“Música de baile para gente con cabeza” identificaba a Talking Heads. El libro de su baterista, Chris Frantz (Fort Campbell, Kentucky, 1951), extiende el mantra en unas memorias pop (“Remain In Love”, 2020; Libros del Kultrum, 2021): un recuento mayormente alegre de la historia de la banda que creó junto con David Byrne y Tina Weymouth en 1975 –más tarde se uniría Jerry Harrison–, así como una carta de amor a Tina, su compañera desde hace 50 años, cuando se conocieron en la Escuela de Diseño de Rhode Island.
Anecdótico y cándido, retrata el nacimiento de la vibrante escena punk del CBGB de los 70, con su olor a meado, cerveza, matacucarachas, caca de perro y Chanel No. 5. Eran los tiempos de Ramones, Patti Smith, Television y Blondie en una Nueva York pregentrificada, donde también palpitaban Ornette Coleman, William S. Burroughs, John Giorno, Robert Mapplethorpe y Robert Rauschenberg.
Sus historias muestran que aunque David Byrne siempre se consideró el cerebro de Talking Heads, su singular apuesta –“after punk antes del post punk”, “nueva ola antes la new wave”– no nació de un único genio, sino de un equipo de talentos, apuntalado por la base rítmica, sinuosa y palpitante, urdida por Weymouth y él. Dolido, revela peculiaridades no gratas de Byrne, su reiterado afán por apropiarse de créditos ajenos, y reivindica el papel de la pareja como motor creativo. No obstante, prevalece la pasión por la música que lograron crear.
Muy interesantes resultan los relatos sobre la configuración de su sonido, ralentizando, por ejemplo, el éxito de Al Green “Take Me To The River”; la composición en modo jam; las sesiones con Brian Eno; la polirritmia negra en “I Zimbra”; o curiosidades como que el estribillo de “Burning Down The House” surgió de lo que gritaba el público en un concierto de p-funk. Sin embargo, se echan en falta reflexiones más profundas sobre lo que significó el crossover.
Para compensar están los coloridos capítulos de la gira europea de 1977 con Ramones –imperdibles las rabietas de Johnny Ramone, sus desencuentros con la cultura europea y su alivio al encontrar un McDonald’s en París–. También los conmovedores relatos de Tom Tom Club, la banda con la que la pareja cumplió el sueño de aparecer en el programa de televisión “Soul Train”. Como broche, innumerables anécdotas: David Bowie llevándose la comida del camerino en los bolsillos; Lou Reed intentando ficharlos con un contrato capcioso; George Clinton invocando el nacimiento de su primer hijo; Grace Jones como su entrenadora personal en Jamaica; Patti Smith mascando chicle mientras les echaba en cara su origen de niños bien; o su padre, el general Frantz, hablando con el mismísimo James Brown sobre cómo su hijo “lo había hecho famoso” en el éxito de Tom Tom Club “Genius Of Love”. ∎