¿Dónde están los límites de la fantasía? Para Michael Ende se diría que no hay términos, que es territorio siempre por descubrir. Interminable. Para Hayao Miyazaki (Tokio, 1941) parece que el vasto espacio que la imaginación humana puede desarrollar siempre acaba en lo profundo de uno mismo, y en la más prosaica realidad. Da igual que en “El viaje de Shuna” su héroe tenga que ir al fin del mundo, donde la Luna va a morir: lo interior y lo exterior son los puntos de fuga, porque la realidad para el cineasta y autor de mangas (más ocasional, pero igual de fundamental que lo es en el anime) es asombrosa, un legado a preservar. Sus obras son la metáfora para ese mensaje.
“El viaje de Shuna” se publicó originalmente en 1983, en Japón. Es un temprano manga realizado por el director de la película más famosa del anime japonés, “El viaje de Chihiro” (2001), y ha tardado décadas en ser publicado en castellano. Dicho en plata, no estamos ante una reedición, sino ante la primera vez que podemos leer este delicado trabajo en castellano. Así que por fin podemos comprobar cómo Miyazaki ya mostraba aquí su personalidad autoral y un palpable talento para crear estampas maravillosas, atmosféricas y sugerentes a través de una técnica de acuarela tan bella que sobrecoge. También se puede percibir un abanico de referentes amplio que lo acompañará hasta el presente –recordemos que este 2023 ha regresado al cine animado, tras sus promesas de retiro, con “El chico y la garza”–. La sensibilidad de Miyazaki se mueve desprejuiciada entre Oriente (la historia, que se articula como un viaje iniciático para su protagonista, se basa directamente en una leyenda tibetana, la del príncipe que se convirtió en perro) y Occidente. El poso occidental se ve en la sombra que proyecta en su dibujo el francés Moebius, otro mago a la hora de plasmar ambientes fantásticos.
Pero, sobre todo, lo que destaca profundamente en este cruce entre novela gráfica y relato ilustrado es su poso, su humanismo y una preocupación por el planeta, casi un ser vivo en “El viaje de Shuna”. La mirada, el cerebro y el corazón de Miyazaki ya están plenamente formados aquí, en una obra que nos lleva directamente a otras, no diré mayores (este pequeño libro ya es muy mayor, y referente) pero sí más ambiciosas aún, por extensión cuanto menos, como su manga “Nausicaä del valle del viento” (1982-1994; traducido al castellano en 2001 por Planeta DeAgostini).
Como todo el corpus posterior de obras de Miyazaki (en cómic o en cine), la de Shuna es una historia sobre la solidaridad, el amor al prójimo y el arrebato ante una naturaleza capaz de asombrarnos, reconfortarnos o provocarnos congoja. Un canto al respeto hacia la vida. Por supuesto también a la aventura y la fantasía más arrebatadoras y para todas las edades. Con elementos oscuros y turbadores, como todo buen cuento para todas las edades. ∎