de ficción que suele retratar un Scorsese que, de paso, aprovecha para hablar de las transformaciones de la conciencia popular en Estados Unidos durante los años sesenta o de cómo la instalación de la sociedad del espectáculo afectaba a la vida del artista. “No Direction Home”, pues, es un filme riquísimo en lecturas que debería interesar a cualquier aficionado al buen cine, le guste Dylan o no. ∎