“Cuando acecha la maldad” –se estrena hoy en nuestros cines– fue una de las películas de terror que definieron 2023, una de las más comentadas y aplaudidas a su paso por festivales (hizo casi todos los festivales grandes de terror y fantástico, entre ellos el de Sitges, donde ganó el premio a la mejor película). También es una de las películas recientes de terror con una mayor proyección internacional debido, sobre todo, a su estreno (limitado) en Estados Unidos y a su posterior incorporación al catálogo del servicio de streaming (especializado en terror) Shudder.
“Cuando acecha la maldad” es tremendamente eficaz con el público. Asistir a la proyección de la película en un festival permite comprobar que su mal rollo va directo a la piel, sus golpes de efecto funcionan y noquean y su ferocidad, no exenta (sin estar ante una comedia negra, aunque tenga humor) de un componente lúdico, se festeja. La celebración en la actualidad de un cine de terror que aboga por un horror más visceral, sangriento y sucio (y la apuesta desde la creación por este tipo de películas), cero preocupado por la corrección, podría ser una especie de reacción a unos cuantos años dominados por un cine de terror muy intelectual y, sobre todo, muy intelectualizado. El éxito de la gore “Terrifier 2” (Damien Leone, 2022) o de “La mesita del comedor” (2022), la película de Caye Casas que ha arrasado en festivales especializados, también podrían ser buenos ejemplos (aun siendo muy distintas de la de Rugna y muy distintas entre sí) de esa posible tendencia a la contra. Pero, al margen de si su éxito tiene que ver o no con ese hartazgo del llamado terror elevado (una etiqueta odiosa pero muy ilustrativa), “Cuando acecha la maldad” funciona por méritos propios.