Gonzalo de la Torre (Córdoba, Argentina, 1984) compagina dos actividades del todo complementarias, la de músico de rock y blues y la de divulgador de esos mismos estilos musicales. En cuanto a esta última especialidad, su última singladura ha consistido en ponerse el salacot de expedicionario para adentrarse en la frondosa selva del blues rural del Misisipi, donde, según cuenta la historia, nació todo. Quiero decir que fue allí donde arrancó la música popular del siglo XX y de lo que llevamos del XXI. Y para hacerlo, se ha valido de una excusa: reconstruir las trayectorias de dos personajes míticos de esta gran aventura, Robert Johnson (1911-1938) y Elmore James (1918-1963), convirtiéndolas, a la manera de Plutarco, en un par de vidas paralelas.
No obstante, el autor de este volumen de más de 300 páginas rebosantes de datos no se ha limitado a contarnos lo poco que se sabe de estos dos padres de la música moderna, sobre todo de Johnson, del que se ignora casi todo, sino que se ha sumergido en las profundidades históricas, raciales, económicas, sociales e industriales de un género, el blues rural, hasta construir una pequeña enciclopedia que sobrepasa los currículums de ambos artistas para convertirse en un completo repaso a una tradición musical que, con el paso del tiempo, desembocó en el rock y el pop que todos conocemos.
Con un lenguaje directo, tratando al lector de tú a tú, exponiendo sus quejas, sus desconfianzas, sus dudas y sus intuiciones constantemente, De la Torre nos cuenta una historia del blues como nunca la habíamos leído anteriormente, porque se ha tragado toda la bibliografía que se le ha puesto por delante y, después de digerirla, nos la sirve bien condensada, hasta el extremo de que no importa si se inventa o exagera algunos de los episodios que narra. Para empezar, ni siquiera se sabe con certeza si Johnson y James llegaron a conocerse, aunque todo parece indicar que debieron coincidir en algún garito, así como que James no llegó a ser discípulo de Johnson, contra lo que se ha asegurado en diversas ocasiones.
Lo importante es que ellos no son los únicos protagonistas del ensayo, ya que abundan las estrellas invitadas, empezando por las primeras damas que cantaron blues –a ellas atribuye el autor el nacimiento del género–, continuando con los nativos americanos, sobre los que también se insinúa que algo tuvieron que ver con todo aquello, pasando por decenas de nombres de grandes pioneros olvidados con el paso del tiempo y algunos otros que sí han perdurado, como Muddy Waters o B.B. King, además de los magnates de las discográficas.
Tomando como excusa la legendaria composición “Dust My Broom”, que interpretaron tanto Johnson como James –aunque la versión original no era de ninguno de ellos; el primero la tituló “I Believe I’ll Dust My Broom” y el segundo le cambió algunos elementos–, De la Torre intenta no mojarse a la hora de escoger un ganador entre el que fue considerado como Rey del Delta y sentó las bases del blues moderno y quien mereció el calificativo de rey de la slide guitar –por su uso del cuello de botella– y fue uno de los padres del rock. Al fin y al cabo, ambos intérpretes comparten un lugar en el olimpo de los músicos del siglo XX. Pero al final, en la última línea de la última página del libro, el autor se decanta por uno de ellos. Si queréis averiguar quién es, ya sabéis lo que debéis hacer: acercaos a una librería. ∎