Película

Bob Marley. One Love

Reinaldo Marcus Green

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Imagino que este debe de ser el proyecto de biopic de Bob Marley que manejaba hace años Martin Scorsese, con Ziggy y Rita Marley implicados en la producción. De hecho, el coguionista del filme es Terence Winter, que estableció excelentes vínculos con Scorsese: creó “Boardwalk Empire” (2010-2014), firmó los guiones de “El lobo de Wall Street” (2013) y el corto “The Audition” (2015) y creó con el director y Mick Jagger la serie “Vinyl” (2016). De Scorsese no ha quedado rastro en la película, realizada por Reinaldo Marcus Green (Nueva York, 1981) y protagonizada por Kinlsley Ben-Adir. Se parece más a la reciente “Ferrari” (Michael Mann, 2023) que a los biopic-río que sintetizan toda la vida del personaje biografiado. Si el filme sobre el creador de la escudería Ferrari acontece en un solo y decisivo año en su vida personal y trayectoria profesional, 1957, “Bob Marley. One Love” (2024) abarca entre 1976 y 1978, época algo más amplia y también decisiva en la andadura vital y musical del biografiado: la violencia desatada en las calles de Kingston, el anuncio de un concierto por la paz (“Smile Jamaica”), la rentabilización de dicho concierto por parte de los dos partidos políticos enfrentados (el Partido Laborista y el Partido Nacional del Pueblo), el atentado en que Marley recibió dos impactos de bala y su esposa Rita quedó herida de gravedad, la estancia en Londres, la creación de la canción y el álbum “Exodus” (1977), las exitosas actuaciones europeas de 1977, el estatus de superestrella, el intento de gira africana, la crisis con Rita, el cáncer de piel que acabaría con su vida (en 1981) y el regreso a Jamaica en 1978 para acabar ofreciendo el concierto por la paz y la reconciliación, titulado ahora “One Love”.

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Mann solo recurre a un flashback en “Ferrari” para mostrar un momento feliz en la relación de Enzo Ferrari y su esposa. Acepta el reto de contar solo un año en la vida del personaje. Marcus no se atreve. Después del atentado –en el que Rita, que recibió un disparo en la cabeza, salvó milagrosamente la vida gracias a sus rastas, ya que desviaron lo suficiente el proyectil para que no impactara en el cerebro– el director inserta un recuerdo de tiempos felices, cuando Rita y Bob eran adolescentes. Este flashback tiene sentido, pero luego recurre a la rememoración subjetiva –o directamente a la vuelta atrás por decisión del narrador– con otros flashbacks que poco o nada aportan con la excepción de la secuencia en que los primeros y jovencísimos Wailers van a un estudio para grabar su primera canción.

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A pesar de concentrarse en poco más de dos años de tiempo, son tantos acontecimientos, y tan determinantes, que la película, por tocarlos todos, adquiere un ritmo atropellado. Las situaciones apenas se esbozan y no tienen tiempo de respirar, caso de la visita a Londres de Marley y sus músicos: la ciudad enardecida en ese momento por el punk y los enfrentamientos callejeros con la policía les recuerdan a Trenchtown. El uso de las canciones originales es algo convencional, sonando extradiegéticamente como si se tratara de una colección de grandes éxitos. Hay tres excepciones en cuanto al empleo dramático y narrativo de la música de Marley. La primera atañe a “War” y su descripción de la moral internacional en el momento de máximo conflicto individual y colectivo. La segunda –y mejor– es la secuencia en la que Marley y sus músicos improvisan las líneas maestras de la canción “Exodus” después de escuchar el disco con banda sonora de Ernest Gold para el filme “Éxodo” (Otto Preminger, 1960). La tercera es más facilona: después de una dura discusión en una calle de París entre Rita y Bob se pasa a imágenes de un concierto en Londres en el que interpretan “No Woman, No Cry”.

La parte de “Exodus” es la que mejor explica el lenguaje musical de Marley y su búsqueda de un nuevo sonido que llegaría, entre otras cosas, con la incorporación del guitarrista Junior Marvin; el relato del filme es pos Peter Tosh. La parte política es contemplada a vista de pájaro y hay cierto didactismo, mediante diálogos a veces repetitivos en torno a la cultura rastafari y la supremacía de Haile Selassie o Jah, el Rey de Reyes, emperador de Etiopía y Dios encarnado. “Jah nos protege a todos. Jah me dirá cuál es la canción más indicada para empezar el concierto”, asegura Marley. “A quien Jah bendice ningún hombre maldice”, le dice Rita en la escena de reconciliación. Religión, política, reggae, crisis de pareja, familia, violencia, racismo, Jah y Marley: el biopic esperado. ∎

Sin sorpresas.
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