“Jambology” (2016): portada de Los Mambo Jambo reinterpretada por Nadar.
“Jambology” (2016): portada de Los Mambo Jambo reinterpretada por Nadar.

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Los Mambo Jambo por Nadar

En la sección Fan Art invitamos a artistas gráficos a elegir uno de sus discos preferidos para dibujar, a su estilo, una portada alternativa. En esta ocasión, Nadar, autor de cómics como “Papel estrujado”, “El mundo a tus pies” o su más reciente “Transitorios”, ha decidido reinterpretar la cubierta del álbum “Jambology” (2016), de Los Mambo Jambo.

El autor de “Transitorios”, mejor obra nacional en Barcelona 2023. Foto: Miguel Fotógrafo.
El autor de “Transitorios”, mejor obra nacional en Barcelona 2023. Foto: Miguel Fotógrafo.

La travesía en el mundo del cómic de Pep Domingo, Nadar (Castelló de la Plana, 1985), comenzó en 2003, cuando decidió trasladarse a Barcelona para estudiar Bellas Artes.​ Durante esos años, logró destacar ganando varios certámenes de cómic como el de Portugalete, el de Cornellà o el convocado por INJUVE, entre otros. Después de terminar su licenciatura, publicó sus primeras historias cortas en revistas como ‘Dos veces breve’.

En 2012 recibió la prestigiosa beca Alhóndiga Komik de Bilbao, lo que le permitió una estancia becada en La Maison des Auteurs de Angulema. Durante este período dio vida a su primer título largo, “Papel estrujado” (Astiberri, 2013), premio del público a mejor obra en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona de 2014 y Grand Prix Lycéen de la BD 2016 otorgado por la ciudad de Colomiers.

Su siguiente novela gráfica, “El mundo a tus pies” (Astiberri, 2015), que formó parte de la selección oficial del Festival de Angulema 2018, le valió nominaciones a mejor obra de autor español y autor revelación en el Salón del Cómic de Barcelona de 2016, además del premio “Entender el presente” del Sagunt Comic Festival, también en 2016. A partir de entonces comienza a publicar con la editorial francesa Futuropolis. Dibuja “¡Salud!” (2017; Astiberri, 2018), con guion de Philippe Thirault y ganador del premio selección ADAGP en el festival Quai des Bulles 2017. Después “El cineasta” (2018; Astiberri, 2020) y Justin” (2020; Astiberri, 2021), ambas con guion de Julien Frey; esta última fue finalista del premio De livre en livre en 2021.

Sus últimas novelas gráficas han sido “Fatty” (2021; Astiberri, 2022) y “Les sauvages”(2023, inédita en España), ambas de nuevo con guion de Julien Frey y publicadas originalmente por Futuropolis. Su último trabajo es​ “Truman Capote, retour à Garden city”​ (2024), con guion de Xavier Bétaucourt, que publicará Futuropolis en mayo de este año.

Después de trabajar en la última década para la industria del cómic francés, realiza como autor completo “Transitorios” (Astiberri, 2022), premiada en 2023 en Barcelona como mejor obra nacional. La trayectoria de Pep Domingo demuestra una constante exploración del lenguaje del cómic para abordar temas adultos: el peso del pasado, la soledad derivada de la culpabilidad, las relaciones paterno y maternofiliales o las vidas precarias que ha traído el capitalismo tardío neoliberal. Todo ello con una narrativa sofisticada de diálogos precisos, silencios expresivos y atención al gesto humano. Cuando desde Rockdelux invitamos a Nadar a reinterpretar una portada de álbum, escogió “Jambology” (2016), de Los Mambo Jambo. Aquí, responde por llamada a nuestra preguntas.

“Su energía, su apuesta por la música instrumental y sus directos son superpotentes, me flipan”, explica.
“Su energía, su apuesta por la música instrumental y sus directos son superpotentes, me flipan”, explica.

¿Por qué Los Mambo Jambo?

Ya que me pidieron que escogiera un disco que me gustase, aproveché para elegir este grupo catalán al que últimamente le he estado dando bastante caña. Además, los vi en directo aquí en Castellón hace unos meses y me pareció guay hacer la ilustración de un grupo que está en activo en vez de uno más típico.

¿Te sientes identificado con su propuesta artística?

Más que sentirme identificado, es algo inspiracional. Me gusta mucho su actitud como grupo, sobre todo porque es una actitud que a mí a veces me cuesta tener. Esa sensación de admirar cosas que no puedes hacer, ¿sabes? Su energía, su apuesta por la música instrumental y sus directos son superpotentes, me flipan y me contagian un rollo superenérgico y positivo.

¿Hay algo que no te convencía en la portada original de “Jambology”?

Creo que no representa la fuerza ni el dinamismo del grupo en el escenario y que tiene demasiada presencia la tipografía. Me parece una portada un tanto convencional…

¿Podrías explicarnos tu portada alternativa?

En realidad es una especie de gag, la típica clase de “jambología” como biología, química, matemáticas… solo que en el tono y los códigos con los que ellos juegan como grupo, así con un rollo noir norteamericano. La época que representa la ilustración la traté sobre todo con el color, también está el estilo pin-up de la profesora, con esa hiperfeminidad que se utiliza tanto en este tipo de música, muy pulp. Algo así como una reinterpretación de la época o, mejor dicho, la reinterpretación de la reinterpretación. Básicamente, Los Mambo Jambo liándola y dando una clase de jambology.

¿Por qué Nadar y no otro seudónimo?

La verdad es que nunca me ha gustado del todo mi verdadero nombre. Ahora ya no tanto, pero cuando era más chaval me parecía muy largo, ¿sabes? Me llamo Josep Domingo del Calvario, que me dicen que suena guay, pero porque tú no lo tienes, si tuvieras ese nombre ya veríamos (se ríe). Desde pequeñito siempre he firmado con otros nombres, me hacía gracia eso de poder multiplicar mi identidad de alguna forma. Lo de Nadar surgió en mi último año en Bellas Artes. Estábamos estudiando a los fotógrafos pioneros y hablaron de Gaspard-Félix Tournachon, un francés que es toda una institución. Bueno, pues su seudónimo era Nadar, que precisamente en Francia no significa absolutamente nada. Y pensé: “¿Por qué no? Me lo quedo, que el tío no se va a enfadar”. Luego Laura, mi pareja, me dijo: “Pero has tenido en cuenta que ‘nadar’ es un verbo en español, ¿no?”. Y yo, que soy muy tonto para ese tipo de cosas, no había caído. Igualmente me gusta que haya un poco de lógica en todo esto. Ahora, entre unas cosas y otras me he reconciliado con mi nombre real, pero ya soy Nadar.

“Es como tocar un instrumento eléctrico o uno analógico; de alguna forma es la misma idea. La sensación de ponerte frente a una pantalla o frente a un papel son superdiferentes. Trabajar en digital es más práctico, pero, además de acabar dándome dolor de cabeza, pierdes la idea del objeto como fetiche, cosa que con el tradicional no pasa”

Has trabajado tanto con técnicas tradicionales como digitales. ¿Con cuál te quedas?

Es una cuestión de sensaciones. Yo toco la batería y siempre hago analogías con la música. Es como tocar un instrumento eléctrico o uno analógico; de alguna forma es la misma idea. La sensación de ponerte frente a una pantalla o frente a un papel son superdiferentes. Trabajar en digital es más práctico, pero, además de acabar dándome dolor de cabeza, pierdes la idea del objeto como fetiche, cosa que con el tradicional no pasa. Ahora mismo mi proceso de trabajo es híbrido porque suelo trazar el boceto en digital hasta que tengo claro lo que quiero hacer, y entonces lo paso al papel. Pero para encargos como este, como no tengo claro qué hacer y le doy muchas vueltas, me va mejor hacerlo en digital. Aunque es cierto que para mí no es lo mismo​. ¿Te quedas con el teclado o con el piano de cola? Es diferente cómo te sientas a tocar cada uno, pero los dos valen. Dibujar en papel, desde luego, es una cura de humildad.

La humanidad en tus personajes es el foco de tus historias. ¿De dónde salen estos relatos?

Es complicado. Hace doce años que hice el primero y cada uno responde a momentos de mi vida diferentes. Yo creo que ocurren muchas cosas a nivel inconsciente. Se me ocurren ideas un poco peregrinas a partir de una conversación o una acción. Muchas veces conecto algo superficial con ideas más profundas o inquietudes personales de las que me gustaría hablar, y hay cosas que salen así, sin querer. Tiras de lo que eres y de lo que has vivido. Las ideas van apareciendo. Las pienso, las olvido, las retomo y, de repente, tienen un brillo especial que no había visto en su momento.

¿Prefieres trabajar con un guion propio o dado por otra persona?

Pues me siento más cómodo trabajando solo, es mucho más introspectivo. Me gusta ser un poco dictador con mis proyectos, así exagerando un poco. Aunque trabajar en equipo también tiene su encanto porque aprendes mucho, tienes perspectivas diferentes y esa parte social siempre viene bien. Para mí ha sido superimportante currar con guionistas, aunque a veces puede ser complicado porque todo debe ser consensuado. Siento que cuando trabajo con otras personas, por mi forma de ser, pierdo un poco la libertad para experimentar. En mi caso, trabajando solo me permito transitar otros espacios. Tampoco soy un autor superpoco convencional, pero sí me tomo algunas licencias que trabajando con gente quizá no me tomaría. Pero, vaya, que ambos métodos están muy bien.

¿Cómo sientes que has evolucionado como artista desde “Papel estrujado” hasta “Transitorios”? ¿Hay aspectos de tu estilo que has notado que han cambiado o se han fortalecido a lo largo de tu carrera?

Al final, a mí me interesan muchas cosas. Todos mis trabajos me han servido para ir cerrando puertas que estaban abiertas, para tener más claro lo que es prescindible. Lo típico, tus padres te enseñan sin darse cuenta cómo ser un buen padre y cómo no serlo. Pues, en mi caso, he sido padre no hace mucho, me ha servido como una bajada de humos, ¿sabes? Sé que es un tópico, pero ves tus límites y de lo que eres capaz, tus campos de interés, tus fortalezas y debilidades. Y también estaba buscando un lenguaje gráfico con el que me sintiera cómodo y realizado porque, como decía antes sobre dibujar en digital, siempre le ha faltado algo espiritual que sí que tiene el método tradicional. Ahora estoy en una época bastante reconciliadora conmigo mismo, y por ende también lo estoy con lo que hago.

“Recuerdo que hace unos quince años me encontré con dos corrientes que me volaron la cabeza. Por una parte, el comic book de los noventa y la novela gráfica norteamericana de Daniel Clowes, Adrian Tomine, Charles Burns… Y por otro lado, la nouvelle bande dessinée. Y de fondo siempre ha estado el manga, que fue mi primer gran amor en la vida”

¿Qué referentes han influido en el “estilo Nadar”?

Recuerdo que hace unos quince años me encontré con dos corrientes que me volaron la cabeza. Por una parte, el comic book de los noventa y la novela gráfica norteamericana de Daniel Clowes, Adrian Tomine, Charles Burns… Y por otro lado, la nouvelle bande dessinée. Y de fondo siempre ha estado el manga, que fue mi primer gran amor en la vida. Aunque he ido alejándome un poco de él con el tiempo, hace poco estaba leyendo “Ranma ½” (Rumiko Takahashi, 1987-1996). El manga fue por lo que me enganché al tebeo y todas esas escuelas me han influido mucho, pero también están Moebius, Rumiko Takahashi, Taiyo Matsumoto…

¿Y literariamente?

Me marcó mucho Raymond Carver con sus relatos cortos. Ahora estoy leyendo a Mariana Enriquez, y antes estaba con uno de Dostoyevski, alguno de Shirley Jackson, o relatos de Clara Pastor, Sara Mesa… Puedo decirte lo que estoy leyendo ahora mismo, pero la verdad es que me cuesta decir algún libro que me haga decir “¡buah, antes de este libro yo era otra persona!”.

¿Cuáles son tus proyectos actuales?

En este momento estoy en una especie de pausa después de haber terminado un proyecto sobre Truman Capote para Futuropolis, titulado “Retorno a Garden City”, en colaboración con otro guionista –Xavier Bétaucourt–. No está confirmado, pero posiblemente llegará a España en septiembre con Astiberri. Ahora mismo estoy aprovechando este tiempo libre para recargar energías. Y precisamente la semana que viene empezaré a escribir una novela gráfica para Astiberri, que me apetece mucho por dedicarme a algo propio. Es algo prematuro y no quiero decir demasiado por si cambio de idea, pero creo que estará en la onda de “Papel estrujado”, de thriller con historias cruzadas.

¿Dónde te ves en el panorama del cómic actual en España?

Pues creo que mi trabajo se sitúa en un punto medio. No me identifico del todo con la escena experimental vanguardista, ni tampoco con la corriente más comercial. Diría que estoy en esa franja intermedia, de autores que abordan temas maduros y complejos con cierta aspiración literaria, sin perder de vista la calidad narrativa y estética.

Cita, según tu criterio, tres obras maestras del cómic y de la música que creas que perdurarán en el tiempo.

Pues de cómic, eligiendo un poco de cada continente para acotar un poco, que si no me resulta imposible, de americano me quedaría con “Jimmy Corrigan” (1995-2000) de Chris Ware, que nos marcó mucho a todos. De europeo, el “Arzach” (1975-1976) de Moebius, por decir algo hoy clásico, aunque sí que me marcó cuando lo leí de chaval​​ que no tuviera texto. Y de Japón me quedaría con “Akira” (1982-1990), de Katsuhiro Otomo, que es una obra eterna. Las tres me marcaron un montón y, bueno, son clásicos que siempre van a estar ahí.

De música, sin ningún riesgo de resultar innovador, me quedo con el “Kind Of Blue” (1959) de Miles Davis, el “Transformer” (1972) de Lou Reed y el “White Album” (1968) de los Beatles. ∎

“La época que representa la ilustración la traté sobre todo con el color, también está el estilo pin-up de la profesora, con esa hiperfeminidad que se utiliza tanto en este tipo de música, muy pulp. Algo así como una reinterpretación de la época o, mejor dicho, la reinterpretación de la reinterpretación”.
“La época que representa la ilustración la traté sobre todo con el color, también está el estilo pin-up de la profesora, con esa hiperfeminidad que se utiliza tanto en este tipo de música, muy pulp. Algo así como una reinterpretación de la época o, mejor dicho, la reinterpretación de la reinterpretación”.
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