En televisión, Nicole Kidman se ha convertido en un género en sí misma. La australiana planea por la pantalla como un ser etéreo al que el privilegio no le ha evitado vivir con la mayor de las aflicciones, ya sea por violencia doméstica –“Big Little Lies” (David E. Kellye, 2017-)–, por compartir cama con un potencial asesino –“The Undoing” (David E. Kelley, 2020)– o encarnando a una terapeuta de luto que suficiente tiene con lo suyo como para escuchar a terceros en “Nine Perfect Strangers” (David E. Kelley y John Henry Butterworth, 2021). La última entrega de esta saga de mujeres rotas por dentro es “Expatriadas” (2024), una adaptación de la novela “The Expatriates” (Janice Y. K. Lee, 2016) a cargo de la china Lulu Wang –“The Farewell” (2019)–, que dirige los seis episodios y escribe también el guion de dos.
“Expatriadas” cuenta la historia de tres mujeres americanas que se mudan por distintas razones a Hong Kong y que están al borde de una crisis emocional. Lejos del tono satírico del texto original y de lo oscuramente divertida que era “The Farewell”, la serie se decide a explorar las miserias de sus tres protagonistas, que navegan con piloto automático por la vida con la angustia visceral como único motor. Una gran tragedia vertebra la narración y, de un modo u otro, todas ellas están involucradas, intentando mantener las apariencias mientras barren la mierda debajo de la alfombra. Y aunque aquí hay material de sobra para una sátira social, al fin y al cabo estamos hablando de mujeres con unas vidas que ninguno de nosotros podríamos soñar, la estrella de la función no es otra que Margaret, el personaje de Kidman. Aunque pueda ser más fría que un témpano de hielo, es un espectáculo ver cómo todo ese dolor la domina y, casi, la consume.
Ambientada en 2014 durante la Revolución de los Paraguas, una serie de protestas estudiantiles contra la interferencia china en el sistema electoral de Hong Kong, en la mayoría de los capítulos los protagonistas muestran una rampante miopía respecto a lo que ocurre a su alrededor, bajo sus atalayas en forma de bloques de apartamentos de lujo en lo alto de la Cumbre Victoria. Y no hay momento en que se haga más evidente este festín de autocompasión que en el quinto capítulo de la serie.
Con cien minutos de duración, se consume casi como un filme indie, la continuación cinematográfica de “The Farewell” que Lulu Wang se resiste a darnos. En lugar de centrarse en las tres mujeres protagonistas, el episodio disfruta de la compañía de Puri y Essie, las cuidadoras de nuestras ricas afligidas, una serie de activistas y más. Es una oportunidad para ver la vida vibrante de la ciudad, un exuberante fresco que no es ajeno, como sí lo son sus protagonistas, a los muchísimos problemas de los habitantes reales de Hong Kong y que maravilla en el retrato de su colorida comunidad filipina.
Cuando “Expatriadas” inició su filmación en 2021, lo hizo envuelta en una enorme polémica porque Kidman y parte de los gerifaltes de la producción se saltaron la normativa COVID que aún era obligatoria en la isla. Esto, evidentemente, sentó bastante mal entre sus residentes. Como metáfora de lo que ocurre en la serie, no está nada mal. Además, llegados a ese punto de la narración uno se pregunta exactamente qué nos está contando la serie de los expatriados en general. Aquí abundan temas como la tragedia, la culpa, el matrimonio, la avaricia o el racismo, pero poco de lo que significa vivir en una tierra que no es la tuya, de no hablar el idioma local. En el Hong Kong de “Expatriadas” te quedas por el paisaje de la Cumbre Victoria, sus mercadillos nocturnos y sus restaurantes obscenamente caros, pero no por sus gentes. ∎