Cómic

George Wylesol

MaleficioLibros Walden, 2024

Una roca en medio de un cuarto totalmente vacío, con una luna menguante vigilando a través de la ventana: eso es todo lo que vemos en la cubierta de “Maleficio” (2023; Libros Walden, 2024), el primer título del estadounidense George Wylesol publicado en España, con traducción y rotulación de Manuel Moreno. Wylesol es un artista multidisciplinar de Filadelfia que reside en Baltimore, y responde a un perfil muy habitual en el cómic experimental contemporáneo, que no le hace ascos a nada y abreva en medios de todo tipo: ilustración –ha publicado en ‘The New York Times’ y ‘The Guardian’, entre otros medios–, diseño de portadas, arte de galería y, por supuesto, cómic, como una manifestación más de una expresión personal y una estética muy estudiada y trabajada. Las historias breves que se incluyen en este libro son buena muestra: la mayoría responden a una estética retro que finge y subraya el error de impresión, con colores desgastados que evocan los medios técnicos de los años cincuenta y los sesenta, y que incluso imita el efecto de los fotolitos mal alineados. Todo ello se cruza con una línea maquinal, deshumanizada –que puede recordar a un Nick Drnaso más tosco–, pero, al mismo tiempo, muchas veces descuidada, especialmente en piezas como “Porno” o “El amante maldito”, como si fuera una especie de artista brut cuya única herramienta de dibujo fuera el Paint. De hecho, en otras historias hay una estética muy propia de la informática y el diseño gráfico de los años noventa, por no hablar de una, “Castle Maker”, que cita de manera bastante explícita el videojuego “Minecraft”.

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Esta lengua gráfica del glitch y la mancha resulta bastante coherente con las cuestiones que el autor está interesado en tratar, que tienen que ver con la soledad, el aislamiento y la deshumanización, con una poética de la destrucción y el espacio desolado: todo lo que sintetiza la portada que describíamos al comienzo. Son temas más que tratados en los tiempos recientes, de crisis y pandemia, pero Wylesol los aborda desde puntos de vista esquinados, con un lenguaje críptico y esotérico, que recoge el bagaje visual de su generación pero que confía en la capacidad de las imágenes para perturbar y generar reacciones más allá de su literalidad. El mejor ejemplo es el relato que abre el volumen: “Fantasmas”, sobre un trabajador aparentemente atrapado en un laberinto. Taxonomías de maleficios, de objetos cotidianos, imágenes non sequitur y aparentes espíritus que huyen de nuestra vista tras las esquinas: un no-pasa-nada en el que pasa de todo.

Los mejores momentos de “Maleficios” se dan cuando lo visual se rompe al mismo tiempo que lo conceptual, cuando dejamos de entender desde lo racional y entramos en otro modo de comprensión, más intuitivo y emocional. Sin embargo, Wylesol también demuestra que puede articular una historia en un sentido más tradicional, con personajes y actos –o algo parecido– y resultar igualmente subversivo, como sucede en la ya citada “El amante maldito”, de lo mejor del libro, una historia del fin del mundo oscura y desoladora, pero que sabe huir de tópicos hundiéndose todo lo que puede en lo arcano.

La recopilación mantiene un inteligente equilibrio entre coherencia y diversidad, que permite ver las variaciones del estilo y las exploraciones de una estética propia y original, una reivindicación del dibujo sucio y un rechazo de lo bonito. Solo en una ocasión se rompe esa línea, con la historieta “Inútiles”, dibujada en un registro muy diferente, más perfeccionista y menos innovador. Pero, en conjunto, “Maleficios” es una excelente carta de presentación de un autor que ya ha publicado previamente dos novelas gráficas largas, “Internet Crusader” (Avery Hill, 2019) y “2120” (Avery Hill, 2022), que esperamos ver traducidas pronto. ∎

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