El infiltrado

Corea del Norte ha despertado la atención en los últimos años de muchos documentalistas que ven en esta dictadura hermética un terreno propicio para seguir explotando funciones tradicionales de la no ficción, como la de desvelar realidades ocultas tras la propaganda de los aparatos del estado. Mads Brügger ya había llevado a cabo una incursión cinematográfica en 2009 en este país con “The Red Chapel” (por el tráiler, parece un inesperado cruce entre “Los idiotas” y un “Borat” norcoreano) y ahora regresa con “El infiltrado” (2020; Filmin, 2021), una docuserie que revela actividades ilícitas llevadas a cabo por este estado gracias a las pesquisas de un par de topos.

A primera vista, la serie se presenta como un documental de investigación al uso que destapa secretos de un régimen totalitario a través de métodos como las cámaras ocultas y los infiltrados en cuestión. Pero Brügger desarrolla su docuserie desde una narrativa más propia de un thriller de espionaje internacional. Para empezar, los personajes que convoca: tenemos al infiltrado del título, un tipo de apariencia gris que se cuela en la Asociación de Amistad con Corea para disponer de acceso privilegiado a este país durante años. Además, Brügger ficha a una antigua experta del MI5, residente en un cottage digno de revista, para que entreviste a los topos a fin de corroborar la veracidad de sus relatos. Como en toda buena película de intriga, dos personajes secundarios no tardan en ganar protagonismo. Por un lado, el diplomático español Alejandro Cao de Benós, promotor oficial del régimen norcoreano en el extranjero, que se perfila como el villano ideal. Nuestro tarraconense en Pyongyang se desvela como un tipo cuyo desparpajo mediterráneo lo convierte en el diplomático perfecto de un país de ademanes rígidos y cerrados. Cao de Benós controla todos los tejemanejes internacionales de los norcoreanos y se convierte en el contacto fijo del infiltrado. Verlo en acción sin conciencia de que está siendo grabado es uno de los atractivos de esta serie. Su lema ante posibles inversores extranjeros sin escrúpulos: “Lo que pasa en Corea del Norte se queda en Corea del Norte”. 

Por el otro lado, el segundo topo, un exintegrante de la Legión Francesa que se forró vendiendo cocaína a la gente guapa de Copenhague antes de reformarse de cara a la ley. Aquí le toca hacerse pasar por un empresario danés, Mr. James, dispuesto a establecer negocios con esta dictadura y las que haga falta. Con su apariencia de dandi hipster, su actitud elegante y sus viajes por diferentes localizaciones internacionales, el segundo infiltrado se convierte en el James Bond sin licencia para matar dentro de esta gran ficción que construye Mads Brügger para lograr sus objetivos documentales. “El infiltrado” consigue obtener pruebas fehacientes de las actividades criminales del gobierno de Corea del Norte. Y lo hace a partir de montar una película de espías de lo más convincente. ∎